
Muchos de los afectados, tanto particulares como colectivos, confiaban en que Podemos no consiguiera que su texto sobre protección animal fuera aprobado por el Consejo de Ministros, pero el rodillo ideológico pasó por encima de la zootecnia, de la ciencia veterinaria del sentido común y, lo que es más importante, de la libertad.
Libertad para quien no quiera que le obliguen a esterilizar a sus perros o gatos, para quien se niegue a aceptar que en lugar de su veterinario de confianza sea un comisario político quien le diga cómo tiene que tratar a sus animales queridos, quien le impida adquirir un canario o un periquito o criar con su pareja de unos u otros, quien le canalice hacia supuestos santuarios de animales para adquirir cualquier mascota, o quien le amargue la vida controlando hasta lo demencial la relación entre animales y personas.
Veneno en el caramelo
Los mejor pensados o, si se quiere, los más inocentes caerán en la aceptación del dulce sabor de este caramelo envenenado: cuidado que estamos en manos de liberticidas.
Por supuesto que hay que tomar las medidas necesarias para que cese la plaga de abandono de animales domésticos. Quien abandone a su perro, a su gato o a cualquier animal doméstico demuestra ser una persona carente de sentimientos, por no decir marcadamente antisocial, que merece que caiga sobre su conducta todo el peso de unas leyes que deben ser estrictas y dotadas de mecanismos de control suficientes, incluso las medidas penales.
"No al abandono" es algo que firmaríamos todos los ciudadanos de bien, y no solo para defender a nuestros animales de compañía sino también a nosotros mismos, pues cabe esperar cualquier tipo de desmanes sociales por parte de individuos carentes no ya de conciencia, sino también de alma; "desalmados", sería un buen calificativo para quienes dejan en una cuneta a una criatura sensible que nunca dejaría de confiar en ellos.
Pero de aquí a tratar como presuntos delincuentes a todos los ciudadanos que reservan un apartado de sensibilidad y cariño para sus animales de compañía, hay un abismo. ¿Quieren los ideólogos de Podemos hacer el favor de aplicar el principio de inocencia a la generalidad de los propietarios de mascotas?
No es necesaria la esterilización total de cachorros para evitar el problema del abandono. Tal práctica conduciría a la extinción de las razas, caninas, felinas, orníticas, etcétera, en un plazo no más allá de diez años, el final del ciclo vital de las diferentes especies. ¿Qué harán después quienes quieran compartir su cariño o su soledad con un animalito de compañía?
No existirán para entonces las clásicas "pajarerías", no se podrá adquirir directamente a quienes hayan criado una camada o una nidada, que serán tratados como delincuentes y tendrán que mantener a sus cachorros o pollitos en la absoluta clandestinidad, como si criar unos canarios o unos periquitos, no digamos unos cachorros de raza de perros o gatos, fuera, que lo será con la nueva ley, un delito horroroso multado con cantidades dinerarias astronómicas.
Lo más alarmante es que la artillería de la lucha contra el abandono no se dirige hacia los focos donde se origina el problema, sino precisamente a quienes más controlan y mejor cuidan a sus animales domésticos, como son los criadores federados que dotan de microchips a sus cachorros o a los ornitófilos que anillan sus pájaros para concurrir con ellos a certámenes y exposiciones en las que se ponen en juego sencillos trofeos deportivos, y en las que, año tras año, va mejorando la selección genética de las razas y el caudal de conocimientos de los criadores.
Los requerimientos que la nueva ley de "supuesta" protección animal son dignos de la desesperación que mostraba el infeliz que acudía a la "ventanilla" la canción de Aute. "Núcleo zoológico", menudo concepto hiperburocrático y utópico capaz de impedir de facto la crianza amateur de animales de compañía. ¡Cuidado ministro Garzón!, que Podemos nos conduce a la aparición de macrogranjas de animales domésticos que tendrán el monopolio de la cría y venta de mascotas.
El famoso "sacrificio cero"
Otro componente del almíbar que baña el caramelo del nuevo proyecto de ley es el llamado "sacrificio cero". Naturalmente que esto es lo deseable. Muy pocos ciudadanos se opondrían a que con una infinitésima parte de sus impuestos se financiara la supervivencia de animales viables recogidos tras su abandono.
Para lograr este objetivo son necesarias dos tipos de medidas: las encaminadas a minimizar el problema del abandono, que son medidas basadas en la educación y si hace falta en la represión incluso con medidas penales, y las financieras, para dotar a las autoridades municipales y autonómicas de los presupuestos necesarios para mantener centros de recogida dignos y capaces de mantener animales viables hasta su adopción.
En la necesaria brevedad de este artículo no podemos entrar en facetas tan importantes como la aplicación de las medidas del nuevo proyecto a los colectivos implicados en el medio rural, sean cazadores o ganaderos. Nos da la impresión de que la rebelión que en estos momentos despierta la incomprensión de las necesidades reales del mundo rural se extenderá también a la repulsa de la ideología animalista podemita que nada sabe de zootecnia ni de sentido común. El animalismo radical es un movimiento ultra-urbano.
Perros, ladrad; gatos, maullad; canarios, cantad a plena siringe: seguramente vuestros dueños no se dejarán engañar por vuestros supuestos protectores. Recordad cómo protegió el animalismo radical a los caballos artistas del circo mexicano: enviando a todos al matadero.
Parece que esta ley se está tramitando a toda prisa, sin esperar a la multitud de recursos de los afectados. Todos los que conocemos en este sentido derrochan lógica y moderación y solo piden seguir disfrutando de la compañía y el cariño de sus animales. No se molesten en pedir publicaciones o trabajos de la ministra Ione Belarra en relación con la veterinaria y la etología: no es profesional ni conocedora de estos temas, solo está conducida por su ideología. Por cierto, su celeridad en la tramitación de estas leyes animalistas contrasta con la "prudencia" y consideración a largo plazo con que enfoca su revisión de las circunstancias que afectan a las residencias de ancianos. Repetimos: mascotas del mundo, manifestaos con vuestros respectivos sonidos, sean cantos, ladridos y maullidos, pero sobre todo, los que sepáis, aullad con todas vuestras fuerzas.