
El Atlético que corre es el Atlético que gana y eso lleva siendo así desde que Simeone aterrizó en Madrid en diciembre de 2011 y cogió las riendas del equipo colchonero. Es cierto que ante Osasuna el equipo hizo algo más que correr y ser intenso, pero para mí lo fundamental en el equipo de Simeone para intuir si va a ser una tarde interesante o no es ver la lucha por los balones divididos. Si en esa lucha de los primeros minutos, el balón acaba más de la mitad de las veces en los pies colchoneros, raro será que este Atlético, por calidad, no se lleve el encuentro. Eso mismo pasó en Pamplona y el resultado fue de 0-3 en uno de los campos que se le suelen atragantar a todos los grandes.
Para bien o para mal y como he dicho anteriormente, al Atlético se le ve venir de lejos. Ojo, al Cholo y sus planteamientos, también. Es un equipo que te hace spoilers continuos de la ‘película’ que vas a ver durante 90 minutos y por suerte el sábado ni fue una cinta de terror ni tampoco un thriller de misterio. El Atlético fue, por fin, igual o más intenso que su rival y así es complicado ganarle al equipo de Simeone. Quizá vino bien que Gil Marín hablase unas horas antes con la plantilla para dejarles claro que entre ellos y el Cholo se quedaba con el míster argentino. No sé, quizá vino bien dejar las cosas bien claritas de una vez por todas, aunque sinceramente creo que ha tardado demasiado en abrir la puerta para cerrarla dando un portazo. Para poner, a fin de cuentas, un poco de orden en un vestuario que, por momentos y por el volumen de los llantos y las excusas escuchadas, se ha parecido más a un jardín de infancia que al cuartel general de un equipo campeón.
El Atlético fue intenso en Pamplona y a partir de ahí ya podemos analizar todo lo demás. Podemos destacar la presencia de Héctor Herrera en el centro del campo para equilibrar lo que no han podido hacer últimamente entre De Paul, Kondogbia y el propio Koke. Podemos también hablar del retorno del mejor Joao Félix a la titularidad con un gol y una asistencia a Luis Suárez. Como no, debemos mencionar el golazo de Lucho y no olvidarnos de un Correa siempre estelar. Y, por supuesto, no obviar que la portería del Atlético se mantuvo a cero, algo que se consigue a base de intensidad y concentración general. Bueno, eso y que la presencia de Giménez y Savic sea más habitual en el once, porque antes se decía de memoria Juanfran, Godín, Miranda, Filipe y ahora ya no sabes si Vrsaljko, Savic, Felipe, Lodi... si Llorente, Giménez, Hermoso, Reinildo o si hay que innovar del todo con un Llorente, Kondogbia, Hermoso, Felipe y Carrasco.
Aún así, sigo manteniendo que el once del Atlético de Madrid me preocupa bastante poco en la previa de los partidos. En el 90% de los casos, el equipo de Simeone saca un once bastante mejor que el de sus rivales. El problema llega con el planteamiento y con la actitud de dicho once. El 0-3 de Osasuna, siendo ante todo un resultado más que positivo, remarca a su vez que lo que pasó el pasado miércoles ante el Levante fue una vergüenza absoluta. De planteamiento por parte de Simeone y de ganas por parte de los jugadores. No tuvo peor once el Atlético frente al colista que frente a Osasuna. No tuvo un centro del campo con menos capacidad para llevarse balones divididos y mandar en el partido. Tampoco tuvo menos calidad en defensa para no tener fallos de concentración y mantener la portería a cero. La diferencia estuvo en la orden desde el banquillo y en las ganas dentro del terreno de juego.
Por esa reciente vergüenza frente al colista, a este Atlético se le debe felicitar por el partido en Pamplona, pero nada de fiestas, besos y abrazos. Nada de hablar de puntos de inflexión. Ni de broma. Ya no. Hace unos meses, ok. Después de las remontadas ante Valencia y Getafe, vale. Ahora ya no valen los discursos y las promesas. Principalmente porque no se han ganado la credibilidad por parte de la afición con esas palabras. Ahora lo único que valen son los hechos que este miércoles en Champions ante el Manchester United y el sábado ante el Celta en Liga, ninguno de los dos rivales sea más intenso que el Atlético de Madrid. Como mínimo eso y luego que el partido se decida por calidad o por detalles, no por regalos locales. Porque nadie debe olvidar que lo que hizo el conjunto rojiblanco en Pamplona fue simple y llanamente lo que debía hacer, ponerle ganas y llevarse los tres puntos. Nada más. Sacar un notable en una evaluación llena de suspensos no te redime y esa debe ser la mentalidad del vestuario. Y, si hace falta, se vuelve a bajar al vestuario a dar portazos porque faltan muchos 0-3 y 3-0 fuera y dentro del Metropolitano para solucionar lo hecho en los últimos meses.
