Menú
Enrique Navarro

Los próximos errores de Putin

Ucrania, por primera vez, cree en la posibilidad de recuperar lo perdido en 2014.

Ucrania, por primera vez, cree en la posibilidad de recuperar lo perdido en 2014.
Coches calcinados a las afueras de Irpin | EFE

Casi dos meses después del comienzo de la invasión de Ucrania por Rusia, nos encontramos ante una nueva fase de la guerra. La primera terminó en un tremendo fracaso para Rusia incapaz de conseguir sus tres objetivos primarios: la caída del gobierno de Zelenski, impedir la ampliación de la OTAN y el control del Donbass. Rusia nunca estimó un largo y penoso asedio para tomar la capital, y cuando se percató de que la resistencia iba a ser épica, decidió variar los objetivos para no morir en las puertas de Kiev. Además para esta estrategia necesitaba a Minsk; pero Bielorrusia apenas tiene capacidad militar y su presidente llegó a la conclusión de que esta guerra podría acabar con su dictadura que dura ya casi treinta años, por lo que le hizo un "Hendaya" a Putin.

Ahora se trata de controlar el este del Dniéper y reducir Ucrania a un estado fallido al expoliarle grandes zonas agrícolas y mineras. Reducir la invasión solo a las regiones del Donbass les dejaría en una situación táctica muy débil frente a Ucrania y condenaría a Crimea a quedarse sin agua potable.

Sin embargo, esta nueva fase también fracasará, a pesar de que será larga en el tiempo y penosa en cuanto a la destrucción y muerte que dejará. Estos serán los inevitables errores de Putin que le conducirán a replantear en unos meses las operaciones hasta el punto de considerar una paz de mínimos.

Las tropas rusas están exhaustas tras meses de despliegues y operaciones con una moral por los suelos. El hundimiento del buque insignia de la flota del Mar Negro es sobre todo un aviso de la capacidad bélica de Ucrania que todavía dispone de lanzaderas de misiles, radares, y armamento ligero. Colocar a la Armada al alcance de misiles ucranianos es un error por el que se ejecutaban almirantes no hace mucho tiempo.

Un ataque frontal en las llanuras del este será un calvario para Rusia que solo tendrá como recurso destruir las ciudades sin que por ello consiga ninguna ventaja táctica. Una operación como la que plantea Rusia debería ser una combinación de fuego aéreo y de artillería durante semanas para destruir las posiciones ucranianas y posteriormente lanzar los carros de combate y la infantería, pero Ucrania se defiende con alta movilidad y escasa infraestructura que destruir. Adentrarse en las llanuras puede ser el final de las divisiones blindadas rusas. Moverse por una meseta de 600 kilómetros de ancho y 300 kilómetros de profundidad es una operación complicadísima que requerirá de miles de plataformas y centenares de miles de hombres que ya sabemos que Rusia no tiene.

La deficiente logística se acentuará en esta fase. Es famosa la frase del general Bradley de que "los aficionados hablan de estrategia y los profesionales de logística". Este ha sido sin duda el Talón de Aquiles ruso. Sus poderosas armas de combate con ruedas pinchadas durante días, el uso de camiones civiles con nula capacidad off the road; la ausencia de carros de recuperación y de zapadores, la falta de combustible y de munición en las primeras líneas, son deficiencias imperdonables en una invasión. Ha sido nula la capacidad de reparar los vehículos dañados en segunda línea, y el error más grave, los depósitos que deben apoyar las operaciones no pueden estar a más de doscientos kilómetros del frente; es decir la logística avanza con el ejército; es imposible lanzar una operación en Ucrania apoyándose en exclusiva desde Rusia. La vulnerabilidad de estos desplazamientos amenaza con cortar drásticamente las líneas de suministro y en el caso de la ofensiva en el Este, estos problemas se multiplicarán por diez. Recordemos que fue Eisenhower quien detuvo a Patton en su marcha acelerada hacia París, para no alejarse de sus líneas de suministro, lo que hubiera llevado a una complicadísima situación a las tropas aliadas. Rusia no tiene ni doctrina ni capacidad para adentrase en territorio ucraniano en estas condiciones.

Rusia ha despreciado el factor tiempo, considerando que jugaba a su favor. Mantuvo durante meses a sus tropas alrededor de Ucrania, permitiendo preparar al país para la invasión. En esas semanas entre noviembre y febrero, Ucrania recibió combustible, munición, puso sus fábricas a buen recaudo, y comenzó a recibir material militar. En estos dos meses de fracaso militar, Rusia ha permitido que Ucrania no reciba ya solo lanzacohetes y armas cortas, sino una amplia panoplia de equipos, mientras que ha sido incapaz de cortar internet y la telefonía en el país, perdiendo asimismo la batalla de la comunicación. En estos dos meses Ucrania ha equilibrado la balanza, aunque tiene un tremendo hándicap, la ausencia de medios aéreos; no obstante su capacidad de defensa antiaérea compensa en gran parte esta carencia.

Rusia ha demostrado un gran atraso tecnológico en sus sistemas. Los aviones y helicópteros no salen para evitar a los misiles de corto alcance; han debido sacar a sus unidades navales fundamentales para apoyar las operaciones en la costa del radio de acción de los misiles, perdiendo una inmensa capacidad de fuego, de protección y dirección de sus unidades aéreas, que ahora están cegadas. Sus sistemas de armas están obsoletos y carecen de capacidades que Occidente ha suplido hace décadas. Mantiene una gran capacidad de fuego, pero es incapaz de llevarla al frente y de generar una ventaja táctica.

La ofensiva rusa en el Este requerirá de un frente muy amplio y profundo en el que deberá tomar ciudades como Jarkov, Dniepetrovsk con un millón de habitantes, Zaporiya con 716.000 y al menos otras diez urbes de más de doscientos mil habitantes. Es decir, que veremos repetidas en varias ocasiones las imágenes de Mariupol. Las muertes civiles por la ofensiva del este excederán de las cien mil y Rusia podría sufrir decenas de miles de bajas. Ya no cuentan con la protección de las marismas del sur de Bielorrusia y norte de Ucrania; las tropas rusas deberán moverse en campo abierto, y la única opción de que esto sea exitoso es a base de destruir todo cuanto se encuentren por delante de sus líneas con la aviación estratégica de reducida precisión y gran capacidad destructiva, y la potente artillería rusa, con los riesgos de esta exposición.

Las sanciones en el caso de una guerra larga comenzarán a producir un daño económico y moral enorme en la población rusa. El desabastecimiento comienza a ser la tónica general; la distribución de alimentos y de productos de primera necesidad está muy limitada; los precios se han duplicado y existen carencias importantes en gasolina y dinero en efectivo; las empresas se han quedado sin liquidez y el sistema financiero está bloqueado; los impagos de salarios crecen a un ritmo de un 50% semanal. Los recursos para la guerra son escasos y proceden ya de recortes en salarios públicos, sanidad y educación. Rusia no dispone de fondos para sostener más de seis meses de guerra salvo una intervención total de los medios de producción, es decir, más miseria. No hay dinero para reposición de material, ni para reemplazo de tropas y en un mes no se podrán pagar los sueldos públicos. Rusia empieza a sentir que están en guerra y no en una operación técnico-militar.

Ucrania ya no aspira a una paz por territorios en el Este. Por primera vez cree en la posibilidad de recuperar lo perdido en 2014 al constatar que Rusia era un gigante que sigue teniendo los pies de barro ahora que no lo es. A Putin solo le quedaría el uso de armamento nuclear, pero y después ¿cuál sería el beneficio? Ni siquiera podría sostener una ocupación real de un país de 600.000 kilómetros cuadrados.

Sin embargo, Ucrania necesita todavía mucho para poder revertir lo que se le viene encima; necesita más defensa antiaérea, artillería de profundidad, lanzacohetes y misiles contra-carro, drones y armamento ligero. Si el suministro no se detiene, lo que hoy no parece posible al abandonar Rusia las operaciones en el oeste, Ucrania podría infringir una dura derrota al ejército ruso en las llanuras al este del Dniéper.

Incluso en el hipotético caso de que Rusia ocupara el Este, no solo no habría alcanzado ningún objetivo inicial, sino que tendría a la Ucrania de Kiev ingresando en la OTAN, al igual que Finlandia y Suecia, y no podrá hacer nada más que exponer sus bravuconadas nucleares. Una Ucrania en la Alianza Atlántica con Odessa como base naval sería un escenario horroroso para la seguridad de Rusia en el Mar Negro.

Rusia ha invertido en una gran escaparate de armamento pero se olvidó del día a día, de la estrategia, de los repuestos, y en general de todo ese gasto militar que no deslumbra pero que diferencia a los ejércitos poderosos de los de desfile, corrupción y nepotismo industrial.

Temas

En Internacional

    0
    comentarios