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EDITORIAL

Un gran pacto del que deben congratularse PP y Vox

Lo que es motivo de celebración y alegría por parte de los votantes, tanto del PP como de Vox, no debe dejar de serlo en sus representantes

Alfonso Fernandez Mañueco preside el primer Gobierno de coalición entre el Partido Popular y Vox. El líder popular ha tomado posesión del cargo este martes después de ser investido por las Cortes autonómicas hace escasos días y ha anunciado posteriormente la composición de su equipo, sin prácticamente novedades. No le falta razón a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Diaz Ayuso -quien ha acudido a la toma de posesión de Mañueco- al "celebrar" y mostrar su "alegría" por el "gran pacto" alcanzado por estas dos formaciones constitucionalistas que harán de Castilla y León una Comunidad "socialismo free" al menos durante los próximos cuatro años. La alegría por el acuerdo alcanzado por estas dos formaciones constitucionalistas, ambas pertenecientes a la orbita liberal/conservadora, contrasta, lógicamente, con el artero y sectario pesar manifestado por el gobierno socialista que, además de cogobernar con una formación comunista -algo sin parangón en la Europa democrática- no tiene tampoco escrúpulo alguno en pactar con formaciones que, a diferencia de Vox, son abiertamente contrarias al ordenamiento constitucional, como los proetarras de Bildu o los golpistas de Esquerra Republicana.

Lo que ya resulta menos lógico es el contraste, aun cuando sea mucho menos acusado lógicamente, que ofrece la entusiasta bienvenida que le ha brindado Ayuso y el propio Mañueco al acuerdo con Vox comparada con el distante y frio recibimiento que le ha dispensado el propio presidente nacional del PP, Alberto Nuñez Feijóo. Y no lo decimos tan sólo por el hecho de que Feijóo -a diferencia de Ayuso y Abascal- no haya acudido a Valladolid a respaldar la investidura de Mañueco y haya preferido reunirse con representantes sindicales y de la patronal, sino también por aquel frío y hasta quejumbroso comentario que el nuevo presidente del PP brindó al acuerdo alcanzado en Castilla y León por su partido y Vox: No sólo se desvinculó del mismo al asegurar que se trataba de un acuerdo que Mañueco había adoptado en el ámbito de "su estricta responsabilidad", sino que Feijóo "culpó" literalmente del mismo al PSOE por oponerse a que gobernase la lista más votada.

Al margen de que la "acusación" de Feijóó era en parte falsa -Sánchez sí había ofrecido al PP abstenerse a la investidura de Mañueco si el PP rompía sus pactos con Vox en toda España- las palabras de Feijóo translucían cierto complejo y cierta interiorización de esa denigrante y calumniosa caricatura que presenta a Vox como una formación fascista y de extrema derecha a la que habría que imponer un "cordón sanitario", tal y como el que los socialistas en su día quisieron hacer con el propio Partido Popular.

Y es que, aunque Feijóo no haya llegado al estúpido extremo de considerar "ilegítimo" el acuerdo con Vox, parece casi tan preocupado como la izquierda con el hecho de que el PP tenga que recurrir a su ayuda para desbancar a los socialistas del poder. Prueba de ello es la insistente ocurrencia de Feijoo de proponer a los socialistas un acuerdo por el que gobierne "la lista más votada".

Al margen de que el nuestro es un sistema parlamentario y no un sistema presidencialista, Feijóo también debería saber que PP y Vox pueden ser considerados como lo que, en ciencia política, se conoce como "socios naturales": Formaciones que, aun teniendo legitimas diferencias programáticas, pueden y deben tener el derecho de llegar a acuerdos y conformar gobiernos poniendo de relieve lo mucho que les une sobre todo en comparación con otra alternativa. Confiemos en que la cordial conversación telefonica que ya han mantenido Feijóo y Abascal, sea un primer paso para que ambos partidos se traten con naturalidad y como socios potenciales. Si por el contrario, Feijóo pareciese más cómodo llegando a pactos con el PSOE que con VOX, eso sería ciertamente muy beneficioso para la formación de Abascal, que seguiría viendo engrosar sus filas con ex votantes del PP. Pero desde luego ese estúpido y suicida complejo de Feijóo sería letal para el PP y para España. Es legitimo y lógico que el PP -como Vox o como cualquier otro partido- se presente a las elecciones con la ambición de ganarlas con la mayoría suficiente para no necesitar pacto alguno. Lo que es de psiquiátrico es que, una vez se constate que no se obtiene la mayoría suficiente, las formaciones llamadas a entenderse por sus propios votantes no lo hagan con la mayor naturalidad. En Castilla y León, finalmente, lo han hecho. Y lo que es motivo de celebración y alegría por parte de los votantes, tanto del PP como de Vox, no debe dejar de serlo en sus representantes.

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