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Cristina Losada

A la caza de cabezas

Si les da las cabezas que piden para que empapen sus pañuelos en sangre, será porque al presidente le conviene cortarlas.

Si les da las cabezas que piden para que empapen sus pañuelos en sangre, será porque al presidente le conviene cortarlas.
Margarita Robles antes de comparecer en el Congreso | EFE

El método de Eisenhower para resolver problemas que se le resistían era, o eso dijo, hacerlos más grandes. Al ampliar el foco, podía aparecer la solución. No es exactamente lo que ha hecho el Gobierno con el affaire del espionaje, pero es verdad que ha realizado una ampliación. La lista de espiados ha crecido. Los separatistas catalanes ya no están solos. Aun así, no están contentos. Nada contentos. No lo están tampoco los podemitas. El tantas veces invocado bloque de investidura, que va desde Podemos hasta Bildu pasando por la Esquerra, no está entregado sólo al pataleo, como en anteriores episodios. Ahora se han vestido de calceteras de Robespierre, de aduladoras de la guillotina, y claman para que rueden cabezas y puedan empapar sus pañuelos en sangre fresca.

El Gobierno está dividido y enfrentado. Los socios de coalición de Sánchez son los más virulentos de los que han salido de caza. Sus portavoces y ministras dicen y repiten que "tienen que rodar cabezas" y lo dicen relamiéndose. Ya se había entrevisto en sus fantasías políticas que lo que más les gusta de la Revolución es el terror. Pero en este asunto hay más materia que la reveladora truculencia de la expresión elegida. No se olvide que el control del CNI fue una de las demandas que le presentaron a Sánchez hace años. Lo querían para ellos. Y no se habrá olvidado que tienen en la diana a la ministra de Defensa, la misma que dio el visto bueno a la promoción de la directora del servicio de inteligencia.

El montaje del Catalangate se le puede haber chafado en parte a los separatistas, pero la ampliación del problema que ha hecho el Gobierno le ha puesto en bandeja a Podemos dos objetivos a los que apunta desde hace tiempo. Las cabezas que se quieren cobrar los podemitas son dos, aunque harían una fiesta si rodara alguna más y pudieran exhibir la colección como trofeo. Pero ¿será el precio que pidan por seguir manteniendo al Gobierno o van a representar la farsa habitual? Claro que la cuestión decisiva es otra. Es si los socialistas quieren aprovechar la ocasión para deshacerse de la ministra Robles y para poner a un peón del partido al frente del CNI. A un Marlaska dos, para entendernos.

La ocasión brinda el pretexto. Los socialistas pueden hacer lo que quieren hacer sin que lo parezca. No sería una iniciativa de Sánchez, sino una concesión a Podemos y a los de Esquerra para pacificar la coalición y dar estabilidad al Gobierno hasta agotar la legislatura, que es la aspiración del momento. El jaleo que están armando socios y aliados ofrece la coartada para una operación no muy limpia, pero eficaz. Un escándalo más, qué importa. En principio, Sánchez no tendría nada que temer ni de Esquerra ni de Podemos, tan interesados como él en que el Gobierno continúe. Si les da las cabezas que piden para que empapen sus pañuelos en sangre, será porque al presidente le conviene cortarlas.

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