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Pablo Planas

Saint-Denis en España

El problema no son los otros, sino la izquierda y su tolerancia con fenómenos como la inmigración ilegal y el islamismo.

El problema no son los otros, sino la izquierda y su tolerancia con fenómenos como la inmigración ilegal y el islamismo.
La policía retiene a adolescentes magrebíes en Ceuta. | EFE

El peor discurso contra la inmigración es no tener discurso, auténtica especialidad de la izquierda. El asesinato de dos hermanas de origen pakistaní afincadas en Tarrasa ha estado rodeado de un ensordecedor silencio. Semanas antes de que fueran matadas por sus propios hermanos al negarse a contraer el matrimonio convenido por su familia, Mónica Lora, diputada del grupo de Vox en el Parlamento catalán, presentó una propuesta para perseguir los matrimonios forzosos. Cada año se detectan decenas de casos en Cataluña, pero deben de ser cientos, tal vez miles. Se trata de una costumbre muy arraigada en determinadas comunidades, sinónimo políticamente correcto del término gueto. Los grupos nacionalistas y los de izquierda (indistinguibles en asuntos sociales) votaron en contra. Adujeron que la moción tenía tintes xenófobos. No era la primera vez que estos grupos se oponían a las iniciativas de Vox contra esa clase de prácticas.

Sucede exactamente lo mismo con cualquier delito cometido por personas de origen extranjero. La reacción de la izquierda siempre tiene que ver con la protección de la identidad y la procedencia de los delincuentes, como si sus derechos a la intimidad, el honor o la presunción de inocencia fueran más importantes que cuando ese mismo delito es cometido por ciudadanos de nacionalidad española. El tratamiento de los crímenes sexuales, de las violaciones individuales o en grupo es totalmente diferente, como demuestra el trato político e informativo de las infaustas manadas.

El pasado viernes, la concejal del Ayuntamiento de Barcelona Eva Parera, embarcada en la construcción de una alternativa constitucionalista a PP y Ciudadanos, exigía a la alcaldesa Colau que presionara a la Generalidad para que repatríe a los menores no acompañados que hayan cometido algún delito. Su tesis es que la primera obligación humanitaria de las Administraciones Públicas es devolver a esos menores a sus padres o, en su defecto, a las autoridades de su país. Sólo el PP votó a favor de la intervención de Parera.

Al hilo de lo ocurrido en Saint Denis con ocasión de la final de la Liga de Campeones, la izquierda lo ha vuelto a hacer. Los asaltos, atracos, agresiones sexuales y demás delitos padecidos por los aficionados del Real Madrid y del Liverpool a manos de hordas incontroladas de franceses de origen magrebí han sido silenciados por sus medios, que han comprado la versión oficial del Gobierno francés sobre una estafa a gran escala con entradas falsas.

Nada que opinar sobre un sistema de integración que pretende implantar los valores laicos de la república francesa sin alterar un ápice los valores de la religión islámica. Nada que decir tampoco sobre la sensación de impunidad de los maleantes a lomos de los discursos multiculturalistas. Los mismos que callan no se olvidarán de felicitar el Ramadán a los fieles del islam mientras ignoran la Semana Santa y reducen la Navidad al solsticio de invierno. El silencio es tan atronador como el que se cernió sobre los autores de la matanza de las Ramblas el 17 de agosto de 2017, hijos de la inmigración magrebí en la Cataluña central, educados en la escola catalana y seducidos por el mismo mal que quienes cometieron el atentado de Bataclan del 2015 en París, una célula procedente de la banlieue de Saint-Denis.

Hay voces que alertan de que lo ocurrido en un suburbio de París la noche del sábado es el futuro que nos espera en las grandes ciudades españoles si no se pone freno a la inmigración ilegal. Pero ese futuro ya está aquí y no se puede combatir cerrando las fronteras. Eso sería demasiado fácil, incluso. Se trata de imponer una forma de vida que no atente contra la libertad y la dignidad de las personas, incluidos los cristianos en general y las mujeres en particular. El problema no son los otros, sino la izquierda y su tolerancia con fenómenos como la inmigración ilegal y el islamismo. Y no estaría de más empezar por aplicar la teoría de la ventana rota para todos.

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