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Alonso Holguín

Nos odia

Nos odia, Pedro nos odia.

Nos odia, Pedro nos odia. Si antes ya nos considerábamos hermanos, familia, en lo bueno y malo, ese individuo nos ha condecorado a todos en los últimos tiempos. ¡Enhorabuena, queridos!

Piolines

El pajarito creado por la factoría Walt Disney se pintó en un buque. Dicho crucero fue alquilado para los nuestros, junto a otros dos más, para servir de alojamiento cuando fuimos enviados a sofocar el previsible golpe de Estado en Cataluña. Fuimos todos: los desplazados, quienes se quedaron doblando el servicio al resto de España y quienes no pudimos ir aunque lo deseásemos por encima de todo.

La banda de separatas, incluidos algunos funcionarios que vendieron su alma por un puñado de miserias, avisaban de manera coordinada de la salida de las diferentes patrullas o vehículos en convoy: "Salen los piolines", "veinte piolines en un colegio electoral pegando a gente". Evolucionaron sus apelativos, de "maderos" y "picoletos" a "piolines". El insulto es la herramienta del cobarde, a falta de sólidos argumentos.

Una noche, mientras caían piedras y macetas sobre los cascos y cuerpos de nuestros compañeros, además de botellas incendiarias de gasolina, al ministro de Interior se le hizo hora de cenar. Nosotros, con el estómago cerrado, rezando a lo más sagrado, veíamos esas revueltas de terrorismo callejero. En cambio, el señor ministro fue a un local de moda en la noche madrileña. Se zumbó una hamburguesa, regada con vino blanco, y un mojito de postre. ¡Que no pase hambre su señoría! En lugar de estar al pie de la noticia, de las novedades sobre esos hombres y mujeres al servicio de España, el tipo aplacó esa necesidad fisiológica que puede dejarse pasar un día o adelantarse. ¿Quién es peor de los dos, si ambos nos desprecian?

Desprecio

Se celebraba el acto central del Día de las Fuerzas Armadas en Huesca. La culminación de una semana con actos en los diferentes acuartelamientos del Ejército. La institución trata de acercarse a los ciudadanos. Mostrar, enseñar, abrir las puertas para ser más próxima; demostrar su utilidad y servicio diario en defensa de nuestro territorio, nuestra libertad, nuestra paz.

Este año coincidió con la campaña electoral andaluza. ¡Mecachis la mar! Pedro Sánchez tenía un compromiso allí y no acudió a Huesca. Su cohorte reservó varios vagones del AVE. Un completo equipo de grabación aprovechó para filmar el viaje. Es noticia, sin duda: Pedro viaja en tren y desprecia el avión. Noticia rara. Muchos nos preguntamos quién habrá pagado esa reserva. ¿Irían todos los asientos ocupados por personas o maletas, o libres de carga? No se preocupen, volvió en el avioncito Falcon.

Odio

Lo más fácil en este hermoso país llamado España es querer a los servidores públicos antes referidos. Apreciar a aquellas buenas gentes que cuidan de las propiedades, que permanecen en vigilia para proteger nuestro descanso frente a los malos; que no dudan en acudir a los lugares de peligro para defendernos de aquellos que pretenden subvertir el orden; que arriesgan el pellejo para salvar a cualquiera. Somos parte de la sociedad. Padres e hijos, nietos y madres, primos y hermanos, amigos o conocidos, la mayoría tenemos alguien cercano dentro de ese grupo.

¿Todos? No, todos no. Pedro está por encima de todo el mundo, incluso de sí mismo.

Nos insultó cuando dio el pésame en el Parlamento a la formación etarra: un preso perteneciente a ETA falleció en su celda cumpliendo condena. Nos ha insultado llamándonos "piolines", sin saber que para ser piolín hay que aprobar varias oposiciones, algo que desconoce su persona. Nos desprecia al preferir el rodaje de una mierda de documental en lugar de acompañar a S. M. el rey Felipe VI el Día de las Fuerzas Armadas.

¿Qué conclusión sacamos? Nos odia.

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