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Pablo Molina

Se les murió el amor

El presentador de Al Rojo Vivo se queja de que Podemos hace con él lo que antes hacían La Sexta y Podemos contra todos los demás.

El presentador de Al Rojo Vivo se queja de que Podemos hace con él lo que antes hacían La Sexta y Podemos contra todos los demás.
García Ferreras y Pablo Iglesias, en Al Rojo Vivo | La Sexta

La relación de Antonio García Ferreras y Pablo Iglesias no atraviesa sus mejores momentos. Si fueran otro tipo de folclóricas, más propicias al descuartizamiento televisivo, Mediaset tendría asegurada la parrilla diaria de los próximos tres meses pero, aunque el periodismo político en su vertiente progresista pretende ser una cuestión muy seria, Iglesias ya ha advertido que va a poner el asunto en manos de sus abogados, frase tremenda con que los famosos dan inicio solemnemente a sus guerra fratricidas y que nos permite suponer que esta batalla sexto-podemita va para largo.

Los audios de Villarejo, en los que García Ferreras sale malamente retratado, están en el origen de este enfado monumental de los ultraizquierdistas con su valedor inicial en la escena mediática, al que tanto deben. La Sexta fue el trampolín televisivo de Iglesias y la banda chavista en los comienzos de su aventura política y García Ferreras el responsable de informativos de una cadena que no dejaba ninguna noticia, por nimia que fuera, sin el comentario final de un líder podemita. Así se lo pagan. Ahora exigen que se retire del periodismo y amenazan con enviarlo a la cárcel, porque suya es la culpa de que Podemos no arrasara en las elecciones generales, según aseguran los ultraizquierdistas en un arrebato psicótico que explica muy bien por qué están desapareciendo con estrépito y deshonor de la escena política nacional.

El que queda fatal en esta guerra es García Ferreras, al que le suponíamos más gallardía profesional. Sus explicaciones tras la bronca monumental de Iglesias tienen el tono de la pareja pillada infraganti con la vecina del quinto: "cariño, no es lo que parece, puedo explicártelo todo". Pero el despecho de Iglesias, un narcisista de libro, se traduce en un odio irrefrenable cuando se siente traicionado como ha ocurrido con La Sexta, una cadena antes progresista, convertida hoy en el vertedero más hediondo de las cloacas de los poderosos y sus esbirros mediáticos.

El presentador de Al Rojo Vivo se queja de que Podemos hace con él lo que antes hacían La Sexta y Podemos contra todos los demás. Porque para operaciones dirigidas a deslegitimar, amedrentar y asesinar civilmente a los dirigentes de otros partidos, las que orquestaban ellos desde los platós de la cadena. Los ejemplos de Francisco Camps o Rita Barberá, por su bajeza y crueldad, nos eximen de mayores explicaciones.

Pero la que mejor ha entendido las claves de esta guerra de Podemos contra La Sexta es una de las tertulianas de García Ferreras, directora, a su vez, de un digital progresista, que zanjó el día de autos este penoso asunto aclarando que hay medios de comunicación a los que acude Pablo Iglesias a opinar "que han publicado muchos más bulos y mentiras que esta casa". "Incluso", le faltó añadir. Pocas veces ha resultado tan divertido asistir a la ruptura dolorosa de una relación tan entrañable como la de Iglesias y Ferreras, enemigos irreconciliables a los que Villarejo les ha matado el amor.

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