
Barcelona, leo en un periódico de esa provincia, perdió más de 130.000 pobladores solo durante los doce meses de 2021. Un éxodo silencioso. Desde el cambio de siglo, Barcelona sumó a los habitantes que ya tenía el equivalente a toda la población de la ciudad de Huelva. El problema, si se le puede llamar problema, es que, y en idéntico periodo, Madrid ha añadido a los censados de que disponía, además de el equivalente a toda la población del municipio de Huelva, a toda la población del municipio de Lérida, suma a la que habría que añadir asimismo toda la población del municipio de Gerona. Ganan, pues por goleada.
Pero no queda ahí la cosa. Porque, a lo largo de esos cuatro lustros consecutivos, Madrid ha crecido mucho incorporando en términos relativos a muy pocos habitantes extranjeros, al punto de que ahora mismo no alcanzan el 15 % del padrón; Barcelona, por el contrario, ha crecido muy poco en términos absolutos, poquísimo, pero esa magra expansión humana se ha apoyado de modo prioritario en la incorporación de no nacionales, la mayor parte de ellos de origen extraxomunitario. De ahí que su volumen en el caso la capital catalana roce ya el 30% de los resientes oficiales, sin contar a los muchos que lo hace de modo permanente e irregular.
En Madrid están hoy los mismos que ya estaban allí hace veinte años, además, claro, de todos los que llegaron después. Pero lo que ha ocurrido en Barcelona resulta ser muy distinto. En Barcelona nos hemos marchado a otra parte un tercio de sus pobladores autóctonos, los de la ciudad de toda la vida, y nuestro hueco lo ha ocupado ese tercio de extranjeros que figura en las estadísticas. Por eso, una ciudad se parece cada vez más a Frankfurt, y la otra a Marsella. Y ahora podemos romper a llorar desconsoladamente y decir que el poder, claro, está en Madrid. Pero es que el poder ha estado siempre en Madrid. ¿O los ministerios los acaban de poner hace un cuarto de hora en la Castellana? El mal no parece que venga de la Meseta. Y la excusa de Colau, ¡ay!, se acabará bien pronto. Pensar que se creían Nueva York...
