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Pablo Planas

Sánchez y 'Txapote'

Queda el "relato" que tiende a justificar todos los crímenes de ETA, que trata a los asesinos como víctimas y a las víctimas como culpables.

Queda el "relato" que tiende a justificar todos los crímenes de ETA, que trata a los asesinos como víctimas y a las víctimas como culpables.
La portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, pasa por delante del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la vicepresidenta Económica, Nadia Calviño y la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, durante la segunda jornada del debate sobre el Estado de la Nación este miércoles en el Congreso. EFE/Chema Moya | EFE

Trece asesinos etarras entre los que figuran Javier García Gaztelu, alias Txapote, y Henry Parot, serán trasladados en breve a cárceles del País Vasco por orden del Gobierno que preside Pedro Sánchez. El historial judicial de Txapote incluye 14 asesinatos, entre ellos los de Gregorio Ordóñez, Fernando Múgica Herzog, Fernando Buesa y Miguel Ángel Blanco. A Parot se le imputaron 82 asesinatos. El primero cumplía su pena en Estremera. El segundo, en la cárcel de El Dueso en León.

Ni Parot ni Txapote han pedido perdón, se han arrepentido, han mostrado propósito de enmienda alguno o se han prestado a colaborar con la Justicia para esclarecer los casi cuatrocientos asesinatos de ETA sin resolver. Sin embargo, se disponen a disfrutar de unas excelentes condiciones en unas prisiones vascas que también el Gobierno de Sánchez ha cedido al gobierno vasco del PNV. Eso fue publicado en el BOE del 7 de julio de 2021 en los siguientes términos: "quedan traspasadas a la Comunidad Autónoma del País Vasco las funciones y servicios de la Administración del Estado sobre ejecución de la legislación del Estado en materia penitenciaria". Fue el "txupinazo" del año pasado.

De modo que lo que les espera a estos terroristas no son los rigores carcelarios, sino una relajada estancia en unas instalaciones regidas por sus mentores ideológicos, una especie de breve cuarentena antes de disfrutar de fines de semana, pernoctas fuera del centro y terceros grados expedidos con sus correspondientes informes favorables.

Con este traslado se entiende perfectamente que el brazo político de ETA, EH Bildu, vote a favor de todos los delirios del Gobierno. También se entienden perfectamente las siniestras sonrisas de Arnaldo Otegi o Mertxe Aizpurua, la portavoz en el Congreso de ese partido. Todo cuadra. Sánchez jamás iba a pactar con EH Bildu "y si quiere se lo repito". Y los etarras con más años de condena a sus espaldas desfilan hacia el País Vasco a la espera de una pronta amnistía y de los homenajes en las fiestas locales.

En el Gobierno calculan que el traslado no tendrá consecuencias, que las víctimas están muy solas y que la oposición no es problema. Y en caso contrario, tardaría dos minutos Sánchez en comparecer en la televisión para presentarse como una especie de aspirante al premio Nobel de la paz.

Los terroristas fueron derrotados por la Guardia Civil, la Policía Nacional, el CNI y los jueces y fiscales que condenaron a los asesinos. Si dejaron de matar no fue por los enjuagues de Zapatero ni por una súbita iluminación. Fue porque habían sido totalmente anulados. Quedó el brazo político que ahora forma parte del sanchismo y exprime su condición de socio de referencia. Y queda el "relato" que tiende a justificar todos los crímenes de ETA, que trata a los asesinos como víctimas y a las víctimas como culpables. Es la "memoria histórica" de Sánchez y sus socios, la de los "ongi etorri" de los asesinos, la que profana las tumbas de sus víctimas y la que permite que ETA disfrute de las mieles de una victoria política a pesar de la derrota policial.

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