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Santiago Navajas

Savater contra Savater

A un amigo no le libras del castigo merecido, sino que lo acompañas en el mismo.

A un amigo no le libras del castigo merecido, sino que lo acompañas en el mismo.
Fernando Savater. | David Alonso Rincón

Parafraseo a Anne Tyler: la manera más clara de dar muestra de entereza es no abandonar a los amigos. Orson Welles reconocía que en muchas ocasiones contrataba como actores para sus películas a sus amigos antes que a intérpretes más adecuados. También decía que se arrepentía siempre de hacerlo. Pero que, sin embargo, lo volvía a hacer una y otra vez. Keynes, desde su alto cargo en el gobierno británico, ayudó a librarse de ir al frente de batalla a varios de sus amigos de Bloomsbury durante la Guerra Mundial, por no hablar de Hayek, su adversario intelectual pero buen amigo, al que ofreció alojamiento en Cambridge cuando, por ser austríaco, podría tener problemas en Londres.

Hacer sacrificios en nombre de la amistad es honorable. Pero hay una tradición intelectual que defiende que no debe sacrificarse la verdad en aras de la amistad. O dicho de otro modo: que no hay mayor homenaje a un amigo que decirle la verdad. En Ética a Nicómaco, Aristóteles explica por qué no ha de callar en la crítica a la teoría de las Ideas de su maestro Platón: "Siendo amigos ambos, es más honrado poner la verdad por delante".

Savater se manifestaba hace un año en contra de los indultos contra los golpistas catalanistas porque "la justificación del Gobierno de que son un medio para ‘fomentar la convivencia en Cataluña’ es peor que los indultos mismos; lo que fomenta la convivencia democrática es el respeto y el temor a la norma compartida".

Sin embargo, ahora es uno de los que han firmado la petición de indulto para José Antonio Griñán, el presidente de la Junta de Andalucía y del PSOE que ha sido condenado por prevaricación y malversación. Un indulto significa borrar la ley, hacer caso omiso del trabajo de los jueces, poner entre paréntesis el Estado de Derecho y crear incentivos para volver a incumplir la ley. Hay casos excepcionales en los que un indulto puede tener sentido por las extraordinarias circunstancias del caso. Ninguna se daba en el caso de Junqueras y compañía, del mismo modo que en el de Griñán y su banda. Siendo amigos, lo más honrado por parte de Savater habría sido poner la justicia por delante.

Habrá quien diga que Savater aplica humanitariamente la justicia con su amigo igual que Camus, que dijo que entre su madre y la Justicia se quedaba con su madre. Pero la cita está mutilada. Respondía el filósofo francés a un estudiante que reclamaba justicia para la Argelia colonizada por Francia, y Camus le respondió: "En este momento se arrojan bombas contra los tranvías de Argel. Mi madre puede hallarse en uno de esos tranvías. Si eso es la justicia, prefiero a mi madre".

Al contrario de Camus, cuando Savater pide el indulto para Griñán no está denunciando una práctica injusta, sino todo lo contrario: afirmando que el Estado de Derecho español está corrompido. Es lo que ha sostenido Miguel Ríos, que ha justificado su apoyo a Griñán, ya que la sentencia sería injusta al estar los tribunales politizados y escorados a la derecha. Al final, no solo no va a entrar Griñán en prisión, sino que le vamos a levantar estatuas, a ser posibles ecuestres para recordar los días en que Savater y Griñán eran colegas asiduos al hipódromo.

Por supuesto, si tu amigo es un delincuente, no le das la espalda. Lo que no significa que le ayudes a escapar de la prisión, sino que vas todos los días que se permitan las visitas a la cárcel para hacerle compañía, recordar los viejos tiempos, darle esperanzas para los futuros días de vino y caballos, además de llevarle una tarta de lima pero sin lima. A un amigo no le libras del castigo merecido, sino que lo acompañas en el mismo. Sobre todo, cuando das lecciones de ética, eres un referente de ejemplaridad y has criticado a los demás cuando homenajean y vitorean a sus amigos delincuentes al salir de prisión. Savater, el filósofo que criticaba los indultos a sus adversarios y que "no quisiera ser ciudadano de un país donde la complicidad o la secta cuentan más que la ley", contra Savater, el cómplice del condenado por malversación y prevaricación porque vio grandes carreras de caballos a su lado. Que lo que era malo para los enemigos resulte imprescindible para los amigos no es un buen alegato a favor de la amistad, salvo que uno haya cambiado Atenas por Corleone.

En el documental Federer-Nadal. El partido del siglo vemos a los dos tenistas rompiendo raquetas cuando eran adolescentes y algo les salía mal. Los padres del suizo cuentan que se sentían avergonzados por su actitud. También Toni Nadal, su tío y entonces entrenador, que le recordaba continuamente el valor de la humildad y que por muy famoso y rico que llegase a ser, no sería sino alguien que le da raquetazos a una pelota. Gracias a las críticas de quienes les querían bien, Federer y Nadal han llegado a ser dos grandes campeones de tenis y dos referentes de conducta ejemplar. Savater ha sido un campeón del pensamiento y un referente de conducta ejemplar. Los que le respetamos siempre, nos sentimos avergonzados hoy, pero no perdemos la esperanza de que rectifique mañana.

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