
Digamos la verdad de una vez. Al PP y al PSOE les trae sin cuidado el Consejo General del Poder Judicial, un órgano de gobierno corporativo interno de un cuerpo funcionarial del Estado en cuyas competencias de gestión ninguno de los dos partidos posee interés especial alguno. A fin de cuentas, el 99% de los cometidos encomendados por ley al CGPJ constituyen materias estrictamente vinculadas al control y ejecución de simples trámites burocráticos relacionados con el personal que integra las plantillas de los juzgados. ¿Para qué demonios les podría interesar a PP y PSOE meter sus respectivas narices en temas como las licencias de maternidad, enfermedad y estudios, los concursos de traslado o las excedencias judiciales?
Y es que, para quien no lo sepa todavía, a decidir sobre cuestiones tan apasionantes como esas dedican la mayor parte de su tiempo y esfuerzos los veinte vocales en disputa. Huelga decir que toda esa farfolla burocrática importa una soberana higa tanto a Ferraz como a Génova. Pero es que la composición personal de los altos tribunales del país, esos cuya designación compete en exclusiva al Consejo, tampoco quita demasiado el sueño ni al Gobierno ni a las fuerzas políticas. ¿O acaso alguien es capaz de imaginar a conservadores y socialistas arriesgándose al definitivo bochorno de que la Comisión sancione a España por la prosaica nadería de poder influir allí donde se sentencian asuntos mercantiles, penales, contencioso-administrativos o civiles?
Resulta algo demasiado estúpido como para semejar verosímil. No, ni a Sánchez ni a Feijóo les importa nada eso. Entonces, ¿cómo entender que por un asunto en el fondo baladí se haya llegado a una crisis de Estado tras una insólita demora de ya cuatro años en la renovación del Consejo? Pues por la muy inconfesable razón de que a los dos partidos sí les importa, y muchísimo, tener mano en un único tribunal, uno muy específico y concreto, a saber: la Sala Segunda del Supremo, por más señas el lugar donde se les juzga a ellos por sus asuntos de corrupción. El resto son cortinas de humo. Así de simple.
