Sánchez sacará gran provecho del fin de la guerra. Seguro. Poco tiempo le queda a la derecha española para desbancar del poder a Sánchez y los separatistas. Soplan para el sanchismo buenos vientos. Quizá el primero de ellos sea el plan de paz preparado por Ucrania con el consentimiento del mundo occidental para que Rusia se retire definitivamente de los territorios ocupados. El segundo es el documento conjunto del G-20 para poner fin cuanto antes a esta guerra. A nadie parece interesarle su mantenimiento. Ni el imperialismo chino ni el capitalismo soportan más tiempo una economía endeble que amenazan sus cimientos. El fin de la guerra no está lejos. Sánchez lo sabe y, por eso, juega fuerte dándole todo a los exterroristas y golpistas para que lo mantengan en el poder hasta que se firme la paz entre Ucrania y Rusia.
Sí, Sánchez en la cumbre del G-20 le dijo a Xi Jinping en tono de suplica que mediara entre Ucrania y Rusia para poner fin a la guerra. Más que retórica, la actitud de Sánchez con Jinping fue cínica, porque él sabía que el presidente de China no sólo ha mediado entre esos dos países, sino que hace más de dos meses ha dado claras indicaciones a Putin para que se retire de Ucrania. Las sugerencias dadas por el mandatario chino ya se han convertido en órdenes. El comunicado final del G-20 más España, país invitado a la cumbre de Bali, así lo constata. Me atrevería a decir que hoy por hoy nadie quiere la guerra. Y eso es algo que Sánchez sabe tan bien como cualquiera que siga la prensa internacional. Por eso, precisamente, Sánchez es un ventajista. Pillería hace de una obviedad.
El pícaro Sánchez también en el ámbito internacional está adelantándose a los planes de la derecha. ¿Sacará algún provecho el PP en clave nacional del fin de la guerra? Me temo lo peor. Creo que Sánchez se ha adelantado a la simplona y raquítica agenda política de Feijóo; mientras que éste es incapaz de prepararse para el final de la guerra, Sánchez sólo hace planes pensando en que la guerra está a punto de acabar. La paz favorece al gobierno de Sánchez. Una época de paz y recuperación juega siempre a favor de los gobiernos; porque si la paz, cualquiera que fuera su coste, llegara en diciembre, según se desprende de muchos estudios y señales (véase la conferencia de Boris Cimorra sobre el origen, desarrollo y fin de la guerra en Res Hispánica), eso implicará que toda la economía mundial se reactivará. Algo que afectaría directamente a España. Quizá Sánchez, aprovechando la ola de crecimiento mundial, consiga detener el proceso de empobrecimiento de los españoles. Por ahí el sanchismo y sus socios separatistas tendría resuelto el asunto, es decir, persistirían en seguir gastando sin control y, de paso, se ejercitarían en lo que mejor saben hacer: clientelismo electoral desde el poder. Comprarán y comprarán votos en todos los sectores de la población… Llenar barrigas por votos es su destino.
Y, sin embargo, cualquiera de ustedes puede objetarme que soy demasiado optimista y que esta guerra va para lejos. No lo creo. También las guerras tiene su punto final. Ésta acabará pronto, sencillamente, porque Putin está hundido. Eso es algo que está dejando claro la Cumbre de Bali. Ni siquiera se ha atrevido a aparecer por allí. Putin fue a la guerra engañado por sus propios servicios secretos, seguramente, con la colaboración de otros servicios secretos de países con más fuerza que Rusia ¿Quién en su sano juicio puede creer que un país de las dimensiones de Ucrania podía ser invadido en una guerra relámpago? Nadie, salvo un necio y arrogante aconsejado por unos potentes servicios secretos. Sea como sea, Putin ha llevado a Rusia al desprestigio total.
Tres cosas ha demostrado esta guerra: la ilegitimidad de su origen, Rusia deja de ser referente de un mundo "multipolar" (bien vigilado por China) y Ucrania ha dado una lección al mundo con su lucha por la libertad. La guerra ha demostrado que era una quimera la pretensión de Putin de reconstruir un "nuevo" Imperio Ruso, a base de controlar la zona de influencia de la Rusia post-Yeltsin de los ex países soviéticos, que formaban parte de la URSS antes de su descalabro en 1991. Ucrania, la pieza fundamental de ese plan, ha desbaratado su objetivo político. La derrota de Rusia en la guerra conduce a este país a su aislamiento del mundo occidental y, lo que es peor para ellos, oriental. El desprestigio de Rusia en el mundo entero es total. Ojalá el fin de esta guerra provoque de uno u otro modo la caída del actual régimen de Putin.
En fin, la guerra de Ucrania y Rusia, por fortuna, llega a su fin. Y, por desgracia, la entente conformada por Sánchez, los comunistas y los separatistas sacará extraordinarios réditos.