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Ande yo caliente y ríase la gente

Sánchez cree que tiene asegurada la mayoría parlamentaria con sus socios independentistas. Los segundos no dan crédito a tanta fortuna.

Sánchez cree que tiene asegurada la mayoría parlamentaria con sus socios independentistas. Los segundos no dan crédito a tanta fortuna.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, saluda al que fuera diputado electo Oriol Junqueras. | EFE

¿Cuándo nos daremos cuenta que estamos en guerra? Soterrada, ejercida taimadamente, minando paso a paso los fundamentos institucionales del Estado de Derecho y de la soberanía de la nación. Sin pausa y cada vez con más prisa. Para el gobierno de Sánchez el ordenamiento jurídico es un mero instrumento al servicio de sus objetivos políticos. Para los nacionalistas, de los suyos. Pedro es su aprendiz circunstancial, un colaborar necesario, su mejor ariete para quebrar España. Ni uno ni otro son demócratas.

Excarcelaciones, indultos, secesión, malversación, desjudialización, al caer un referéndum consultivo… y mentiras; mentiras a destajo y sin pudor. Frente a esa voladura controlada de la Transición del 78 y de las reglas del lenguaje… indignación de la oposición, alguna vergüenza periodística meritoria, y poca cosa más. Las calles siguen desiertas, sin pulso, sin agallas. Y en el PSOE, ande yo caliente y ríase la gente. En tiempos de posverdad, los hechos y su relación con la verdad están a merced de quienes tienen mayor arsenal de medios. Hay un déficit de periodistas en España que hiere como la cuchilla de Buñuel los ojos.

No busquen tanques, ni una declaración de hostilidades. Es una guerra de emociones para conformar marcos mentales y forzar modos de sentir, no de pensar. Ante ellos, la mentira y la verdad han dejado de ser referencias legítimas para juzgar la realidad. Tras esa desolación solo quedan marcos emocionales con los que identificarse. Llegados a ese punto, todo razonamiento es inútil. Y la democracia, una baratija en manos de tahúres. En eso anda el Felón.

No piensen que esta perversión es obra de Sánchez. Sólo es su mentor. Este Lucifer está empeñado en generalizarla a toda España. Tal perversión es un viejo brebaje racista ideado por el nacionalismo catalán para construir una nación. Desde hace ya cuarenta años, o eres demócrata o español, catalán o facha, nacionalista o enemigo del catalán. En resumen, conmigo o contra mí. La posverdad hace décadas que se convirtió en la argamasa del delirio independentista. Ahora ya no hay mentiras ni prevaricadores, solo enemigos de la única emoción, la nacionalista. El sueño de Pedro Sánchez para España entera: de izquierdas o franquista, de derechas o progresista. O sea, demócratas o fachas. Dos bloques para atizar odios, soliviantar emociones y crear colmenas de rica miel donde abrevar por instinto. No se desentierran muertos todos los días después de 50 años, ni se manosea su memoria, por nada.

Pedro Sánchez está buscando como un vulgar Fausto el elixir del poder eterno que los enemigos de España le administran según medida y tajada. Es desesperante ver cómo personas con personalidad contrastada salen cada mañana del Consejo de ministros con el relato aprendido para repetirlo como loros en los medios, sin pudor ni vergüenza. Cuanto más evidente es la obscenidad e indisimulable la impostura, más se empecinan en parecer convincentes. Pareciese que en España la verdad, la coherencia y la honestidad hubieren devenido tan anticuadas como el machismo. Y tratadas de igual forma. La soberbia de Irene Montero es otra cosa. ¡Buuufff!

El nacionalismo no hace prisioneros. Está en guerra, y cuando parecía que la empezaba a perder, llega Pedro el lumbreras y lo rehabilita por un mísero plato de lentejas. Sostiene, para justificar la venta, que ese es el camino de la normalización de Cataluña. ¡Ay! si supiera él lo que significa normalizar algo en Cataluña. De todas las mentiras, esta es la más obscena. Sólo hay que ver las declaraciones de Junqueras o Aragonés celebrando que el el Gobierno español se abra de piernas sin pudor alguno para que la violación sea consentida. La navajada al Rey Felipe VI no ha podido ser más rastrera.

Revertir esa guerra implica saber qué naturaleza tiene. No utilizan tanques, pero sí mentiras y chantajes emocionales, no disponen de un arsenal de armas, pero sí un ejército de funcionarios, maestros, periodistas e informáticos nacionalistas sostenidos con dinero público para distorsionar la realidad y crear un marco emocional capaz de bascular sin resistencias racionales la voluntad ciudadana a sus tesis. La malversación de caudales públicos que ahora quieren eliminar fue el combustible necesario para llevar a cabo sus fechorías. No hay corrupción mayor que desviar fondos públicos para derribar el orden constitucional. Salvador Sostres en Robar por la causa los retrata.

En esta ciénaga posmoderna no solo hay que tener razón y comportarse como demócratas, es preciso revertir la mirada refractaria que demasiados ciudadanos tienen de las evidencia factuales. ¿Por qué nacionalistas que excluyen, desprecian y roban a manos llenas pasan por demócratas y sus víctimas, por rancios? ¿Por qué el presidente de todos los españoles miente ante la mirada de todos a todas horas, y consentimos? Si no cambiamos esa mirada, todo abuso quedará impune. Si no sancionamos esa mirada, no seremos gobernados por demócratas, sino por una banda de mafiosos. Y lo único que nos quedará será elegir bando.

P.D. La próxima hoja de ruta de Pedro Sánchez ya está en la calle a través de sus terminales mediáticas: una confederación plurinacional; y la de sus socios nacionalistas, la independencia. El primero cree que, rota la soberanía, tiene asegurada la mayoría parlamentaria con sus socios independentistas. Los segundos no dan crédito a tanta fortuna. Es tarea de todos impedirlo.

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