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Pablo Molina

El penene Iglesias

Su presencia en los estudios académicos de nivel superior es un excelente indicador de la calidad de la enseñanza pública.

Su presencia en los estudios académicos de nivel superior es un excelente indicador de la calidad de la enseñanza pública.
Pablo Iglesias sin coleta. | Dani Gago/Podemos

Iglesias será finalmente profesor asociado de la Complutense, el destino con el que siempre ha soñado según ha confesado en las redes sociales nada más conocer la buena noticia. Desde ese puesto dirigirá los esfuerzos académicos de los alumnos de Ciencia Política en el ámbito del "Análisis del comportamiento político electoral" y de otra asignatura denominada "Teoría y práctica de las democracias" que, con el nuevo profe, consistirá fundamentalmente en enseñar a hacer escraches y a promover la violencia callejera contra el adversario político. Ahí es nada lo que sus alumnos van a aprender, al menos hasta que se reincorpore el titular de la plaza –actualmente en situación de baja laboral— porque el puesto del podemita emérito no es de carácter fijo, sino que está destinado a cubrir esa eventualidad.

En el departamento de la facultad figuran Monedero y Bescansa y, en el tribunal que lo ha elegido, exdirigentes ultraizquierdistas que han medrado profesionalmente en las cercanías de la banda política que fundó el seleccionado. Pues bien, en ese clima de abierta hostilidad, Iglesias se ha impuesto a los demás aspirantes para hacerse con una plaza que le permitirá transmitir sus experiencias a las nuevas generaciones que surjan de la Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense, ese centro del saber cuyos pasillos mantienen intacta la estética de un campamento del Sendero Luminoso, para que los alumnos aprendan intuitivamente desde el primer día qué van a estudiar ahí.

Al tercer intento, Iglesias entró. Su presencia en los estudios académicos de nivel superior es un excelente indicador de la calidad de la enseñanza pública y la mejor explicación de por qué ninguna de nuestras universidades estatales figura entre las 150 mejores del mundo, a pesar de que España es el decimoquinto país más rico del planeta. La endogamia universitaria acarrea en ocasiones ese doble agravante, que aúna la amistad de los mandarines del departamento con el aspirante y un fanatismo ideológico ampliamente compartido, lo que evita sorpresas futuras en la labor del equipo docente.

¿Qué hace un potentado, con negocios boyantes en ciernes y una presencia mediática apabullante tratando de trincar una plaza académica de ínfima categoría? Pues, además de alimentar su ego insaciable, participar en la intoxicación ideológica de las próximas generaciones de universitarios, una labor de zapa que los comunistas llevan haciendo con éxito desde que el PSOE los metió de tapadillo en la Universidad cuando los hizo a todos penenes, aquellos tristemente famosos Profesores No Numerarios, que en pocos años asolaron todas las cátedras de la Universidad.

A Iglesias ya lo han hecho penene. Vamos a ver ahora el tiempo que tarda en prosperar.

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