
El pasado 23 de julio, sábado para más señas, Pedro Sánchez reunió en Ferraz a su domesticado Comité Federal del PSOE —qué tiempos aquellos en los que en el máximo órgano de los socialistas entre Congreso y Congreso había debate, la gente preguntaba, llevaba la contraria a la dirección…— para intentar levantar la moral de la tropa, muy tocada después del batacazo un mes antes en Andalucía, el territorio sagrado del PSOE, que no solamente perdió, sino en el que el PP sacó mayoría absoluta.
En su fervorín ante los dóciles asistentes, Sánchez verbalizó en no menos de cuatro ocasiones la expresión: "Vamos a por todas". En una de ellas, añadió: "El PSOE ganará las elecciones municipales y autonómicas", en referencia a la cita electoral que tendrá lugar el domingo 28 de mayo de 2023.
Repasando las crónicas de aquel Comité Federal, nadie interpretó en ese momento el auténtico alcance de ese "vamos a por todas" pronunciado por el secretario general del PSOE y presidente del Gobierno. Todos lo entendieron como una arenga a los suyos, para que reaccionaran ante el pésimo resultado en Andalucía y ante lo que en esas fechas señalaban las encuestas que no era otra cosa que un claro triunfo del PP con Feijóo, ya al mando de la nave popular.
Han bastado casi cinco meses para saber qué significaba exactamente ese "vamos a por todas": la reforma del Código Penal para rebajar el delito de sedición; la modificación del delito de malversación; el cambio de los mecanismos previstos en la Constitución para renovar el Tribunal Constitucional; las amenazas con penas de cárcel a los miembros del Consejo General del Poder Judicial que no se avengan a cumplir lo que disponga el Gobierno; la expulsión de la Guardia Civil de Tráfico de un territorio tan clave para el independentismo vasco como es la Comunidad Foral de Navarra; el acercamiento de prácticamente todos los presos de ETA a cárceles vascas a la par que transfería la competencia de las prisiones al Gobierno Vasco; el entendimiento y los pactos con Bildu, tratándoles como si fuera un partido más.
Los objetivos parciales de estas iniciativas están claros: contentar a sus socios golpistas/independentistas de ERC para que le sigan apoyando; controlar el Tribunal Constitucional para que en su momento no le eche para atrás un más que probable referéndum en Cataluña. Y, en el caso de la expulsión de Navarra de la Guardia Civil de Tráfico, para contentar a una petición expresa de los herederos políticos de ETA y contar así con su apoyo para aprobar, como así sucedió, los Presupuestos Generales del Estado.
El objetivo final de esas concesiones de Sánchez y de otras que podrían venir en las próximas semanas es exclusivamente uno: el mantenimiento en el poder, no sólo hasta las elecciones generales, en principio previstas para finales de 2023, sino en ganar estas y poder disfrutar de otros cuatro años en la Moncloa para culminar su proyecto de ruptura de España y del espíritu constitucional del 78.
Ante este panorama, las dos preguntas obvias que se hacen muchos ciudadanos que están totalmente en desacuerdo con estas iniciativas que sólo favorecen a los golpistas/independentistas catalanes, a los herederos políticos de ETA y que afectan al corazón de nuestro sistema constitucional es: ¿qué se puede hacer?, ¿qué se debe hacer?
La respuesta a estas dos interrogantes no es sencilla. Tristemente, los dos partidos del centro-derecha, PP y VOX, no coinciden en las estrategias a seguir. El anuncio de Abascal de presentar una moción de censura con un candidato "neutral" que fuera aceptado por el PP y por Ciudadanos, ha recibido el rechazo de los populares con el pobre argumento de que eso sería dar oxígeno a Sánchez. El PP prefiere seguir el camino de los recursos ante el Tribunal Constitucional y de explicar ante la Unión Europea los atropellos que está cometiendo Sánchez. ¿Pero es eso suficiente? Me temo que una parte importante de la ciudadanía que está harta de este gobierno Frankenstein considera que no, y que habría que hacer algo más.
Sánchez no va a parar a la hora de ese "ir a por todas". Sabe que la primera estación importante es conseguir salir bien parados de las elecciones municipales y autonómicas. Y si eso no sucediera, seguro que tiene más ases en la manga que podría poner en marcha sin ningún escrúpulo. Por ejemplo, la ilegalización de un partido como VOX para, de esa manera, impedir una mayoría en las urnas del PP con el partido de Abascal. ¿Impensable?, ¿ciencia ficción? Con Sánchez no hay límites. El que todavía no entienda eso es que no quiere aceptar la realidad de que en estos momentos tenemos un presidente que es un auténtico peligro para España, para la democracia y para la libertad.
