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Emilio Campmany

Rencor en la urna

La derecha no debería permitir que el PSOE haga un uso tan espurio del principio de igualdad para generar rencor y sacar rédito electoral.

La derecha no debería permitir que el PSOE haga un uso tan espurio del principio de igualdad para generar rencor y sacar rédito electoral.
El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. | EFE

Pedro Sánchez pensaba ganar las elecciones generales de finales de año sepultando a la oposición en cifras económicas. Faltando todavía varios meses para su convocatoria, la estrategia está resultando un fiasco. Para empezar, la economía española no va tan bien como dice la ministra de Economía. Aunque sí es cierto que no va tan mal como su pésima gestión merece. Lo que pasa es que Pedro ha mentido tantas veces en lo de la economía que le pasa como a su tocayo con lo de que viene el lobo, que ya nadie le cree. De forma que ya puede decir que vamos a crecer más que nadie o que la inflación se va a moderar más que en ningún otro sitio, que son verdades a medias, que nadie le va a hacer ni caso. Encima, el goteo del "sí es sí" seguirá y no se detendrá aun después de haber reformado la ley. Y lo de la malversación puede acabar sacando a la calle a algunos corruptos sin que baste para que Junqueras pueda presentarse a las elecciones. Es verdad que les queda Pumpidator, que desde el Constitucional le enmendará la plana al Supremo para que aprenda a interpretar de una vez las leyes de Sánchez. Pero eso tan sólo conseguirá alargar el escándalo durante todo este año electoral. Lo de la Sanidad contra Ayuso podría tener algún recorrido si no fuera porque la valiente madrileña no se arredra ante nada ni ante nadie y esta vez Feijóo no se va a dejar engañar y no intentará cargársela, no vaya a ser que acabe como Casado, reducido a una muesca más en el Colt de la Calamity Jane de Hortaleza.

De modo que hay que cambiar de estrategia. Y Sánchez, como buen socialista, recurre al rencor social aprovechando que a Antonio Garamendi le han subido el sueldo. Lo terrible de este reclamo electoral no es que alguien de la calaña de Sánchez recurra a él, sino lo eficaz que puede llegar a ser. En España hay una obsesión enfermiza con la igualdad. Muchos conservadores y la mayoría de los socialistas, por no hablar de los comunistas, consideran intrínsecamente injusto que alguien gane más dinero que otro. Gracias a la necesidad comúnmente compartida por la mayoría de que hay que redistribuir la riqueza, los impuestos son cada vez más altos, las ayudas cada vez más extendidas, las subvenciones cada vez más habituales. Se percibe como un insulto que una entidad privada le pague a su presidente lo que le plazca mientras se aplaude, por ejemplo, ahora que ha sido la gala de los Goya, la entrega de montones de millones de euros de nuestro dinero a productores cinematográficos para que con ellos filmen bodrios que luego no ve nadie. La derecha no debería permitir que el PSOE haga un uso tan espurio del principio de igualdad para generar rencor y sacar rédito electoral. Para empezar, podría hablar de otras igualdades que están mucho peor tratadas en España: la igualdad ante la ley y la igualdad de oportunidades. Pero eso, por lo que sea, no da votos. Lo que los da es poner de chupa de dómine a Garamendi por el sueldo que cobra.

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