
María Jesús Montero acusó al popular Eloy Suárez de, "cuanto menos" (sic), ser poco riguroso en sus afirmaciones sobre Indra, durante la sesión de control al Gobierno de este miércoles. La ministra de Hacienda, disléxica fonética y gramatical, desconoce que, tal y como señala el Diccionario panhispánico de dudas, la construcción que significa "por lo menos, como mínimo" es "cuando menos". Alguien que desarrolla buena parte de su actividad laboral, o como se diga, en un lugar que por nombre tiene "Parlamento", significante con tan descarada etimología, debiera no pisar estas cáscaras de plátano. Cuando menos, ¿verdad? En fin, después de que la RAE recuperara la tilde de "sólo", confía uno –en realidad, no, pero hagamos como que sí– en que, tarde o temprano, la también vicesecretaria general del PSOE despeje su pizpireta oratoria de patinazos lingüísticos. Si lo consigue, no cabría descartar la contemplación de otro imposible: que la gran mayoría de los periodistas deportivos españoles deje de clavar una maldita coma entre el sujeto y el predicado.
Al Pleno acudieron seis de los veintitrés miembros del Gobierno. No estuvo Sánchez y, de primeras, ni una sola vicepresidenta: Nadia Calviño llegó tarde e intervino la última para empalmar las preguntas que debía responder con una interpelación urgente. El citado Suárez afeó la pella generalizada a Montero que, cual gremlin empapado, rugió que el Ejecutivo está "cumpliendo sus obligaciones" con Portugal –visitando, por ejemplo, la Casa Museo de Saramago en Lanzarote; cualquiera se niega–. Después, Inés Cañizares se acordó del "chiqui" y del más reciente "las pensiones están para que el nieto del pensionista salga el fin de semana". La titular de la cartera de Hacienda, ofendida, lamentó que la voxera critique "la manera de hablar de cada uno" y, acto seguido, salió por la tangente: "Qué mal le ha sentado a la bancada de la derecha el acuerdo entre los miembros del Gobierno para la reforma de las pensiones".
Ana Belén Vázquez, el más terrible dolor de muelas parlamentario de Marlaska: "Es indecente que quiera convertir el caso del diputado Tito Berni en el caso Guardia Civil. (…) El general, en la cárcel; Tito Berni y los socialistas, en libertad". El ministro del Interior, desde su particular metaverso, acusó a la diputada del PP de vivir en la ficción y aseguró que, "desde junio de 2018, está devolviendo la dignidad a la Guardia Civil y a la Policía Nacional". Porque antes serían como Torrente, claro. O como el diputado canario aquel que sale tanto ahora en los periódicos, esto, cómo se llama…
Gil Lázaro y Espinosa de los Monteros proclamaron que lo único que nos puede salvar de las ranas cayendo del cielo y de la matanza de los primogénitos es la moción de censura de Vox, y tanto Bolaños como Calviño, respectivamente, rehusaron abordar el venidero tamamazo –dio la sensación que por pereza–. Edurne Uriarte, a Ione Belarra: "¿Por qué acusan ustedes a los socialistas de traicionar al feminismo y le llaman machistas y fascistas, bueno, y a todos los demás que queremos reformar la Ley del sí es sí?". La ministra de Agenda 2030 y no sé cuántas cosas más: "Su partido fue fundado por siete ministros de una dictadura sanguinaria". Y añadió que, eso sí, "en nuestro país caben sus hijos, sus hijas y sus hijes". Para quedarnos tranquilos, tranquilas y tranquiles. "Cuanto menos".
