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Emilio Campmany

¿Peón de Pekín o alfil de Occidente?

¿Qué esperan los chinos de nuestro zascandil? Quizá no tardemos mucho en saberlo.

¿Qué esperan los chinos de nuestro zascandil? Quizá no tardemos mucho en saberlo.
PEKÍN, 31/03/2023.- El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i) saluda al presidente chino, Xi Jinping (d) durante su encuentro este viernes en el Gran Palacio del Pueblo en el marco de su visita oficial a China. EFE/ Borja Puig De La Bellacasa /Moncloa Pool / SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO) | EFE

Pedro Sánchez vive con intensidad la realización de las fantasías que al estilo de Walter Mitty tenía cuando era uno de los Pepiño Blanco boys. Va de capital en capital defendiendo la paz mundial y el entendimiento entre los pueblos con la bondad de un Gandhi y la zorrería diplomática de un Kissinger. Antes se veía al frente de la OTAN, pero ahora más bien se imagina como secretario general de la ONU. España jamás había soñado con estar presente en los foros internacionales influyendo como lo está haciendo bajo la presidencia de esta luminaria. Tras reunirse con Xi, y negarse diplomáticamente a revelar lo que el mandatario chino le ha dicho, ha contado cómo le ha exigido que cualquier vía hacia la paz pasa por cumplir las exigencias de Zelenski en el marco de la Carta de Naciones Unidas (es el exagerado empeño en meter a la ONU en esto lo que permite sospechar qué cargo le gustaría ocupar en el futuro). Esta posición es perfectamente conforme con el modo de ver las cosas de los países occidentales más duros con Rusia tras la invasión de Ucrania. A la vez se aleja de la tibia actitud francesa y alemana. Y está en abierta contradicción con nuestros actos, ya que podríamos hacer mucho más por Ucrania y no lo hacemos, compramos más gas ruso que nunca y tenemos al único Gobierno occidental que sienta en su gabinete a ministros abiertamente partidarios de cortar toda ayuda militar a Kiev. Pero Sánchez aprendió de Pablo Iglesias el arte de cabalgar contradicciones y en eso está.

En cualquier caso, este éxito internacional de Sánchez, que le sirve de prólogo a su presidencia de la Unión Europea, que empezará en julio, ha hecho que los tiralevitas de siempre y algunos de los periodistas críticos de según en qué momentos, lo pongan por las nubes por haber colocado a nuestro país en el centro de la escena internacional a pesar de nuestro escaso peso habitual.

Se puede estar dispuesto a aceptar el relato. No hay nada a la vista que abiertamente lo contradiga. Y, sin embargo… Hay algo que huele a chamusquina. Si, como parece, China quiere intentar ser quien ponga paz en Ucrania mediando entre Moscú y el derecho internacional, para el que Pekín ha exigido siempre respeto empezando por el principio de no injerencia, ¿para qué necesita a un chisgarabís como Sánchez? Si lo que desea es utilizar a la Unión Europea como mediadora, como parece que sucede cuando quiere entrevistarse con Von der Leyen, Macron y Borrell, es lógico que desee también reunirse con el presidente de turno, pero aparte de que Sánchez todavía no ostenta el cargo, lo normal habría sido recibirlo en último lugar. Que haya sido el primero en visitar Pekín tras el viaje a Moscú de Xi es un reconocimiento que puede llenarnos de orgullo, pero que no se entiende.

Todos nos hemos encontrado alguna vez con aduladores que sabíamos que algo querían, pero no sabíamos qué. Esto es igual. ¿Qué esperan los chinos de nuestro zascandil? Quizá no tardemos mucho en saberlo.

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