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Primicia electoral sin precedentes: elecciones Generales el 17 de diciembre de 2023

El día 17 de diciembre se celebra el día de Santa Yolanda. Inmediatamente caí en la cuenta.

El día 17 de diciembre se celebra el día de Santa Yolanda. Inmediatamente caí en la cuenta.
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. | Europa Press

Como aprendimos en el periodismo de combate, el meollo de la noticia tiene que ir en el primer párrafo y en el titular. Como ya la he dado en la frase que encabeza esta pieza vodevilesca, la amplío un poco ahora. Las elecciones generales de finales de año ya tienen fecha decidida: el 17 de diciembre. Se preguntarán quizás cómo lo he sabido. En realidad, he tenido una intuición religiosa clarividente sin mediar ninguna investigación ni recurso a garganta profunda alguna. Me fui al santoral católico y reparé en que el día 17 de diciembre se celebra el día de Santa Yolanda. Inmediatamente caí en la cuenta.

Ese antepenúltimo domingo de diciembre de 2023, día 17, el domingo anterior a la Nochebuena, la Iglesia procede a la conmemoración de esta reverenda francesa a la que no le gustaban las clases sociales aunque procedía de la nobleza, que tuvo una inspiración venida de no se supo dónde para hacerse monja, que desafió a su familia porque no quería su enclaustramiento, que se escapó de la vigilancia de sus mayores y, finalmente, logró tomar los hábitos y ser priora de su monasterio durante 25 años más o menos.

La luz me cegó porque me pareció indudable que ese iba a ser el último regalo preelectoral de Pedro Sánchez a su santona Yolanda, Yolanda Díaz, a la que idolatra con fervor para despedazar todo lo que queda a su izquierda tras haber aceptado encantado el encizañamiento mutuo que las derechas le están regalando. Tras haberle permitido ir a ver por su cuenta y con agua bendita al Papa, a este Papa —el mismo que llamó a Martínez Almeida el "heredero de la gran Manuela"– Sánchez ha comprendido que esta santiña estará necesitada de un plus pontifical para que pueda escapar de las diabólicas asechanzas del gran íncubo podemita. La necesita vivita aunque coleando, esto es, a la cola, para que sostenga amablemente su mayoría sin la mala baba del excoletas y la cabeza hueca de su Montera.

Como la Santa, la Yolanda sumadora predica, aunque no da trigo, contra las clases sociales. Como ella, ha tenido una visión extática que le está conduciendo a la poltrona de una beata laica (y ascendiendo). Fíjense, además, en su forma de desafiar a su familia política, aquella que la hizo nacer como aspirante a la presidencia de la izquierda comunista y radical. Anoten cómo se ha enfrentado y traicionado a quien la designó con su dedo luciferino para sucederle y tomen nota de su ambición de ser la primera presidenta del gobierno de España por 25 años o, si ello fuese posible, eternamente Yolanda. Como un negativo exacto de la Santa oficial.

Recordé entonces aquellas palabras de sus apologetas Sánchez y Romero: "Está en la cresta de la ola. Pocos pueden poner en duda que, en la actualidad, Yolanda Díaz es el personaje de la escena política española que más expectación despierta, que más ilusiones recoge y al que más incertidumbres rodean. Tras ser nombrada vicepresidenta segunda del Gobierno y designada por Pablo Iglesias como posible candidata de Unidas Podemos a la Presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales, el ‘ojo de Sauron’ político, mediático y social ha girado hacia ella". Eso escribieron en la Santa, digo, perdón, La Dama Roja.

Aquella humilde gallega que estaba limpiando los cristales de su casa de El Ferrol del Caudillo (otra vez perdón por haber olvidado la memoria democrática), cuando se enteró que iba a ser ministra de Trabajo y Asuntos Sociales del gobierno de Pedro Sánchez porque la nombró su Sauron de poco ojo, ahora aborrecido, tendrá así un plus que sumar a su vertiginosa escalada hacia el sillón de madre superiora nacional.

Cuando llegue el día 17 de diciembre de 2023, la suso-confuso-redicha irá a depositar su voto en la urna de su colegio electoral. A la hora de las cámaras y las alcachofas, aunque no podrá pedir descaradamente el apoyo a su candidatura, sí que podrá recordar que, casualmente, ese domingo es el día de su santa Yolanda y agradecer a las fieles y a los fieles el regalo de un ramillete adicional de sufragios por si a su expadrino Mefistoeclesias le da por incordiar.

No me dirán que la exclusiva no merece un premio.

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