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¡Que te vote Txapote!

44 condenados en las listas electorales implica un maltrato de la fibra más sensible de una sociedad, su moral.

44 condenados en las listas electorales implica un maltrato de la fibra más sensible de una sociedad, su moral.
MADRID, 13/07/2022.- La portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, pasa por delante del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la vicepresidenta Económica, Nadia Calviño y la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, durante la segunda jornada del debate sobre el Estado de la Nación este miércoles en el Congreso. EFE/Chema Moya | EFE

No es una vulgar bronca entre políticos que Bildu, el brazo político de la banda terrorista ETA, incluya en sus listas electorales a cuarenta y cuatro (44) condenados, siete (7) de ellos por delitos de asesinatos, de la organización criminal. Existen mil motivos y otras tantas razones para denunciar esta decisión, empezando por recordar que jamás los asesinos de ETA se han arrepentido de sus crímenes y nunca pidieron perdón a las víctimas. El asunto trasciende la circunstancia de las elecciones para convertirse en una vara de medir la calidad moral y política de una sociedad. 44 condenados en las listas electorales implica un maltrato de la fibra más sensible de una sociedad, su moral. Ninguna sociedad decente puede admitir con normalidad esta noticia. Asusta la baja calidad moral de los políticos. ¿Llegará tanta bajeza a la sociedad civil? ¡Quién sabe! Una cosa es obvia: asusta la gente que mira para otro lado, o peor, los políticos, como Rodríguez Zapatero y Rufián, que jalean la presencia en las instituciones de estos criminales.

Es aterrador para cualquier comunidad la presencia de criminales en las instituciones, pero, desde un punto de vista moral, es aún más estremecedor la existencia de políticos que jalean su presencia en el espacio público-político. Duro es que ETA siga pisoteando la democracia, pero es aún más deleznable que eso sea aceptado con normalidad por el Gobierno y sus apoyos parlamentarios. Estremecimiento moral provoca en la conciencia ciudadana más desarrollada de este país, especialmente entre los miembros de las asociaciones de víctimas del terrorismo, la decisión de Bildu y el silencio cómplice del Gobierno.

En cualquier caso, el gravísimo problema no es Bildu, que todos sabemos que es el brazo político de ETA, sino Pedro Sánchez, que convirtió a los bilduetarras en su socio preferente para sacar a Rajoy del poder y aprobar todo tipo de leyes. Sánchez pactó con ellos su investidura, no ha dejado de darles dinero de modo directo o indirecto, cedió a las exigencias de Bildu de trasladar a sus sicarios a cárceles vascas para inmediatamente ser excarcelados y, naturalmente, ha permitido que toda esa gentuza siga atemorizando en todas partes a los españoles. Esta es la única y terrible realidad: Sánchez sigue ciegamente a Bildu. El resto son pamplinas. Los lamentos de Patxi López por la decisión de Bildu son hipócritas. Ridícula verborrea, explicaciones pueriles y falacias inútiles de políticos perversos e inmorales.

En fin, la imagen de Pedro Sánchez, genuflexo ante Bildu, es el reflejo perfecto de la indignidad política. Nadie olvide a la hora de ir a votar que, durante esta legislatura, el socio preferente de Sánchez ha sido Bildu, incluso por encima de ERC, que a veces se ha asociado con Podemos en contra del Gobierno. Acuerdos decisivos de Sánchez con Bildu fueron la terrible ley de memoria histórica, la ley de la vivienda y otras por el estilo. Muchos réditos ha sacado Sánchez de su alianza con el brazo político de ETA, pero, ay, ahora vienen las elecciones y nadie puede olvidar el grito del pueblo llano contra Sánchez: ¡Que te vote Taxpote!

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