
Cuando se ha vivido durante sesenta años en una ciudad ya se empieza a conocerla un poco; no del todo, pero sí un poco. Es lo que me pasa a mí con Barcelona. Las ciudades son como las personas: tienes que andar siempre con mucho tiento con ellas porque nunca te confesarán lo que de verdad piensan. Jamás. Las ciudades son muy putas. Cualquiera que escuche el griterío de las tertulias o lea lo que se dice en los papeles tenderá a pensar que los barceloneses están horrorizados con su alcaldesa, que esperan como agua de mayo el día de la apertura de las urnas para ponerla de patitas en la calle. No es cierto. Tan no es cierto que lo más probable será que conserve el sillón del mando durante otra legislatura.
En Barcelona existen ahora mismo dos grandes bolsas de voto oculto. La primera la integran los partidarios secretos de Colau, esa multitud silenciosa que la sigue apoyando; la otra, tan clandestina y estigmatizada como la anterior, está formada por los españolistas de la plaza que han decidido votar a Vox, partido que obtendrá un resultado extraordinario pese a presentar un candidato invisible. Nadie se extrañe, pues, si los dos grandes triunfadores del 28-M en la segunda capital del país resultan ser el tipo invisible al que no conoce nadie y la Colau. No voy a desarrollar aquí las razones porque no me saldría rentable, pero las esbozaré. Veamos, lo de ella se explica por el turismo y por el urbanismo progresista.
El turismo ha hinchado el censo municipal con trabajadores pobres y extranjeros que se dedican a eso; pobres y extranjeros que ahora votan porque llevan más de veinte años aquí. Y votan a la Colau. En cuanto al urbanismo progresista, nos ha beneficiado a los dueños de pisos, que gracias a él podemos cobrar mucho más dinero a nuestros inquilinos (el 40% de los residentes en Barcelona paga un alquiler cada mes). Pero ellos, los inquilinos, también le votan a ella, pese a que ella nos privilegie en realidad a nosotros. En cuanto a lo del tipo invisible, en fin, es porque todo el mundo sabe que, a última hora, tanto el PSC como Esquerra van a querer pactar con la Colau. Así que el voto útil no existe. Lo dicho, repetirá.
