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EDITORIAL

España se hartó de Sánchez

Si la derrota llega en tantos lugares y afecta a perfiles tan distintos como Puig o Fernández Vara, sólo hay una explicación: España se hartó de este PSOE.

El resultado de estas elecciones autonómicas y municipales es inequívoco: la derecha en general y el PP en particular han logrado una victoria espectacular. El PSOE pierde prácticamente todos los gobiernos que tenía, con la única excepción de Asturias, donde el cambio era prácticamente imposible pero ha estado cerca, y Castilla-La Mancha, donde García-Page ha aguantado por los pelos.

Valencia, Baleares, Aragón han sido victorias más cómodas de lo esperadas para la derecha, Extremadura ha sido una sorpresa feliz y en la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso ha logrado una mayoría absolutísima que tiene un enorme significado político y es una reivindicación ya definitiva de la presidenta madrileña.

La debacle socialista y de la izquierda también ha llegado en las municipales: la derecha recupera ciudades tan importantes como Valencia o Sevilla, gobernará en todas las capitales andaluzas, tiene la mayoría absoluta en Madrid y, encima, el PSOE no puede consolarse ni siquiera con una alcaldía de Barcelona que parecía segura a mitad de campaña.

Cuando la derrota llega en tantos lugares y circunstancias distintas, cuando afecta a perfiles tan diferentes como Puig, Lambán o Fernández Vara, sólo tiene una explicación: España se ha hartado de este PSOE, de Sánchez, de sus políticas y de sus pactos con terroristas, separatistas y todo tipo de delincuentes.

Aunque en política no siempre manda la lógica, es cierto que un resultado así era lo que cabía esperar y lo que merecen sin ninguna duda alguna el peor gobierno de la historia de nuestra democracia y el presidente más nefasto que se recuerda: su política de permanente huida hacia delante, su falta de respeto por las instituciones y la democracia misma le han pasado factura por fin. La gran mentira ya es insostenible.

Y no sólo ha sido Sánchez: el Gobierno en conjunto sale muy tocado después de que Podemos haya desaparecido en Madrid y en la Comunidad Valenciana y se haya desplomado en Asturias y Baleares. Y tampoco los miembros del Sumar de Yolanda Díaz han tenido buenos resultados: Compromís ha caído en las autonómicas y ha perdido Valencia, Colau ha hecho lo propio en Barcelona y en Madrid ni Mónica García ni Rita Maestre han logrado buenos resultados.

Aunque ni el PSOE ni Sánchez son de fiar y en la situación en la que han quedado son extremadamente peligrosos, porque son capaces de cualquier cosa, es casi imposible que remonten democráticamente este resultado de aquí a diciembre: tal y como buscaba el PP, esta noche electoral ha sido el primer partido de una eliminatoria que debería acabar con los socialistas alejados del poder.

Por último, aunque la victoria de la derecha es incontestable estas elecciones también tienen varios mensajes para PP y Vox: el primero es que si quieren rentabilizar al máximo este resultado es necesario que lleguen a acuerdos con la máxima rapidez y sin las escenificaciones habituales.

Y el segundo, que una vez más ha quedado claro que cuando uno de esto partidos se dedica a confrontar con el otro en lugar de luchar contra Pedro Sánchez, su resultado es peor. Ahí está el fracaso de Rocío Monasterio en Madrid, donde no sólo ha perdido casi un tercio de los votos sino que se ha convertido en irrelevante. Les guste o no, están condenados a convivir y a colaborar, es hora de que lo asuman y actúen en consecuencia.

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