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Rosa Díez

El becerro de oro y las ovejas

Haremos bien si, de entrada, no caemos en la trampa del relato y le adjudicamos una inteligencia emocional de la que carece.

Haremos bien si, de entrada, no caemos en la trampa del relato y le adjudicamos una inteligencia emocional de la que carece.
MADRID, 31/05/2023.- El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la reunión que ha mantenido con diputados y senadores socialistas para abordar el reto de remontar en las elecciones generales los malos datos del PSOE en las autonómicas y municipales. EFE/ Mariscal | EFE

Cuando apenas han transcurrido un par de días desde que los ciudadanos propinaron un sonoro bofetón a Pedro Sánchez en la cara de los candidatos que el PSOE presentaba en toda España, el impostor ya ha puesto en marcha una campaña personal para desviar la atención sobre su sonoro fracaso y falsificar la realidad de los hechos. Y hoy ya apenas nadie habla del rechazo que los españoles han mostrado hacia Sánchez y sus políticas y aliados y la prensa pública y la concertada han decidido adorar al becerro de oro, calificando de la manera más simplista posible la táctica de huida hacia adelante empleada por el inquilino de la Moncloa para eludir su responsabilidad.

Debo reconocer que me resulta sorprendente que entre los deslumbrados por el desparpajo de Sánchez ("osadía", lo llaman para darle un matiz político positivo) se encuentren comentaristas nada sospechosos de formar parte de esa prensa comprada a la que antes hacía referencia. Aunque ciertamente no es la primera vez que los actos de quien habla desde la Moncloa merecen admiración por parte de los atónitos comentaristas que, al parecer, prefieren reelaborar la realidad para no reconocer que están admirando a un golfo, a un pillo, a un vago o, sencillamente, a un tipo sin vergüenza. ¿Recuerdan cuando de Zapatero se decía que tenía "talante", o "baraka", para explicar o no oponerse a las decisiones que resultaron ser las más lesivas para la cohesión entre españoles? ¿O cuando se hablaba de "los tiempos" de Rajoy para no criticar abiertamente su inacción? Quizá es que el pack de las declaraciones del inquilino de la Moncloa lleva incorporada una dosis de cloroformo que distorsiona la realidad y provoca el olvido. Solo así se podría explicar que quienes no están directamente al servicio del equipo de propaganda del impostor caigan prisioneros de su estrategia.

Pero "vayamos al lío", que dice el protagonista de una serie de policías de Chicago cuando pone en marcha una operación para desenmascarar y capturar al malo. A ver, la decisión de Pedro Sánchez de anunciar el adelanto de las elecciones antes siquiera de haber reunido a su Consejo de Ministros, sin respetar ni en las formas ni en el fondo el artículo 115 de la Constitución —"El Presidente del Gobierno, previa deliberación del Consejo de Ministros, y bajo su exclusiva responsabilidad, podrá proponer la disolución del Congreso, del Senado o de las Cortes Generales, que será decretada por el Rey. El decreto de disolución fijará la fecha de las elecciones"— es propia de un vanidoso, de alguien que fantasea con un poder ilimitado y cree merecer un estatus superior. En síntesis, de una personalidad narcisista.

La decisión de Pedro Sánchez de reunir a su Comisión Ejecutiva del PSOE tras haber anunciado el adelanto de las elecciones y la fecha de las mismas y retirar la competencia al Comité Federal para elaborar y aprobar las listas de candidatos, es propia de una persona ayuna de empatía, que no tiene remordimientos —por haberse cargado a todos los candidatos de su partido al haber decidido hacer la campaña en primera persona y manteniendo las alianzas con los enemigos jurados de la democracia— y para el que la moral y las normas éticas le son completamente indiferentes. No es la primera vez que Sánchez somete a su partido a un órdago para no rendir cuentas ante sus órganos o ante sus afiliados; fíjense en qué han quedado las primarias, ahora se nombra directamente él. Lo intentó en aquel 1 de octubre de 2016 cuando venía de haber cosechado dos sonoros fracasos en las urnas (elecciones autonómicas vascas, en las que el PSE quedó el cuarto, por detrás de PNV, Bildu y Podemos, que a la gente parece habérsele olvidado) y gallegas (el partido socialista bajó a la tercera posición quedando por detrás de En Marea) y quiso provocar un Congreso para no rendir cuentas y seguir siendo candidato para lo que puso la urna tras la cortina para falsificar el resultado de las votaciones. Entonces lo paró el Comité Federal; ahora no hay nadie en el PSOE (ya se ha ocupado él de eso) que pueda. O sea, esta decisión se corresponde con la personalidad propia de un psicópata.

Y, por último, la decisión de Pedro Sánchez de anunciar el adelanto de las elecciones y la fecha –en pleno verano, coincidiendo con el momento en el que están constituyéndose y comenzando a andar todas las instituciones locales, autonómicas, forales en insulares que acaban de ser elegidas y con el inicio de la presidencia de turno europea— es propia de un tipo que se caracteriza por tener actitudes cínicas y adoptar estrategias cuyo único fin es beneficiar sus propios intereses. O sea, se corresponde con la pulsión que mueve a una personalidad maquiavélica. De libro.

No me cansaré de explicar que estamos ante un tipo cuyo comportamiento es digno de diagnóstico. Porque si algo ha quedado plenamente demostrado (más allá de que nos encontramos ante un mentiroso patológico de dimensiones desconocidas en la política democrática de nuestro entorno, no solo de España), es que a este tipo no se le puede analizar con criterios políticos al uso. "No lo hará…", ha sido la constante desde el mismo momento que presentó aquella moción de censura destructiva. Y cada "no lo hará…" ha sido sucedido por un "Pues sí, lo ha hecho…". Olvídense, amables lectores, ingenuos tertulianos, generosos politólogos… No encontrarán en las decisiones de Pedro Sánchez una pizca de empatía o generosidad hacia otro ser humano, hacia su país o incluso hacia sus compañeros de partido. Él, demostrado está, va a lo suyo. Caiga quien caiga, como sea y con quien sea. Y cuanto más rechazo le brindan los españoles –eso también es una constante en su currículum, "PSOE menguante, Sánchez creciente", es un capitulo de mi último libro en el que se detalla toda su biografía al respecto—, más rabioso se vuelve y más poder personal intenta acaparar utilizando para ello todas las malas artes que tiene a su alcance.

Pues eso es lo que hay, ni más ni menos. Haremos bien si nos preparamos para enfrentarnos a las siguientes trampas, todas las que pueda hacer desde aquí hasta el 23 de julio. Haremos bien si, de entrada, no caemos en la trampa del relato y le adjudicamos una inteligencia emocional de la que carece. Haremos bien si le ponemos –a él y a todo su partido de sumisas ovejas rendidas al becerro de oro que aún sigue viviendo en la Moncloa– ante una doble e incontestable realidad. Una: los españoles han rechazado en las urnas sus políticas y los socios elegidos para llevarlas a cabo. Dos: los españoles hemos demostrado tener memoria y principios, algo de lo que él y su rebaño han demostrado carecer por completo.

No, nosotros no olvidamos. Y tenemos la obligación ética y moral de recordarle día a día sus mentiras, sus traiciones, su indignidad. No, no habrá días en el calendario para perdonar tanta miseria, tanta traición. Los socialistas y su caudillo no se sentirán culpables, no se arrepentirán, si todos disimulamos, si permitimos que triunfe su relato y que todo lo que han hecho, tanta indignidad, parezca normal. Debemos hacer que se sientan culpables por haber recorrido hasta aquí el camino de la traición; culpables por haber provocado la división y el enfrentamiento entre españoles; culpables por habernos arruinado las expectativas de vida, por haber restringido o anulado nuestras libertades. Debemos señalarlos como culpables por haber elegido como socios a los enemigos jurados y mortales de la democracia. Culpables por el hecho de que haya doce terroristas que van a recoger su acta de concejal y que han ido en las listas de Bildu porque Sánchez y su coro de ovejas han blanqueado su historia de terror.

En este fin de resaca de campaña e inicio de una nueva, permítanme que brinde un consejo a las fuerzas políticas llamadas por los ciudadanos a devolver a España el gobierno que se merece. Hagan el favor de mostrar ante el farsante de la Moncloa la misma resistencia que han demostrado los ciudadanos frente a todas sus mentiras. Si los ciudadanos no se han dejado engañar por el hombre anuncio, no se han dejado comprar ni con entradas de cine, billetes de tren, dinerito para juegos, viviendas gratis total, vacaciones subvencionadas… ¿no serán ustedes capaces de ponerse a la altura de sus votantes y de los muchos españoles que están dispuestos a sumarse al cambio? Pues eso, pónganse las pilas… y "a por ellos, que son de regadío", que decía el General Santana. Por no decirlo, que no quede.

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