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Inteligente Feijóo, tenaz Collboni, sensata Colau

El 1-O hubiera sido muy diferente si los insurrectos hubiesen dispuesto de una administración tan importante como el Ayuntamiento de Barcelona.

El 1-O hubiera sido muy diferente si los insurrectos hubiesen dispuesto de una administración tan importante como el Ayuntamiento de Barcelona.
Jaume Collboni, nuevo alcalde de Barcelona | Europa Press

El sábado pasado, mientras veía en directo la bochornosa sesión de investidura del nuevo alcalde de Barcelona desde el puerto de Vilanova de Arousa, pensé en el general Escobar. Antonio Escobar Huerta, el mando de la Guardia Civil que el 19 de julio de 1936 estaba al frente de la guarnición de la capital catalana, un hombre profundamente conservador y católico, pero también profundamente leal a la legalidad y al juramento dado. Con el ejército de África sublevado el día anterior, el general Escobar subió por la Vía Layetana encabezando una larga columna de guardias a caballo. Y al pasar justo delante del célebre edificio donde ahora tiene su sede la Policía Nacional, en aquel instante ocupado por un temeroso Companys y parte de sus consejeros, se cuadró ante las autoridades de la República.

Pensé en él porque me acordé de mí mismo en las calles de Barcelona durante la mañana del 1 de octubre de 2017. Días antes de aquella consumación final del golpe, en varios puntos de la ciudad ya se habían sucedido distintos enfrentamientos físicos entre grupos de independentistas y partidarios de la causa constitucional. De milagro, no teníamos un muerto encima de la mesa. Hay una imagen de aquel instante crítico, cuando muchos empezamos a creer en serio que íbamos a la confrontación abierta y violenta, que todavía conservo en la retina; es la imagen de las unidades montadas de la Guardia Urbana.

Decenas de guardias urbanos a caballo se podían ver apostados en todos los chaflanes del Paseo de Gracia. Y la duda angustiosa residía en saber con quién estarían. Estaban con la Ley y con la Constitución. Poco se ha reparado en lo muy diferente que hubiera resultado el desenlace de la asonada si los insurrectos hubiesen dispuesto de una administración tan importante como el Ayuntamiento de Barcelona. Pero todos los que estábamos allí el 1 de Octubre lo sabemos. Y por eso no albergábamos ninguna duda sobre la necesidad de apoyar a Collboni frente a la santa alianza de los separatistas con ese falso moderado, el viejo hipócrita de Trias, como caballo de Troya. Inteligente Feijóo, tenaz Collboni, sensata Colau.

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