Si por algo se caracteriza el PSOE es por su capacidad de traicionar al PP cada vez que llega a un acuerdo importante, como hemos visto en tantas ocasiones desde los tiempos de Zapatero. La táctica de los socialistas es llegar a acuerdos con los populares mientras negocian en secreto lo contrario con otros partidos cuyo apoyo necesitan para consumar sus planes o, simplemente, compensar en términos de imagen el hecho de que han pactado algo con el Partido Popular. El flamante alcalde socialista de Barcelona, como vimos ayer, no es ajeno a esta tradición.
Jaume Collboni fue investido alcalde con los votos de la formación podemita liderada por Ada Colau y del Partido Popular, que entregaron su apoyo al candidato del PSC para cerrar el paso a los independentistas liderados por Trías, vencedor de las elecciones por un estrecho margen. No cabe duda de que los populares, encabezados por Daniel Sirera, hicieron gala de su altura de miras propiciando la llegada a la alcaldía del socialista Collboni, con el único objetivo de que Barcelona no tuviera un alcalde independentista. En las conversaciones de ambos políticos minutos antes de empezar el pleno de investidura, el candidato socialista prometió a Sirera que no gobernaría con Ada Colau. Una vez más, han bastado cuarenta y ocho horas para que un líder socialista haga lo contrario de lo que prometió.
En declaraciones a un medio catalán, el ya alcalde de la Ciudad Condal ha anunciado que mantendrá la estructura de altos cargos implantada por Colau en la administración barcelonesa, toda una declaración de intenciones sobre la manera en que Collboni va a gestionar la Ciudad Condal, degradada hasta la hez por los mismos personajes que el nuevo alcalde va a mantener en los puestos que les adjudicó a dedo su antecesora.
Por si el anuncio no fuera suficientemente explícito, Collboni ha añadido que su intención es tratar de establecer una "coalición progresista" en los próximos meses, eufemismo para referirse a un tripartito formado con los comunes de Ada Colau y los independentistas de ERC. Los separatistas de Esquerra, que no votaron la investidura del candidato socialista, verían premiado su desprecio entrando a formar parte de la coalición de Gobierno deseada por Collboni, un remedo del tripartito que gobernó la Generalidad de Cataluña durante dos legislaturas hasta 2010.
Visto lo visto, es evidente que Sirera hizo lo correcto al apoyar al candidato socialista, porque era la única posibilidad de dejar fuera de la alcaldía de la segunda ciudad de España al independentismo. Collboni, en cambio, ha demostrado su deslealtad personal y, de paso, ha demostrado una vez más que pactar con los socialistas es entregarles gratuitamente el apoyo con la convicción de que, más pronto que tarde, el acuerdo se convertirá en una traición.

