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Sánchez, una frente perlada de sudor

Un Jefe de Gobierno sin pizca de educación y modales es impresentable. España no tiene viabilidad con gente así.

Un Jefe de Gobierno sin pizca de educación y modales es impresentable. España no tiene viabilidad con gente así.
Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, en el debate de Atresmedia. | EFE

Entre la vergüenza ajena y un sentimiento de pena, escribo esta nota aturdido por el espectáculo dado por Sánchez en televisión. Debe estar sufriendo mucho, porque aún tiene conciencia moral. Está obligado a sufrir. Él sabe lo mal que ha estado. Ojalá que su angustia sea real; si sólo fuera neurótica, entonces no tendría solución alguna. De todos modos, la cura no es sencilla. Su intervención ha sido bochornosa. Ha mostrado en público la hez de un país arruinado moral y políticamente. Un Jefe de Gobierno sin pizca de educación y modales es impresentable. España no tiene viabilidad con gente así. Sin instrucción mínima uno no debería hablar en público. Quiero creer que nadie, ni siquiera sus fanáticos seguidores, hayan dejado de sonrojarse por su lamentable actuación.

Jamás se volverá a repetir algo parecido al debate del lunes. Será único en la historia de la televisión. Un hombre sencillo y razonador intentaba tranquilizar a un tipo fuera de sí con rasgos esquizofrénicos. ¿Cómo este individuo ha llegado a la Jefatura del Gobierno? No me extraña que los mejores españoles sólo regresen aquí en vacaciones. Nada más comenzar una frase Núñez Feijóo era interrumpido groseramente por Sánchez. Estaba desquiciado. El caso debería estudiarse en todos los departamentos de psiquiatría. Es fácil hallar en este sujeto todos los rasgos del neurótico de libro. Sánchez es alguien consciente de sus faltas, pero lejos de angustiarse, arrepentirse o, sencillamente, decir "lo siento", culpa al interlocutor de todos sus desvaríos. Terrible.

Sánchez trataba de liberarse de su angustia en vano. Sus manotazos al aire se volvían contra él. Al final, durante los últimos minutos de su penosa actuación, su rostro se había transformado definitivamente. Ya no le pertenecía. Era idéntico al de un mal actor de una película de serie B. Terror de impostor. Fuera de la impostura, todo en él es puro instinto. Todo se resume en su vida instintiva. Para este sujeto nada es susceptible de ser matizado. Por eso, jamás asumirá castigo alguno, y menos aún la culpa, eso es demasiado noble, cosa de dioses. Sólo tiene instinto y embestida de manso. Su frente perlada de sudor reflejaba su lamentable estado de desesperación. Impagable escena que nadie olvidará. En fin, hará época el escándalo dado por Sánchez con la colaboración de dos esbirros de los pervertidos y pervertidores dueños de A3Media.

En medio de esa monumental bronca montada por un chalao, Alberto Ñúñez Feijóo propuso cosas muy sensatas y serias, aunque algunas sean discutibles, por ejemplo, hacer un pacto de Estado con el PSOE para no depender de grupos minoritarios, o sea que gobierne la lista más votada. Dijo cosas de hombre de Estado. Varias medidas importantes, desde el punto de vista estrictamente político, expuso Núñez Feijóo a las que el gritón no prestó atención o despreció. Una de ellas es digna de recordarse. Convertiría el mundo feliz, que habitan los exterroristas, asesinos y golpistas, en un infierno peligroso para ellos, a saber, modificar la ley electoral para que no se puedan presentar a las elecciones condenados por terrorismo, sedición o ser un prófugo, pensando en Bildu y Carles Puigdemont. Pero Sánchez, ay, no dijo ni mu. Ni siquiera oyó la propuesta. Su obsesión era insultar. Perdió, sí, los papeles, porque enfrente había un hombre, un político, capaz de maldecir diciendo bien

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