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Que te vote… Puigdemont

A Sánchez no le votó Txapote, o importa bien poco si lo hizo, pero le sigue apoyando Otegi y le puede votar Puigdemont si se llega a ese escenario.

A Sánchez no le votó Txapote, o importa bien poco si lo hizo, pero le sigue apoyando Otegi y le puede votar Puigdemont si se llega a ese escenario.
El presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez (2d), junto a su mujer Begoña Gómez (i), el cabeza de lista del PSN al Congreso de los Diputados, Santos Cerdán (2i), la ministra de Hacienda, María Jesús Montero (3d), y la presidenta del PSOE, Cristina Narbona (d), se dirige a los militantes y simpatizantes socialistas que han acudido a la sede del PSOE, durante el seguimiento de la noche electoral de los comicios generales de este domingo en España. EFE/Rodrigo Jiménez | EFE

No encuentro explicación a lo que ha sucedido en las urnas españolas este domingo 23 de julio. El PP de Alberto Núñez Feijóo ha ganado las elecciones obteniendo 136 escaños, 47 más de los que tenía en 2019. Se queda muy lejos de las previsiones demoscópicas que a estas horas estarán revisando qué variable ha dado al traste con todo el cálculo. Vox pierde 19 escaños y con 33 no logra sumar mayoría. UPN (1) y Coalición Canaria (1) no añaden lo bastante al PP como para alcanzar un bloque de mayoría absoluta. Se quedan a 5 escaños: 171.

Pero ahora lo grave es que el PSOE (122) quiera y pueda unir a los peores enemigos de España para seguir como presidente. Pese a perder las elecciones frente al PP, gana 2 escaños respecto a 2019. La fecha electoral ha funcionado a la perfección. La derecha no pudo celebrar la contundente victoria municipal y autonómica del 28M pero Sánchez la convirtió en argumento de movilización en plenas vacaciones de verano. Es el mismo al que echaron del PSOE y volvió para llegar, como llegó, a presidente del Gobierno. Hábil en la maldad. Ya nadie se acuerda del debate desastroso contra Feijóo en el que acabó como un guiñapo, sin cifras, sin recursos, pura mueca desencajada. Sin embargo, vienen a la cabeza otros recuerdos.

Sánchez hizo una promesa en las pasadas elecciones de noviembre de 2019, las que repetían aquellas otras de abril, en el debate televisado de candidatos:

"A usted, señor Casado, se le fugó Puigdemont y yo me comprometo hoy, aquí, a traerlo de vuelta a España y que rinda cuentas ante la justicia española".

Lógicamente, no podía hacerlo porque eso sería asunto de los tribunales, pero el presidente sabía muy bien hasta dónde llega el poder, o su forma de entenderlo, como demostró con creces también con la Fiscalía General del Estado. "¿La Fiscalía de quién depende? Pues ya está".

Aquella presunta determinación contra el golpe de Estado de 2017 acabó en indultos porque los golpistas serían sus socios. Y ahora, cuatro años después, quizá cumpla su promesa si necesita al prófugo para llegar a La Moncloa. Porque necesita a todos los separatistas para quedarse en La Moncloa. A todos.

Si el bloque del centro derecha suma 171, el que podría perpetuar a Sánchez llega a los 172 con Sumar (31), ERC (7), Bildu (6) y PNV (5). Con el JxCAT-JUNTS del prófugo Puigdemont (7), el bloque —no se puede decir de izquierdas, pues ni PNV ni Junts, que suman 12 escaños lo son— se iría a 179, tres por encima de la mayoría absoluta. Y sólo sería una cicatriz más en el monstruo de Frankenstein.

Ese gobierno significaría la claudicación completa y coordinada ante los separatistas, con referéndum vasco y catalán, cesión integral de competencias y excarcelación de etarras entre otras cosas. La Constitución española sería, en suma, un auténtico estorbo para sus fines. Hay muchas razones para que confiemos en que se produzca una repetición electoral y que el centro derecha sepa insuflar los ánimos —y los miedos— suficientes para movilizar a sus votantes contra Sánchez y sólo contra Sánchez.

El resultado del PP no es ni de lejos el que preveían las encuestas pero ha ganado las elecciones y ha construido, con muchos matices todavía pendientes, un liderazgo sólido en torno a Alberto Núñez Feijóo. Ahora es fundamental que Isabel Díaz Ayuso siga, desde Madrid, apoyando al partido con la batalla ideológica que siempre hay que librar. Y que se sume con decisión Juanma Moreno desde Andalucía. El PSOE lo hace y le funciona. El PP debe aprender, no ya a contestar sino a lanzar primero sus argumentos sin complejo alguno. Es ahí donde deberían revisar la idoneidad de sus cuadros dirigentes. No es momento de teatrillos y medias tintas. Enfrente está Sánchez, ni más ni menos. Y España ya no es la misma por su culpa.

A Pedro Sánchez no le votó Txapote, o importa bien poco si lo hizo, pero le sigue apoyando Otegi y le puede votar Puigdemont si se llega a ese escenario. Lo preceptivo ahora es que el rey Felipe encargará a Feijóo, como vencedor de las elecciones, que trate de formar gobierno. Y Feijóo tendrá que ofrecer a Sánchez estabilidad para España frente al pacto de los que, si no hay repetición electoral, ven la gran oportunidad de desarmarla, ahora con uno más, un golpista huido de la justicia. Qué gran país…

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