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Decorando el trapicheo

No les basta con presentar un acuerdo como un simple acuerdo, y cuanto más sórdido, más lo presentan como sublime.

No les basta con presentar un acuerdo como un simple acuerdo, y cuanto más sórdido, más lo presentan como sublime.
MADRID, 17/08/2023.- La diputada balear Francina Armengol muestra su alegría, tras ser elegida presidenta de la Cámara Baja en la sesión constitutiva de las Cortes Generales de la XV Legislatura, este jueves en Madrid. Junto a ellos, el diputado de EH-Bildu Oskar Matute. EFE/ Juan Carlos Hidalgo | EFE

Después de mucho aspaviento y un amago de suspense, el prófugo Puigdemont entró en el carril que le asfaltaba el PSOE sin necesidad de esconderse en el maletero de un coche. No era el león tan fiero como lo pintaban ni era siquiera león y, tras la operación Mesa del Congreso, Junts ha pasado del precario estado montaraz al confort de la cuadrilla de separatistas que han descubierto las delicias de parasitar a un Gobierno de Sánchez. Con la incorporación del nuevo animalito doméstico a un precio que ya se verá, el socialismo ha conseguido su objetivo de controlar la Mesa del Congreso para que le sirva de obediente instrumento, pero el separatismo también ha logrado el suyo, aunque la adversativa sobra: no pueden vivir el uno sin el otro.

La lógica que determina estos pactos engrasados en negociaciones secretas que llamaron discretas no es la del interés general ni alguna otra presentable, y es por eso que el socialismo ha empleado a fondo productos de maquillaje para hacer que parezcan algo muy distinto. Así, Sánchez abría la hora del regateo diciendo que era "la hora de la democracia parlamentaria", aunque esa hora no va a tener más minutos que los necesarios para reponerlo en el sillón. No se puede esperar otra cosa del presidente que, en toda la historia democrática, más ha recurrido al decreto-ley para eludir el debate parlamentario ni del que cerró ilegalmente el Congreso en la pandemia. Su invocación de la "democracia parlamentaria" es meramente instrumental.

Igual o parecido el otro producto que pusieron en el escaparate para decorar el trapicheo con el separatismo, el de la "España plural", que ya va teniendo años pero se sigue sacando en procesión. Resulta que los que representan la "España plural" son Esquerra, Bildu, Junts y el PNV, todos ellos partidos que rechazan y persiguen lo plural en los territorios donde actúan y sólo reconocen una identidad, la nacionalista, y un proyecto, el separatista, como legítimos y naturales. Por ese plural tan singular se ha concedido que en el Congreso se puedan usar las lenguas cooficiales a partidos que vetan el uso de la lengua común y quieren erradicarla. De modo que el catalán se usará en el Congreso, mientras el español seguirá prohibido en las aulas catalanas. Vaya con la "España plural". Que tiene, además, en boca del socialismo otra singularidad: excluye a la mitad de los representantes y representados en el Congreso.

Uno de los hábitos más molestos y ofensivos del partido de Sánchez es el de enmascarar sus maniobras y luchas por el poder para hacer pasar la pura conveniencia y el crudo interés por la virtud más excelsa. No les basta con presentar un acuerdo como un simple acuerdo, y cuanto más sórdido, más lo presentan como sublime. La distancia entre la realidad y el "relato" es apabullante. Por eso la política está dejando de ser legible.

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