Un buen hombre, historiador de profesión, me hace llegar una foto del pupitre de Sánchez en el Congreso con los los pinganillos de los diputados de VOX. Este buen historiador no ha podido reprimir un comentario: "He ahí una imagen para la historia. VOX abandona sus escaños en el Congreso y deja los pinganillos en el escaño de Pedro Sánchez. La absurda alegalidad de la confusión de lenguas-hablas pone en evidencia que este Congreso está de espaldas al pueblo". Mi respuesta es sencilla: "¡Qué machotes!". Sobran más comentarios. Y, sin embargo, me pregunto para mis adentros: ¿bastará sólo un gesto para pasar a la historia? Es posible. Quizá ese tipo de acciones tenga algún sentido, aunque mucho me temo que al abandonar el Parlamento los diputados que arrojaron el pinganillo, como si fuera una bolsa de basura, en la mesita de Sánchez, perdieron toda su fuerza. Un Parlamento jamás se abandona. ¿Qué diríamos de un militar que abandonase la posición conquistada?
En cualquier caso, tiendo a pensar que el gesto de los de VOX por un lado, y la intervención del muchachote del PP diciendo un frase en vasco por otro, son peor que vacíos. Son ridículos. Ellos lo intuyen, pero no lo reconocen porque se les acabaría vivir de este momio. Su falta de imaginación y preparación se les notaría inmediatamente. Sí, hombre, el país está roto. Está hecho añicos y ellos se dedican a mostrar en público su falta de inteligencia. No seré yo, pues, quien discuta las imbecilidades, los gestitos y las bobadas de unos tipos que no consiguen decir un par de cosas claras sobre cuál es su proyecto de nación ante el atropello contra la lengua común de los españoles. Han perdido, otra vez, la oportunidad de construir un discurso de Estado sobre el poderío de una lengua, la castellana o española, para hacer una nación grande, y se dedican a hacerse los cretinos ante un traidor a su patria, un mentiroso patológico, que pierde elección tras elección, y para mantenerse en el poder sigue vendiendo por trozos la nación española a delincuentes confesos y juzgados.
Prefiero, pues, esforzarme en levantar acta de lo que sucede. Cosa nada sencilla, a pesar de lo que digan los listos y las terminales mediáticas de los partidos. El dominio de la agitación y propaganda es total. La realidad está oculta. Y lo poco que estamos viendo, o que nos dejan ver, es terrible. A su lado, la caverna de Platón es casi un paraíso. No veo por parte alguna quién que pueda poner remedio a tanta barbarie. Digámoslo con claridad: el ataque perpetrado por la entera casta política, incluidos los machotes del pinganillo y el muchachote del PP, contra la lengua común de los españoles es el reflejo de la debilidad y, a veces, casi inexistencia del Gobierno y de la Oposición. Sí, España carece de Gobierno y Oposición. El Gobierno está en funciones y el líder de la Oposición a la espera de una investidura. Nada y todo, o viceversa. El Gobierno arrasa cualquier posibilidad de construir espacios democráticos, y mientras monta una dictadura de carácter confederal, los de la oposición hacen "escritos" para declarar ilegal el pisoteo de la lengua española… Si no fuera trágica, la cosa es hilarante. La coyuntura política española es perfecta para que actúen con total impunidad los imbéciles, los ladrones y los separatistas; es normal, pues, la declaración, en las escaleras del Congreso, de ese fulano de la ERC, que estuvo en la cárcel por intervenir en el golpe de Estado de 2017: "Sánchez ya nos ha dado la amnistía y preparamos el referéndum para que España siga pagándonos nuestra nación catalana". Duro es el comunicado. Pero lo peor está por venir… En efecto, si inane es todo lo que hace la Oposición en el Congreso, aún son más graves las ocasiones que pierden los dirigentes del PP y VOX para movilizar a los españoles de bien contra la dictadura que ejerce Sánchez en todos los ámbitos de la vida pública-política.
El panorama es desolador. La ciudadanía española siente una sensación de vergüenza ajena ante la entera casta política por su incapacidad para ejercer su oficio con un poco de dignidad. El ciudadano de a pie cree, seguramente con toda razón, que todos los diputados son más o menos iguales. No les importa nada el país. Todos son intercambiables. Por lo tanto, podemos gritar hasta desgañitarnos que el Gobierno es tan necesario para ordenar la sociedad como la Oposición para limitar su posibles arbitrariedades, pero lo real es que esa afirmación no pasa de ser una abstracción, una pendejada, en las mentes de los políticos españoles. Miren bien al personal que ocupa los escaños del Congreso de los Diputados. Miren sus rostros. Son el verdadero espejos de su almas. Ellos saben bien que a Sánchez le importa una higa la sociedad, la lengua común y el sursum corda… Ellos y, seguramente, casi todos los de la Oposición no tenga otro objetivo en la vida que seguir engordando sus desagradables y enormes panzas.