Uno de los desastres legales más estrepitosos de la pasada legislatura ha sido, sin ninguna duda, la llamada Ley del solo sí es sí, un engendro leguleyo de tintes sectarios pergeñado por el Gobierno socialcomunista, que ha puesto en la calle o reducido las penas a más de mil violadores y otros delincuentes sexuales.
El impulsor del despropósito ha sido, como cabía esperar, el Ministerio de Igualdad, un invento sectario creado a la medida de una ministra como Irene Montero, cuya incompetencia y falta de preparación para cualquier puesto de cierta responsabilidad han quedado sobradamente de manifiesto a lo largo de estos pasados cuatro años, con la citada reforma legal y la Ley Trans como hitos indiscutibles de su pasmosa ineptitud política.
Pero no solo se trata de que una ley que pretendía agravar los delitos contra la mujer haya servido justamente para lo contrario; es que ni siquiera en términos de prevención de este tipo de agresiones la ley que los podemitas esgrimieron como bandera, con el aplauso de Sánchez y los ministros socialistas, ha tenido la menor utilidad. Más bien ha ocurrido todo lo contrario. Las cifras de asesinatos de mujeres a manos de sus parejas masculinas (en el resto de casos el Gobierno esconde las estadísticas) atestiguan de forma palmaria el fracaso de Irene Montero, cuya entrada en el Gobierno al frente de Igualdad coincide no por casualidad con un aumento exponencial de este tipo de delitos que estremecen a toda la sociedad española.
Estamos, por tanto, ante un instrumento jurídico de tintes sectarios, que pisotea la igualdad ante la ley y no reduce los índices de violencia asesina contra las mujeres. Es decir, es una ley injusta e inútil a partes iguales, lo que duplica la gravedad de una iniciativa que hasta el propio Sánchez se vio obligado a corregir, muy a su pesar, con el voto del Partido Popular. Los comunistas de Podemos, con la fanática Montero a la cabeza, rechazaron cualquier matiz a su ley estrella, buena señal de lo que importan a los podemitas realmente la seguridad y la libertad de las mujeres en España.
El colmo es que usen una ley bochornosa que tuvo que corregirse de prisa y corriendo para evitar el chorreo sangrante de excarcelaciones de violadores como un arma arrojadiza y una especie de prueba moral, de manera que quien osa criticarla es tachado inmediatamente por esta horda fanática de comunistas incompetentes prácticamente de cómplice de los asesinatos de mujeres que se producen constantemente en nuestro país.
Como buenos totalitarios, Montero y su equipo han decidido aumentar la presión a favor de su desventurada reforma legal y proclamar una "alerta machista", remedo deudor de la "alerta fascista" decretada en su día por su expareja y mentor con el resultado ya conocido en términos electorales. También amenaza Montero con convocar una particular célula de crisis, cuyos integrantes tendrán el perfil ideológico que todo el mundo puede suponer.
Cualquier cosa menos hacer autocrítica, porque en tal caso tendría que pedir perdón y marcharse a su casa, dos eventualidades desconocidas en el léxico y la conciencia de los comunistas cuando se empotran en el presupuesto público y se suben a un coche oficial.