
Con pocas horas de diferencia España quedaba resumida en dos fotos: la de la jura de la Princesa Leonor y la del socialista Cerdán con Puigdemont en Bruselas, refugio de prófugos y traidores. Una juraba la Constitución, los otros la violaban. Ella se ponía al servicio de España; ellos, firmemente en contra. Una foto era el Honor. Otra, la vergüenza. La continuidad de la nación frente a su abrupto final. Para todos, monárquicos y republicanos.
Cuando el golpe esté listo del todo, sin fisuras, tendremos fecha de investidura, que para eso se controlan con arbitrariedad los tiempos del Congreso de los Diputados. No habrá problemas porque Francina Armengol, la bedel del proceso, ya ha dispuesto que la sede de la soberanía nacional permanezca abierta hasta en fines de semana por si hubiera que apurar y hasta improvisar. Es posible que esté prevista incluso la entrada a caballo por la Puerta de los Leones para hacer realidad la falsa anécdota de Pavía y, por descontado, con peores intenciones. Todo es posible desde el momento en que lo ilegal es posible. Es la España en la que se borra el delito después de cometerlo porque se necesita como forma de gobierno.
También habrá quince mil millones de euros de deuda (Espanya ens roba) de borrón y cuenta nueva, un referéndum de autodeterminación legalizado, competencias nacionales regaladas y vista gorda para unos terroristas que hasta diseñaron manuales para fabricar explosivos. Todo esto, en lo referido a Cataluña… ahora trasládese lo mismo, con el añadido sangriento de la ETA, al País Vasco.
Como vago recuerdo: dijeron no a la amnistía, no al referéndum, no a la condonación de deuda, no al traspaso de Cercanías. Iban a traer a Puigdemont para entregarlo a la Justicia. Nunca pactarían con… Llorar las mentiras demostradas sirve de poco. Para no perderse en detalles que se convertirán en matices y acabarán en desmentidos, lo importante es espantar el humo a manotazos y darse cuenta de que desde el Estado de Derecho se han dado ya los pasos para derribarlo. Es un golpe de Estado sin agujeros en el techo que puedan ver los niños que ya no estudian Historia. Ya está pasando.
Lo dicen ya abiertamente muchos jueces que son vocales del CGPJ, lo esgrimen tímidamente algunos empresarios aunque de momento sea por el lucro cesante que supone el golpe —ya entenderán que sin libertad tampoco hay negocio posible salvo el criminal—, lo denuncian policías y guardias civiles, que conocen bien las intenciones del enemigo porque les echan de donde estaban sirviendo.
Eso sí, a cambio Pedro Sánchez volverá a ser presidente del Gobierno para que el resto de los asuntos que no tiene que ver con la integridad territorial también sean una pesadilla diaria. Y a lo mejor hasta tenemos ministros y secretarios de Estado de Junts, de ERC o de Bildu. Todo esto está sucediendo para que Sánchez no se vaya a su casa.
Un aviso. Si acaso el proceso de ilegitima investidura revolucionaria llegara a malograrse por alguna trampa entre trileros, veremos a Pedro Sánchez despojarse del traje de civil y aparecer victorioso en mallas rojigualdas convocando elecciones tras vencer a la hidra separatista. Todo es posible, no lo olvidemos nunca. Y leeremos entusiasmados editoriales de elogio. Por eso hay que estar siempre en contra de la mentira se vista como se vista. Y Sánchez tiene un fondo de armario infinito.
La acción
Quedan pocas oportunidades para impedir que el golpe sea irreversible y conviene no perder el tiempo en morder los cebos que van cayendo de la negociación: el relator, las condonaciones de deuda, los trenes… Ni una discusión técnica, ni un agravio comparativo. Si entramos a los debates pequeños estaremos naturalizando el golpe. Cada uno tiene un papel y hay que desempeñarlo ya.
Los jueces, algunos jueces, han dado un paso necesario al denunciar lo que supone este proceso de investidura. La contundencia de la declaración institucional emitida por vocales del CGPJ, pendiente de aprobación y de retratos de coherencia, se puede resumir en lo que de veras importa a Sánchez:
"Confundir el interés de España con el interés del presidente del Gobierno en funciones para evitar la hipotética formación de gobiernos de partidos de una ideología diferente a la suya es algo manifiestamente incompatible con la alternancia política".
Es y será el objetivo del PSOE. Lo fue durante la II República y lo demostró, también junto a ERC. El régimen no estaba pensado para que gobernara la derecha republicana. Así sucede hoy. Los jueces conservadores lo han denunciado con el relieve que requiere el momento y parece que, por fin, se lo han tomado en serio. Hoy más que nunca se demuestra la importancia de la separación de poderes y por qué el PSOE siempre ha estado en contra. De esa confusión promovida por los socialistas en 1985 vienen muchos de los boquetes en las murallas de la Constitución por las que hoy entran las alimañas. De los políticos con puñetas, de los jueces con maletín. Si se persevera en la independencia como arma contra el golpe es más posible la salida.
Los grandes empresarios deberían pensar en algún tipo de declaración similar. Defender la democracia no dañará su responsabilidad social corporativa y no hay nada más sostenible que la libertad. Doblando la esquina de la actual indiferencia, cuando no del elogio al sátrapa, les (nos) esperan la nacionalización, la intervención y la más profunda pobreza. No pueden mirar a otro lado y hay que recordárselo todos los días. Los ciudadanos, aunque a veces nos sentimos ínfimos a su lado, somos importantes, vitales, para las empresas.
Los políticos que están contra el golpe deben contribuir evitando debates estériles y, sobre todo, el cálculo personal, origen de todos los males. El PP ganó las elecciones y sólo le faltaron cuatro escaños para gobernar con Vox. Ese es el orden y así debe medirse cada uno. PP y Vox están obligados a simplificar la queja y promover acciones: administrativas allá donde puedan, como ha hecho el PP en el Senado; judiciales, como ha hecho Vox, y sociales, poniendo la mira en los que están perpetrando el golpe. La calle sabrá seguir una bandera única. Habrá que organizar una gran manifestación incontestable. Una. Empresas privadas, clubes de fútbol, asociaciones vecinales, editoriales, gremios, sindicatos… todos deben convocar y nadie ha de pretender encabezar. Los promotores: PP, Vox y los partidos que quieran sumarse sin condiciones. Las bases son bien sencillas y no hacen falta discursos: contra el golpe, por la Libertad y en defensa de la Constitución. Si quieren atril, que lean artículos de nuestra Ley de Leyes.
Y a Page, el hombre de paja que huyó de la posibilidad que le brindó Paco Núñez para limpiar su honra, ni agua. Page vota sí al golpe, que se sepa en Génova 13 de una vez por todas y se sacudan de la hombrera el socialismo bueno. Da igual si lo hubo. No lo hay. Hay que decirle a Page que se calle y cruce la calle, con los suyos, los del golpe. A este lado no queremos lobos disfrazados. Menos aún traidores.
En cuanto a Europa, refugio del golpista fugado, sólo cabe el enésimo lamento. Hoy Europa es una caja de recaudación, una cinta transportadora de normas, un club privado de nóminas y dietas, una enorme grieta en Occidente, un peligro para las naciones que la componen. Si queda alguien con sentido común y del decoro que grite. No se les oye.
Hay dos fotos en la memoria inmediata: Leonor jurando la Constitución y el PSOE abjurando de ella en compañía de Puigdemont. La monarquía no es la única vía para defender la ley, es la que tenemos en este momento. Pero son los que promueven repúblicas los que quieren subvertir el orden constitucional.
Hace falta una tercera foto que decante la victoria del lado de la libertad. La de la sociedad civil, jueces y empresarios parando el golpe. La foto de la acción. No la esperan.
