Pedro Sánchez ha entregado la soberanía nacional a los separatistas para concluir la demolición del Estado de derecho en España. Eso es lo que se desprende del acuerdo firmado entre el PSOE y la formación liderada por el delincuente Carles Puigdemont, socio de referencia del líder socialista en lo que es un paso definitivo del golpe de Estado en marcha. Sánchez ha cedido en todo para mantenerse al frente de la asonada y retener el poder. Amnistía para los golpistas y sus secuaces corruptos, autodeterminación, saqueo de los bolsillos de los españoles, mediación internacional para humillar a la Nación, persecución de los jueces que se han atrevido a procesar a los supremacistas catalanes y carta blanca para desmembrar España. Y todo ello aceptando la retórica y el marco separatista.
Entre las muchas consideraciones delictivas del texto pactado entre socialistas y separatistas destaca la que evidencia el fin último de la operación para investir a Sánchez: "Estos acuerdos deben responder a las demandas mayoritarias del Parlamento de Cataluña que, según el Estatuto (que tiene carácter de ley orgánica) representa al pueblo de Cataluña". Ese es el epitafio que pretenden para España, la consagración de las "leyes de desconexión" de la cámara autonómica catalana que fructificaron en el golpe de Estado de 2017. La soberanía nacional ya no reside en el pueblo español, sino que ha sido entregada a los golpistas catalanes, que tras cuarenta años de régimen totalitario y corrupto en Cataluña han convertido el parlamento autonómico en una herramienta cuyo único cometido es dar apariencia de legalidad al odio a España, al aplastamiento de los derechos políticos, lingüísticos y sociales de más de la mitad de la población, a un referéndum de autodeterminación y a la exclusión y persecución de quienes osan disentir.
No sólo es que Pedro Sánchez haya cedido en todo lo que le ha pedido un prófugo con el fin de garantizarse una investidura vergonzosa e indecente. Es que además ha asumido todas las falsedades nacionalistas, una interpretación de la historia remota y reciente fundada en las más groseras mentiras y manipulaciones. La asunción del marco nacionalista catalán supone la claudicación definitiva, una rendición en toda regla, la destrucción de la igualdad entre los españoles, de la solidaridad entre las regiones, de los consensos que alumbraron la Transición y que los nacionalistas catalanes se dedicaron a socavar desde el comienzo de la democracia en nuestro país.
Sí el único límite, como ha subrayado Puigdemont, es lo que ordene un parlamento autonómico rehén de los separatistas, el fin de España y de la democracia en España devienen certezas absolutas. El acuerdo convierte la Constitución en papel mojado, destroza la separación de poderes, avala falsedades como la existencia de una guerra sucia del Estado contra el independentismo y abre la puerta a una amnistía que puede acabar con los jueces que condenaron a los golpistas en la cárcel mientras unos auténticos delincuentes se reparten el botín de los impuestos y los fondos públicos que pertenecen a todos los españoles mientras preparan la secesión. Sánchez ha traicionado a los ciudadanos españoles y la prueba, otra más, son esos folios firmados por el secretario de organización de su partido, el enterrador Cerdán, y un golpista indultado en representación de un prófugo.

