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Antonio Robles

La carcajada del maniqueo

El día que el PP y Feijóo dejen de temer ser satanizados por pactar con Vox, Pedro perderá el poder de intimidarles.

El día que el PP y Feijóo dejen de temer ser satanizados por pactar con Vox, Pedro perderá el poder de intimidarles.
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, interviene durante el primer día del debate de investidura, en el que expone su nuevo programa de Gobierno y pide la confianza a la Cámara para revalidar su mandato en la Moncloa, este miércoles en el Congreso de los Diputados en Madrid. | EFE

"Las derechas retrógradas no resuelven problemas, pero son eficaces para propagar el odio", soltó Pedro Sánchez en su intervención de investidura empecinado en reducir la pluralidad ideológica a dos únicas fuerzas: la ultraderecha y el progresismo. Vive de ese maniqueísmo, por eso lo alimenta sin descanso. Fue el eje de su discurso.

Va siendo hora de enfrentarse a nuestros miedos y sacudirnos de encima los complejos que sólo sirven a los enemigos de España como Estado de derecho, pero también como patria de emociones compartidas y antepasados comunes.

Atrévanse con el anatema: dos fantasmas recorren España, el complejo de ser sospechosos de amarla, y el pertenecer a la derecha. Uno y otro van unidos a la maldición del franquismo. Como si España debiera su existencia a Franco, y la derecha fuera la continuación del franquismo. Y es que Franco para la izquierda plurinacional no es un simple dictador como tantos otros, Franco es el mal, la referencia del maligno que encarna el tabú por excelencia. Ante él solo queda el ¡vade retro, Satanás!

Para reforzar esa maldición se enlaza la derecha a la ultraderecha, y su fusión, al franquismo; un bucle eterno entre dos polos, la derecha retrógrada y la izquierda progresista. Maniqueísmo burdo iniciado por Rodríguez Zapatero, impulsado por Podemos y asumido por Pedro Sánchez y sus socios, un social-comunismo separatista nada progresista. Ese chascarrillo de "al menos no gobierna la derecha" no es una anécdota, han logrado convertirla en categoría. Este es el estado de conciencia a donde Sánchez y sus socios quieren llevar a los ciudadanos para fidelizar electores. El mismo maniqueísmo implantado mucho antes en Cataluña: España = facha, Lengua española = lengua opresora, lengua catalana = lengua propia…

La patente de esa estafa epistemológica tiene sus raíces en el pujolismo. Desde que el Honorable pisó la Generalidad se empecinó en dividir a Cataluña entre fachas y catalanes. La lengua propia y el odio a España separaban a los demócratas, de los franquistas. La reducción es una ofensa a las más elementales reglas del conocimiento y la ética. Pero… los resultados están a la vista, redujeron al silencio a más de la mitad de Cataluña y desde la restauración de la Generalidad, la han monopolizado. El resto está a la vista. Hoy más que nunca tras el pacto de la amnistía. El acoso moral y el complejo político inducido sobre más de la mitad de catalanes, lo ha hecho posible. Salir de él es la asignatura pendiente de la democracia española.

Pues bien, hoy es España entera la que está sufriendo ese acoso. El procés ya no es solo un problema de Cataluña, se ha extendido a toda España con la asunción de Pedro Sánchez del relato nacionalista y de su peor maniqueísmo: la derecha retrógrada y la izquierda progresista. Todas las terminales mediáticas del PSOE y sus socios están empeñadas en convertir a los que nos oponemos a la amnistía, en fachas. No tienen escrúpulo alguno en reducir la oposición de centro derecha, a los encapuchados que revientan las manifestaciones contra la amnistía. La intervención de Rufián fue especialmente ridícula convirtiendo cualquier anécdota en categoría. Incluso se atrevió a citar a Unamuno como si hubiera leído alguna vez algo. Tal caricatura resulta grotesca. A pesar de la llamada del centro derecha a neutralizar a los violentos.

Nuestro peor enemigo hoy, no es el nacionalismo, ni la izquierda de la cancelación y el privilegio, sino nuestros propios miedos, ese maldito complejo franquista que han inoculado en los españoles sus enemigos como si estuvieran en deuda con el mundo por el mero hecho de serlo. Ahora ayudados por la izquierda y sus letanías, España = Franco, España = ultraderecha, España = facha, la España de derechas reaccionaria frente a la España plurinacional progresista. Cuando superemos ese anatema y defendamos España sin complejos ni permiso de nadie, no solo como Estado de derecho y nación histórica, sino también como espacio emocional previo y anterior a la Constitución, estaremos en condiciones de respetarnos y ser respetados.

Ayer, cuando Pedro Sánchez exponía con lógica aplastante por qué Feijóo jamás podría pactar un gobierno con Vox, ya que eso haría imposible hacerlo a la vez con PNV o Junts, nos mostró el anatema desnudo y nuestros complejos. Y lo adobó con carcajadas propias de un ser repulsivo. ¿Por qué él puede pactar con una organización filoetarra de miembros oliendo aun a goma-2, y Feijóo no con Vox a pesar de no haber matado a nadie, ni incumplir un solo precepto democrático? ¿Por qué Arnaldo Otegui, condenado por pertenecer a ETA, da lustre a su investidura, y Santiago Abascal, que hubo de vivir bajo la amenaza del tiro en la nuca desde niño, ensucia la de Feijóo?

¿Cuál es la diferencia entre EH-Bildu y Vox? Dentro del sistema democrático, ninguna. Si la ideología del primero es nacional-comunista vasca, la del segundo es nacional-conservadora española. Una circunstancia que el juego democrático español permite, a pesar de que existan millones de españoles que detesten a unos, a los otros, o a ambos. Pero si Pedro Sánchez puede pactar con Bildu sin renunciar a su propio programa, por qué Feijóo no puede hacerlo con Vox si éste no condiciona su programa de centro derecha más que lo pueda hacer Bildu con el de Sánchez?

El día que el PP y Feijóo dejen de temer ser satanizados por pactar con Vox, Pedro perderá el poder de intimidarles. Como el homosexual cohibido que un buen día sale del armario y comprueba de golpe que sus límites estaban en él, no en su entorno. El día que Feijóo asuma que sin la colaboración de Vox no volverán a llegar al gobierno, ese día habrá inutilizado el chantaje político de Pedro Sánchez.

Vox y Abascal también pueden ayudar. El día que abandonen su empeño en ser más españoles que nadie y superen el Concilio de Trento, habrán comprobado que España se puede defender sin necesidad de apropiársela.

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