
El debate entre PP y VOX está instalado en todas las agencias de comunicación política del país, aunque tenga su principal alojamiento en los medios de comunicación más ilustrados y menos sectarios de España. Es una desgracia para la vida pública del país que no se reconozca la trascendencia que reviste esa discusión. Los líderes de ambos partidos, lejos de mostrar abierta y públicamente su importancia, tienden a pasar por alto su significado. Ocultan, a veces de modo ridículo, sus diferencias a la hora de enfrentarse al golpe de Estado que Sánchez está perpetrando con su ley de amnistía. En vez de reconocer que esa confrontación de ideas, estrategias y tácticas entre el PP y VOX es fruto del pluralismo democrático del que son portadores, esas formaciones políticas tienden a minimizarla, o peor, a ocultarla. Todo ello refleja una actitud de incomprensión mutua entre ambos partidos que empieza a ser alarmante.
Ciento son los ejemplos de esa falta de entendimiento. Uno está a la vista de todos. ¿Qué hacer en el Senado cuando llegue la ley de amnistía presumiblemente aprobada en el Congreso? VOX considera que la Mesa del Senado no debe admitirla a trámite. PP, por el contrario, ya ha dicho que la aceptará y tramitará. No entro en los argumentos jurídicos que puedan asistir a VOX para exigir que se rechace su trámite y al PP para que se admita, sino a los argumentos políticos de fondo y, sobre todo, a los modos de discutir esas acciones. Independientemente de la validez o no de las razones que les asistan cada uno de ellos, resultan bochornosas las maneras de descalificarse unos a otros. Nadie se engañe, pues, con el cuento de la lechera sobre posibles pactos entre PP y VOX. Despierten de su sueño, amigos; se equivocan, en efecto, quienes siguen creyendo que aún es viable una acción conjunta seria, coordinada y eficaz entre PP y VOX para detener al autócrata de La Moncloa.
La oposición a Sánchez está cada vez más dividida. Los destinos de PP y VOX se alejan cada día más uno de otro. No creo que consigan tener un proyecto conjunto de defensa de la Nación, entre otros motivos, porque ni siquiera lo intentan. Estos partidos están ahí y van tirando sin esforzarse lo más mínimo por plantear acciones en común contra la locura dictatorial sanchista. Empiezan a mostrar sus costuras y rotos en ese falso debate. Muestran sus carencias a la hora de definir un proyecto nacional. Porque PP Y VOX son partidos olvidadizos —olvidadizos para todo menos para el rencor— sobre sus orígenes y metas, no saben hacer oposición, por decirlo con delicadeza. Olvidan con cobardía hispánica, es decir, a conciencia, quiénes son sus bases electorales y, sobre todo, por qué fueron votados en las elecciones generales.
PP y VOX siguen cometiendo los mismos errores en que cayeron antes de las elecciones del mes de julio del pasado año. El acercamiento entre los líderes de esos partidos es de boquilla. Creo que los dirigentes de estos partidos se detestan unos a otros. No se tratan como adversarios sino como enemigos. PP y VOX, a la hora de hacer oposición a Sánchez, se ponen entre ellos permanentemente zancadillas. Es incomprensible tanta locura. ¿Cómo pueden estar gobernando conjuntamente PP y VOX autonomías y ayuntamientos por un lado, y a la par son incapaces de ponerse de acuerdo para combatir el proyecto de amnistía sanchista por otro? La cosa, o sea la contradicción, es de manicomio. Parece que todos se consideran más listos que sus posibles socios o compañeros de viaje. ¡Estamos, ay, ante la derecha sin remedio! Esta derecha es tan torpe y frívola que odia a sus votantes y, por supuesto, a los medios de comunicación que más pudieran ayudarles.
Aunque está lejos de mí retratar a quienes ya se retratan todos los días con declaraciones y exabruptos entre ellos, creo que la falta de sintonía intelectual y política entre PP y VOX es la principal fuente de energía de Sánchez y el separatismo. Se pongan como se pongan los respectivos portavoces de estos partidos en los medios de comunicación, la brecha entre PP y VOX es cada vez más profunda. Están comportándose estos partidos como lo que realmente son, partidos. Son los beneficios partidistas antes que los de la mayoría de la ciudadanía, los de la nación, sus principales preferencias. Todos los días nos dan una clase teórica sobre la perversidad golpista de Sánchez y los separatistas, pero apenas actúan conjuntamente en el parlamento, la calle y el resto de instituciones para detener el monstruo totalitario del sanchismo. Son, sí, agrupaciones políticas de carácter parcial. Me temo que las relaciones entre PP y VOX empeoran. Y sospecho que empeorarán aún más, mientras avance la apisonadora separatista de Sánchez.
