
Apareció el presidente Sánchez en el campo de refugiados de Jabal el Hussein como Manolo Morán en Villar del Rio. Ante la prensa y después de conminar a Israel para que se retire y permita a Hamás seguir controlando la Franja de Gaza, volvía a anunciar los 23,5 millones de euros para la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA). No paró aquí y recordó que hemos donado a Jordania "110 paracaídas para ser utilizados en las misiones aéreas". Mientras leía las notas, a sus espaldas, un tipo calvo con traje gris perla organizaba un desfile de adolescentes. La chavalería masculina se quiso apuntar y el calvo los apartó. Reservado para mujeres veladas, que daban fe con el hiyab de su honesta condición. Terminó su excelencia el breve discurso y las jovencitas peripuestas y formales, aplaudieron con entusiasmo. Por un momento Sánchez debió sentirse protagonista de Bienvenido, Mister Marshall.
Si no fuese un farsante al que la "causa palestina" le importa lo mismo que la "memoria histórica", el presidente hubiese ido al campo de refugiados de Zarqa —está a tan solo 26 km de Ammán todo recto por la Army St—. Es el más antiguo de los que se construyeron en Jordania en 1948 y uno de los diez que gestiona la UNRWA. Allí, su anfitrión le contaría cómo su padre, el rey Husein I, eliminó a miles de terroristas de la Organización de Liberación de Palestina. Los fedayines le organizaron un Estado dentro del Estado; le prepararon un atentado y como muestra de gratitud hacia Hussein, intentaron mandar a la familia real hachemita al paraíso antes de tiempo. El Ejército jordano arrasó barrios enteros de Ammán y tres campos de refugiados —uno de ellos Zarqa— sin distinguir civiles de fedayines. Más de 10.000 muertos y la expulsión de los secuaces de Yasir Arafat. Pasó a la historia como el Septiembre Negro de 1970. Ya en confianza, el rey Abdalá II le confesaría que, a finales de 1990, Hamás estaba preparando una insurrección contra él similar a la que la OLP le organizó a su padre.
¿Le habrá preguntado Sánchez al rey por qué no permite que entren refugiados de Gaza en Jordania?
El pasado 25 de marzo, la revista Newsweek publicó un extenso reportaje firmado por el director de la Cátedra de Estudios de Guerra Urbana del Modern War Institute de West Point. El autor, John W. Spencer, además de servir durante 25 años como soldado y estar dos veces desplegado en combate en Irak, es una autoridad en operaciones militares en áreas urbanas densas. Un experto en la materia reconocido internacionalmente.
El señor Spencer, tras reconocer que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han creado un nuevo estándar para la guerra urbana, se pregunta por qué nadie lo va a admitir. Hace una afirmación que a pocos parece interesarles que se conozca: "En mi larga carrera estudiando y asesorando sobre guerra urbana para el ejército estadounidense, nunca he conocido a un ejército que tomara tales medidas para atender a la población civil del enemigo, especialmente mientras simultáneamente combate al enemigo en los mismos edificios. De hecho, según mi análisis, Israel ha implementado más precauciones para evitar daños a civiles que cualquier ejército en la historia, más allá de lo que exige el derecho internacional y más que Estados Unidos en sus guerras en Irak y Afganistán". La comunidad internacional, afirma el autor, se niega a reconocerlo. Critica repetidamente a las FDI por no hacer lo suficiente, eludiendo que se enfrentan a una organización terrorista despiadada que mantiene a sus ciudadanos como rehenes.
Es conocido que las FDI comunicaron casi todos sus movimientos con antelación para que la población pudiera reubicarse, cediendo casi siempre el elemento sorpresa. Esto permitió a Hamás reposicionar a sus altos dirigentes (y a los rehenes) a través del denso terreno urbano de Gaza y los kilómetros de túneles subterráneos. Los terroristas, que a diferencia de las FDI no usan uniforme, aprovechan para mezclarse con la población civil mientras evacuan. "El efecto neto es que Hamás tiene éxito en su estrategia de crear sufrimiento palestino e imágenes de destrucción para generar presión internacional sobre Israel", afirma Spencer.
Según los datos proporcionados por Hamás (que no reconoce ni una sola baja de sus miembros) son 31.000 los muertos. Las FDI estiman que han abatido a unos 13.000 terroristas, "una cifra que considero creíble", señala. "Eso significaría que unos 18.000 civiles han muerto en Gaza. Es una proporción de aproximadamente 1 combatiente por cada 1,5 civiles. Dada la probable inflación del recuento de fallecidos por parte de Hamás, el número de civiles sería históricamente bajo para la guerra urbana moderna", añade. La ONU y la UE consideran que los civiles suelen representar entre el 80% y el 90% de las víctimas. "Sin embargo, denuncia Spencer, los analistas siguen condenando a las FDI. Todas las evidencias disponibles muestran que Israel ha seguido las leyes de la guerra, las obligaciones legales, las mejores prácticas en la mitigación de daños a la población y aun así ha encontrado una manera de reducir las víctimas no combatientes a niveles históricamente bajos".
Deshonestos e hipócritas quienes piden que Israel encuentre una alternativa de cero bajas civiles. Colaboradores necesarios, como el presidente español, que dejarían a los rehenes israelíes en cautiverio y permitiría a Hamás sobrevivir a la guerra.
