
En la reacción absolutamente exagerada y sobreactuada del Gobierno, a través del ministro Albares, a la desafortunada acusación de "corrupta" hecha por Javier Milei de la esposa del Presidente del Gobierno, hay una serie de elementos que sólo se explican desde el endiosamiento en el que vive el inquilino de la Moncloa, es decir, el jefe del sanchismo.
Primero, calificar esas declaraciones de Milei como un ataque a España, a la democracia, a nuestras Instituciones, es una exageración y un pasarse muchos metros de frenada. Begoña Gómez es una ciudadana particular que no ocupa ningún cargo institucional y, eso sí, es la esposa del Presidente del Gobierno, que es por lo que las sospechas de haber ejercido tráfico de influencias, que están siendo investigadas por un juez, tendrían una enorme gravedad, caso de demostrarse.
La declaración institucional leída correctamente por el siempre fiel Albares, seguramente redactada o al menos supervisada por el propio Sánchez hablaba de que en caso de no producirse unas disculpas por parte de Javier Milei "tomaremos todas las medidas que creamos oportunas para defender nuestra soberanía y dignidad". Que se sepa, Begoña Gómez no es, a día de hoy, un bien de Estado; la soberanía nacional no reside sólo en ella, sino en todo el pueblo español, y en su augusta persona no acumula toda la dignidad del Estado. Es todo un exceso, un disparate propio del jefe del sanchismo.
Ya es muy conocida la doble vara de medir de toda la izquierda, y concretamente del jefe del sanchismo, cuando se trata de analizar comportamientos de los suyos. No consta ninguna declaración de Sánchez, desautorizando a su dóberman preferido, el ministro Óscar Puente, cuando este dijo hace unas semanas en un curso con las juventudes del PSOE en Salamanca, que Javier Milei consumía estupefacientes. ¿Qué un ministro del Reino de España diga eso del Jefe de Estado de Argentina, no es también muy grave? Lo dicho, doble vara de medir.
El tono descalificador con el que Sánchez se refirió el pasado viernes en Barcelona al encuentro ViVA24 celebrado por VOX en Madrid, y en el que participaron, aparte de Milei, otros líderes de partidos situados en la órbita de la formación de Abascal en diversos países europeos, ¿no es también una falta de respeto? El que Sánchez no felicitara en su día a Milei por su triunfo en Argentina, ¿cómo hay que calificarlo? Al final, Sánchez recibe su propia medicina, sin que esto justifique el calificativo de "corrupta" atribuido por Milei a la señora Gómez.
Otra cosa que llama la atención de la declaración de este pasado domingo del Gobierno, es que según la explicación de Albares se quiso transformar en algo apoyado por todos los partidos, cosa que no sucedió, porque el PP y VOX no se sumaron a esta sobreactuación de Sánchez. Pero sí fue apoyada por diversos partidos, ¿por qué no se hizo en el Congreso de los Diputados, que esta si es la sede de la soberanía nacional, y no en el Palacio de la Moncloa, que sólo es la sede de la Presidencia del Gobierno? Ya se sabe que el sanchismo no respeta la separación de poderes, pero al menos, podría disimular un poco.
La sobreactuación del Gobierno evidentemente tiene un claro componente electoral, de cara a las elecciones europeas del próximo 9 de junio. Sánchez, al igual que hizo en las últimas elecciones generales, quiere volver a agitar el espantapájaros de la ultraderecha y de la conexión del PP con ella. Eso moviliza a su electorado, y le salió bien el 23-J.
Es de esperar que ahora, con la aprobación a finales de mes de la ley de amnistía, con todo lo que Sánchez ha contribuido a que los herederos políticos de ETA fueron los grandes triunfadores de las recientes elecciones vascas, con lo que el jefe del sanchismo ha dado y sigue dispuesto a seguir dando a Cataluña en detrimento de la igualdad que debe haber entre todas las regiones de España, esos votantes que no son hooligans del PSOE se lo piensen muy bien antes de depositar su papeleta en las elecciones europeas, que evidentemente van a ser como una segunda vuelta de las generales. De ahí el nerviosismo de Sánchez y su sobreactuación de este pasado domingo. Pero, por favor, que deje a su mujer al margen de la batalla política, que dé explicaciones en el Congreso —¿conocía las cartas de recomendación escritas por su esposa?, es una pregunta clave que todavía no ha contestado el Presidente— y que respete la acción de la Justicia en este y en todos los asuntos.
