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No será un plebiscito sobre Sánchez

Un político profesional de élite no puede permitirse tantos fallos de comunicación en momentos críticos.

Un político profesional de élite no puede permitirse tantos fallos de comunicación en momentos críticos.
El líder del PP, Alberto Núñez Feijoo. | EFE

El Partido Popular de Feijóo tiende a generar grandes expectativas antes de las campañas que después nunca se terminan de consumar. Y en estas europeas empieza a asentarse la impresión de que volverá a repetirse eso que ya parece norma. Así, de creer a las encuestas, la victoria del PP, en el caso de que finalmente llegase a producirse, no alcanzaría en ningún caso un nivel numérico lo bastante significativo como para poder ofrecer una lectura de los resultados en términos de plebiscito condenatorio de la figura de Sánchez al frente del Gobierno.

Un objetivo final, ese, que ha inspirado toda la estrategia de Génova en unos comicios bruselenses cuyo propósito oficial interesa entre poco y nada al grueso de la población. El recurrente ir de más a menos en la campaña popular, en esta muy concreta ocasión se está viendo impulsado por tres factores, dos externos y uno atribuible a su propio proceder, cuyo efecto conjunto empuja a la baja el pronóstico inicial de una victoria clara y contundente de los de Feijóo el 9 de junio. El primero de esos inesperados condicionantes negativos, el más chocante sin duda, remite a la irrupción en escena de una candidatura marginal, la de Alvise Pérez, toda ella impregnada de un inconfundible hedor a populismo barato y grasiento de barra de bar, que va a rascar un porcentaje de voto no despreciable entre el nicho más políticamente primario de cierto público de la derecha sociológica.

Un segundo bache en el camino, la citación para que Gómez declare en tanto que imputada en sede judicial, apunta a operar como un bumerang que movilice a potenciales abstencionistas del PSOE, vía el argumento conspirativo del lawfare. Y después están los propios errores de Feijóo. Un político profesional de élite no puede permitirse tantos fallos de comunicación en momentos críticos. Las confusas declaraciones a propósito de una eventual moción de censura con el concurso de Puigdemont, luego no aclaradas con el nivel de contundencia retórica que hubiese sido preceptivo, también tendrán su precio en las urnas. En fin, lo de siempre.

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