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Manos sucias

Los Sánchez-Gómez han querido enseñarnos en un mitin en Benalmádena el "profundo" enamoramiento, la protección extrema. No se soltaban

Los Sánchez-Gómez han querido enseñarnos en un mitin en Benalmádena el "profundo" enamoramiento, la protección extrema. No se soltaban
Detalle de las manos de Pedro Sánchez y Begoña Gómez entrelazadas, símbolo de la unión de la pareja ante la adversidad. | EFE

Dijo esta semana Montesquieu Bolaños —acapara los tres poderes— que "la oposición ha sobrepasado un límite", que es "atacar a las familias de los políticos progresistas". Queda claro, pues, que si se trata de las familias de los políticos conservadores o liberales —pongamos ya, democráticos— no hay límite alguno. Se agradece tanta sinceridad fruto de la soberbia autoritaria.

El caso es que mientras el novio —nunca escribo su nombre en protesta por el anonimato que merecería— de Isabel Díaz Ayuso tiene que cambiar su aspecto para evitar el acoso de la pedrosfera, Begoña Gómez se convierte en la mejor mercancía electoral del PSOE para las elecciones europeas. Ya es artista invitada del show de Pedro.

Ningún presidente del Gobierno de España ha sido tan narciso como él. La cuestión no sería demasiado grave si ese carácter no marcara por completo su forma de hacer política. Nada más llegar a La Moncloa nos vendieron varias colecciones fotográficas de culto a la personalidad: miradas desde un helicóptero, posado de rutina presidencial con aquellas gafas Top Gun en el Falcon y hasta una hablando por teléfono desde un despacho que no ha visto un solo minuto de trabajo. Para la ocasión posó también el maletín de "Presidente del Gobierno" sobre la mesa. Al otro lado de la línea… sólo Pedro.

Pero hubo otra campaña de imagen mucho más directa centrada en "las manos del presidente". La publicó la web de La Moncloa en junio de 2018 y decía así: "Las manos del Presidente marcan la determinación del Gobierno". Sin más.

Manos aquí y manos allá. Manos señalando, abarcando, manos resumiendo. Manos tan perfectas de manicura como vacías de contenido. Pura ficción y superficialidad. Ni una frase, ni una acción. Sólo unas manos.

Venía de la moción de censura, sin las elecciones que había prometido convocar en cuanto recibiera los votos. Disfrutaba del poder directo emanado de una sentencia manipulada por un juez. En ese tiempo muerto y oscuro, como recordó Dieter Brandau en su programa, se fueron colocando muchas piezas como Wakalua o la OMT, y se fraguaron las oportunidades familiares de promoción… de esa familia "progresista" que protege Bolaños y que gobierna España con la ayuda de exconvictos y prófugos. El fango, ahora eurofango si la Fiscalía europea insiste en incomodar, es el resultado de no poder legislar otra cosa que la Ley Habilitante de la Amnistía. Doble o nada.

Ahora al manógrafo de cámara de La Moncloa se le ha ocurrido que las manos del presidente debían encontrarse con las manos de Begoña, entrelazadas en amor posesivo. Nadie sabía por qué la empoderada buscafondos no salía a defenderse. Pero como sucedió con la otra pareja peronista, la de la finca de Galapagar, ÉL es el gallo de pelea. Los Sánchez-Gómez han querido enseñarnos en un mitin en Benalmádena el "profundo" enamoramiento, la protección extrema. No se soltaban. Casi ni corría la sangre por esos dedos blanquecinos estrangulados en una presa imposible de deshacer. Eso si son manos limpias y no las del "sindicato ultraderechista" que les ha plantado la querella y que ahora manejan, dice Sánchez, los "poderes". Menudas manos. Las manos del presidente, las manos de Begoña, las manos en la masa.

Dice el figurín que los jueces y los fiscales han de estar callados en periodo electoral, en obediencia a un "pacto no escrito" que busca preservar la limpieza del proceso… o la desinformación del votante al que se mantiene sin encuestas ni observación alguna como si fuera un párvulo en la noche de Reyes. No ha tardado el juez Juan Carlos Peinado en recordar que nada le impide hacer su trabajo sin mirar calendarios si la Justicia es de verdad independiente. Le respalda la Comisión Permanente del CGPJ, que el lunes se reunirá de forma extraordinaria para evaluar las presiones. El triministro Bolaños, que lo es también de Justicia, ya los ha metido en el saco de la ultraderecha que busca el hundimiento. Tampoco quiere callar el Tribunal Superior de Justicia de Madrid que ya le ha recordado a la fiscalía que si no remite de inmediato la documentación sobre el novio de Ayuso tendrá que enviar a la policía a por ella.

Sin salir del caso Begoña, otro tanto sucede con la fiscalía europea, que ya ve indicios de delito en las cartas de recomendación de la imputada. Avanza también el caso David Sánchez, hermano músico de presidente que amasa fortuna fuera pero se subvenciona dentro, y el caso Koldo en todas sus vertientes: la de Begoña, la del propio David, la de Ábalos y las maletas de Delcy… La familia progresista.

Ya no se esconden. En el mismo mitin de las manos sucias de Benalmádena, el presidente-marido pidió un aplauso para una vieja conocida allí presente. Tres hurras por Magdalena Maleni Álvarez, condenada —sí, con-de-na-da— en el caso de los ERE fraudulentos de Andalucía por "prevaricación continuada". Reivindicó su figura, la de la corrupción con sentencia firme.

No somos ingenuos ni soy yo el primer presidente que ha sufrido. Aquí tenemos a Magdalena, que ha sufrido el vil ataque de la derecha y la ultraderecha durante muchos años.

Y lo hizo, sin vergüenza, en la semana en que supimos que Francisco Camps salía indemne tras diez juicios. Inocente después de tres lustros de acoso y del vil ataque de la izquierda y la ultraizquierda. No, no somos ingenuos. Ni iguales. Ni siquiera parecidos.

Cierra el presidente la campaña de las europeas pidiendo así el voto: "Hay tres papeletas de la ultraderecha: la de Feijóo, la de Abascal y la de Alvise". Para detener a esa ultraderecha Sánchez se proclama zurdo, perro y lo que haga falta, convirtiendo en eslogan todo crimen cometido por su banda. Para detenerle a él, electoralmente, basta con la primera papeleta. Las otras dos, lamentablemente sobre todo la de Vox, son las que le mantienen. Es urgente votar contra la corrupción como régimen, origen de toda dictadura. Y luego exigir a los que nos representen en Europa que no dejen caer a España en el verdadero fango.

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Acabando ya este artículo llega la noticia de unas pulseras con las que Sánchez adorna ahora sus presidenciales y posesivas manos: "Free Bego". Un paso más. No hay límite. Que las guarde bien. Pronto le podrían hacer falta de verdad.

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