
Como fui, con Antonio Castro de ABC, responsable destacado de la salida a la luz del caso de "miemmano", esto es, Juan Guerra forever gracias al salero con vinagre de Antonio Burgos, tengo que jurar por lo más sagrado que no he tenido arte ni parte en el desvelamiento del extraño caso de "suemmano", el hermano David de Pedro Sánchez.
El de Juan fue un caso claro, menor si se quiere, pero malvadamente usado por el sector felipista del PSOE para hundir al aspirante a Gran Hermano, Alfonso Guerra. Pero es que lo de David Azagra, en realidad, David Sánchez Pérez-Castejón más que raro, es grotesco. Hay quien se lo toma en serio, pero a mi no me cabe otra cosa que el cachondeo.
Recuerden un poco a lo de Juan. Un despacho oficial en la delegación del Gobierno de Sevilla donde recibir, gestionar y sacar algún pellizco por favores de intermediación, dinerillo para invitar a los amigos a gambas de Huelva y algo para regar a la familia, una empresita, una finca, unas viviendas. Pero todo a su nombre, por la cara y haciendo lo que se ha hecho en España toda la vida, picardías y bellacadas, pero limitadas. Exámenes del maestro Monipodio, doctor en trapicheos, aprovechando las circunstancias y los recovecos del poder.
Pero lo de este otro, suenmano, es que no tiene nombre. De hecho, no se llama como dice. Angustiado estoy por no saber por qué se ha encasquetado el apellido "Azagra". Lo he buscado, palabrita del niño Jesús. A conciencia. Hasta he descubierto que el pamplonica Javier Azagra Labiano (1923 – 2014) fue obispo de Cartagena entre 1978 y 1998, "obispo del pueblo" le llamaron.
Pero, claro, busqué algo relacionado con la música. Encontré la Escuela de Música de Azagra, un pueblo de Navarra, y relacionado con el pueblo hallé que es un nombre de raíces árabes que significa "la peña" o lugar elevado, tal vez, en otras lecturas, punto de la frontera o marca, en este caso, del viejo Al-Andalus. No me parecía relevante para nombre artístico, pero en fin, el libro de los gustos está en blanco.
Luego encontré que la amante de Teruel, Isabel, cuando el amor de su vida, Diego, no regresaba de las cruzadas, decidió dar por incumplido su pacto y casarse con un tal Pedro de Azagra. ¡Aleluya! Pero, ¿qué tenía eso que ver con la música ni con nada? Así que seguí buscando y encontré otros muchos Azagras, incluso un directivo de Iberdrola. Indagué incluso en la Enciclopedia de Navarra. Nada.
Entonces se me ocurrió darle a vuelta al seudónimo. Azagra al revés es Argaza. Hay una ciudad rusa que se llama de ese modo, sobre Mongolia. Bueno, ¿y qué? Puede ser un apellido venezolano, portugués e incluso vasco. Más noble parece Azagra, digo yo. Pero nada, no he encontrado explicación ni a la necesidad de cambiarse el nombre –antes de adoptar uno artístico es conveniente demostrar que se es artista—, ni al beneficio de adoptar el de Azagra.
Les tengo que confesar que, además de lo del nombre artístico orillando sus apellidos reales, lo que me tiene en un sinvivir es lo de su permiso de paternidad. Ya sé que esta lo del millón y pico de euros de su cuenta, lo de su contrato en la Diputación de Badajoz y su peculiar método de selección, su residencia fake en Elvas y cómo tributa, o no, a Hacienda. Ni siquiera lo de que vaya o no vaya a trabajar, cosa que no se ha acreditado, o lo del Teatro Real. Pero esto del permiso de paternidad es insuperable.
Verán, es que en la conclusión sexta de la Comisión de Investigación de la Diputación de Badajoz manejada por el PSOE, la misma que contrató a suemmano de aquella manera, se dice, de pasada, que David Pérez Sánchez-Castejón, no David Azagra, lo cumplió todo a la perfección "sin perjuicio de los periodos de inactividad derivados de la alerta sanitaria con motivo del COV/0-19, y los derivados de una excedencia voluntaria solicitada por el propio trabajador, y de un permiso por paternidad, como la legislación vigente le reconoce".
Me considero incapaz de calcular el tiempo real que ha trabajado en su puesto, pero lo del permiso de paternidad me ha dejado desconcertado. O sea, que tiene un hijo, o lo ha tenido. Pero, ¿cómo? ¿cuándo? Ni Vanity Faire lo sabía. Espero que mi admirada Isabel González, de la Crónica Rosa, escudriñe, investigue, inquiera cómo es eso de tener un hijo y enterarnos por la Diputación de Badajoz. Algún fangoso irá diciendo que se chupó el permiso de paternidad sin ser padre ni perrito que le ladre, pero, ojo, tranquilos, que van a retirarle la publicidad institucional. Yo, mientras, quedo en el sinvivir por lo de Azagra y por lo de ese descendiente/a.
Ya sé que a esta hora se están celebrando las elecciones francesas. No sé qué va a pasar. Biden noqueado. Trump crecido. Le Pen en alza, Macron micrón, Putin sonriendo y yo, aquí, en un sinvivir por este tipo raro, raro, raro. No tengo perdón de Dios.