
La Televisión Vasca (ETB) estrenó hace trece años un programa llamado Vaya semanita que no dejaba títere con cabeza: desde el PNV hasta la Policía Autónoma Vasca, pasando por políticos vascos de distintos partidos, eran objeto del humor y la sátira inteligente de los creadores y guionistas del citado programa. Recuerdo un sketch rodado en el monte de Artxanda, muy cerca de Bilbao, en el que los actores decían: "si no eres del PNV, te botan de Euskadi", y a continuación se veía un cañón disparamdo un obús, que supuestamente representaba al vasco "botado" de Euskadi por no ser del PNV. Tenía gracia, porque desmitificó distintos tabúes que estaban instalados en la sociedad vasca.
Me he acordado de este programa, a propósito del título, al pensar en la "semanita" que tiene el jefe del sanchismo. Este lunes ha empezado con la decisión del Tribunal Supremo respecto a que la Ley de Amnistía no cubre el delito de malversación de caudales públicos que se le atribuye tanto al prófugo Puigdemont como a sus exconsellers Toni Comín y Lluis Puig. Además, el juez Llarena mantiene las órdenes nacionales de detención.
Por si esto no fuera suficiente para "amargarle" el arranque de la "semanita" a Sánchez, la Sala de lo Penal del Supremo que preside el juez Manuel Marchena ha declarado no amnistiado el delito de malversación de caudales públicos por el que habían sido condenados en el juicio del procés el exvicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras y los exconsellers, Raúl Romeva, Jordi Turull y Dolors Bassa, y que habían sido indultados por el Gobierno de Sánchez antes de entrar en vigor la Ley de Amnistía. A ver qué le cuenta ahora el jefe del sanchismo a Puigdemont, a Comín, Puig y a los de ERC.
Sin descartar alguna otra sorpresa en las próximas horas, el jefe del sanchismo tiene otra fecha de esta "semanita" marcada en rojo en el calendario: la del próximo viernes, cuando su esposa Begoña Gómez tendrá que declarar en los juzgados de Plaza de Castilla ante el juez Peinado, que la investiga por haber cometido presuntamente diversos delitos en su actividad profesional desde que habita en el Palacio de la Moncloa.
Es la primera vez en nuestra democracia que la mujer del presidente del Gobierno es imputada y tiene que pasar por este trance judicial. Las esposas de Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy nunca fueron imputadas. Eran mujeres prudentes que nunca aprovecharon su condición de esposa del Presidente en su actividad profesional, que no todas la tuvieron.
Sánchez ha empezado la semana dando una entrevista en una emisora amiga, la Cadena SER, lo que también dice mucho del sectarismo del personaje respecto a los medios de comunicación. No sale prácticamente nunca del triángulo de las Bermudas compuesto por Silvia Intxaurrondo (TVE), Àngels Barceló (SER) y Antonio García Ferreras (la Sexta). Animaría al jefe del sanchismo a arriesgar un poquito más y a dar entrevistas a otros medios/periodistas que sean algo más incómodos.
Dicho lo anterior, en su cómoda entrevista de este lunes con Barceló, el jefe del sanchismo ha dado muestras de seguir —como él dice referido a los demás— en el bulo, en el fango y en la mentira, donde se mueve como un pez en el agua. Por ejemplo, ha dicho que en el caso de su esposa "no hay nada de nada" y que todo parte de la denuncia de un pseudosindicato de la extrema derecha realizada en base a recortes de periódicos. Hay que reconocer que cuando Sánchez se aprende un mantra, lo repite hasta la saciedad con una constancia admirable.
Otro fango que el jefe del sanchismo ha removido en su entrevista en la SER ha sido el apoyo total y absoluto de su Gobierno y por tanto de él, al Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz. En un arrebato de periodismo "independiente", la entrevistadora le ha preguntado si el Fiscal debería dimitir en caso de ser imputado por el Tribunal Supremo, a lo que el jefe del sanchismo ha dicho rotundamente que no, porque su Fiscal —recuerden aquello: "¿de quien dependen la Fiscalía?, pues eso"— se limitó, según Sánchez, a aclarar la verdad, pero obviando que para ello reveló datos confidenciales de lo que había pasado en la relación entre un particular y un fiscal. Sánchez en estado puro: cínico y retorciendo la realidad de los hechos para acomodarlos a su conveniencia.
Y, por último, no podía faltar el anuncio de las medidas que su gobierno, "progresista" por supuesto, piensa tomar contra los medios de comunicación críticos a su gestión. Si esas medidas sólo y exclusivamente se limitaran a exigir una mayor transparencia en el accionariado, en la financiación de los medios, el jefe del sanchismo, sin que sirva de precedente, contaría con mi modesto apoyo, entre otras cosas porque estoy deseoso de saber todos los "enjuagues" empresariales, económicos y accionariales que, con el visto bueno del gobierno, "progresista" faltaría más, se han llevado en los últimos años en el grupo PRISA. Pero me temo que las medidas irán mucho más allá y tendrán el objetivo de asfixiar, por ejemplo, a través de la retirada de la publicidad institucional o de presionar a las empresas del IBEX o fuera de él, en las que el Gobierno tenga influencia, que son casi todas, para que no metan publicidad en determinados medios.
Vienen tiempos duros y recios para algunos medios de comunicación, pero habrá que resistir y defender con uñas y dientes la libertad de expresión, de información, que es un pilar fundamental de una democracia. Esa democracia que el jefe del sanchismo lleva años erosionando con las medidas y actuaciones del gobierno "progresista" que preside.