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Pedro de Tena

El poderío de la gentuza

El problema surge cuando la mayoría de los miembros de uno de sus partidos pierde todo norte moral y se echa en manos de un tirano que empodera a la gentuza.

El problema surge cuando la mayoría de los miembros de uno de sus partidos pierde todo norte moral y se echa en manos de un tirano que empodera a la gentuza.
Pedro Sánchez | LD / AGENCIAS

Hoy le llaman empoderamiento al hecho de adquirir o detentar un poder, más poder. Antes se llamaba apoderados a los que disponían de una facultad de hacer que era siempre algo cedido por el legítimo sujeto del poder. Pero son conceptos diferentes. El apoderado siempre responde ante y depende del titular. El empoderado se hace poderoso a costa de los titulares de derechos y deberes legales.

Véase nuestra democracia. La hidra monstruosa de partidos antidemocráticos y antiespañoles que nos gobiernan no son nuestros apoderados porque no nos consideran los auténticos soberanos de la democracia ni respetan nuestros deseos ni siquiera sus programas-contratos electorales. Se empoderan a nuestra costa y para consumar su crimen asesinan las palabras originales y su sentido y las reemplazan otras que garantizan su "empoderamiento".

El gran Alfonso Reyes lo vio muy claro en su Grandeza y miseria de las palabras: "El abuso de la palabra no sólo es efecto de un desgaste inconsciente, sino de una intención puesta al servicio de razones extrañas al asunto, sean pasión o dinero, o hasta fruto de la improvisación de un oficio para el cual no se requiere patente alguna y cuyos desmanes quedan en la impunidad más absoluta". Corría el año 1943. Ha llovido sobre su clarividencia.

Entonces fue cuando caí en la cuenta de que eso es precisamente la gentuza. La gentuza es un conjunto limitado de personas que ataca a la mayoría de los demás para usurpar y aniquilar su existencia civil y social. ¿Cuál es el primer ariete de su propósito? Las palabras. Que las palabras no signifiquen lo que significan realmente es el objetivo primordial de todos los déspotas que dirigen a la gentuza que, gracias a ellos, se empodera, accediendo al poder.

Por eso recordaba oportunamente Reyes al sabio Lao Tsé. Preguntado éste sobre "cuál sería su primer acto, si recayese en él la dura obligación de gobernar a su pueblo, contestó, no sin haberse sumergido antes en largo mutismo reflexivo: "Mi primer acto sería dictar una ley sobre el verdadero significado de todas las palabras". El primer acto de un "puto amo" es oscurecerlo, amañarlo, destruirlo.

¿Por qué? Porque ya entonces amenazaba la convivencia el doble lenguaje, una forma de comunicación de la gentuza cuyo objetivo no es entenderse con los demás, sino sobreponerse o empoderarse sobre ellos mediante el desconcierto, la inseguridad, la desconfianza y la mentira.

Lo estamos viendo estos días y lo llevamos viendo demasiados años siempre en relación con la democracia, régimen que no tiene por qué estar ligado a esta degeneración. Por ejemplo, el entorno de un presidente de gobierno y jefe de un partido llama "prevaricación de libro" a la citación de su jefe en calidad de testigo sobre los hechos alarmantes perpetrados por su esposa, algunos de ellos con su conocimiento testificado. Si la citación es a un líder de la oposición, el mismo hecho recibe el nombre de "justicia democrática" y se exigen dimisiones.

Otro ejemplo. Usted pide un préstamo en una entidad bancaria o Caja de Ahorros y no lo paga. La consecuencia es, en última instancia, judicial. Pero si usted se llama Manuel Chaves y es dirigente del PSOE puede dejar de pagarlo, hacerlo desaparecer del circuito informático de la entidad y entonces no hay consecuencias de tipo alguno. En el primer caso se llama impagado o deuda y en el segundo, ni se llama o si se quiere, lo llamamos "préstamo inexistente" o "fantasma" aunque el dinero muy real haya ido a parar al bolsillo del titular de la póliza. De los ERE, de al fraude de la formación, de la FAFFE, ¿para qué hablar? Y sacan pecho, y alardean, y desafían.

Si quieren uno más, sea. Si alguien de rango en la Administración Pública firma o es consiente que se firmen 64 contratos con la empresa que tienen en común con su esposa o marido siendo él o ella mismo/a responsable de la contratación a dedo, en todo el mundo mundial, a esto se le llamaría como mínimo tráfico de influencias o como máximo malversación "prevaricada". Lo que nadie llamaría a este comportamiento es legal y "profesional". ¿Pudo alguien competir con esa empresa? Pregunto.

No debería tratarse de un problema de derechas e izquierdas, por usar el falso maniqueísmo habitual. Se trata de la decencia personal e institucional cuyo fundamento moral radica en la Constitución de 1978 y, por derivación, en la democracia como sistema de gobierno. No tengo dudas de que gentuza hay en todas partes. El problema surge cuando la mayoría de los miembros de uno de sus partidos pierde todo norte moral y se echa en manos de un tirano que empodera a la gentuza, en vez de alejarla de los círculos del poder y el dinero público.

La gentuza, inspirada, manejada, utilizada, por el sátrapa de La Moncloa, se está haciendo con el gobierno de España a todos los niveles, de la Fiscalía General abajo. Todo le da igual si se mantiene en el poder y se forra sin méritos para nada. Y lo que es peor, están convencidos de que son los buenos. Es la perfección de la canallería. Propagar en la cabeza de los pobres ciudadanos que la gentuza es gente honorable. Con depravados así, ¿qué podemos hacer?

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