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Pedro de Tena

Mastecturbación de la izquierda sanchista

A todas las izquierdas las ha mastecturbado, proporcionándole algo de placer a cambio de rebanarle las fuentes cerebrales de alimentación.

A todas las izquierdas las ha mastecturbado, proporcionándole algo de placer a cambio de rebanarle las fuentes cerebrales de alimentación.
Europa Press

Visto lo visto, el sanchismo es ya casi toda la izquierda. A la socialdemócrata la aterra con el no parto de sus montes. A la largocaballerista la somete doblando el número de delegados al próximo 41 Congreso de Sevilla. A la neocomunista ruso-china-bolivariana ya se la zampó sin que se dieran cuenta y las está digiriendo con gases innobles. A la anguitiana, un restillo, reducida a decimales, no le hace falta más que sonreírle con pena. A las separatistas, las adora para desarmarlas a la espera de sus votos mientras el juego siga. Esto es, a todas las ha mastecturbado, proporcionándole algo de placer a cambio de rebanarle las fuentes cerebrales de alimentación.

Pedro Sánchez, cuya flojedad mental sobrevenida, intelectual e ideológica, ha contagiado a toda esta izquierda –que si nunca fue de hecho moral ahora es que es absolutamente amoral e incluso inmoral–, ha inventado la mastecturbación, una modalidad de placer político que ya no es el tradicionalmente solitario, íntimo y recatado. No, no. Ahora la oferta es de todo en uno. Gozas un tiempo corto del poder que te migajan, pero a cambio te seccionan la autonomía del pensar y el ser. O sea, te lo hacen pero te deshacen.

Dicen los médicos y los expertos que el placer sexual reside en el cerebro, no en las partes pudendas. Por eso, para conseguir esa mastecturbación hay que cortar por lo sano, pero en la materia gris de los sesos y el intelecto. Verán que es muy sencillo. ¿Cómo es posible que los millones de personas que votan a este individuo no tengan ni una duda sobre la corrección intelectual y moral de su actitud, por ejemplo, hacia Venezuela y el infierno que allí ha echado raíces?

Es que no se atreven ni a llamarla dictadura, algo que fue desde el golpe de estado que llevó al chavismo al poder y ahora lo es con una claridad meridiana para todo el mundo que ha decidido seguir negándose a la mastecturbación. Ahí está Margarita Robles, una excepción temporal que, tras haberse tragado toda clase de monstruos y payasos, el otro día mencionó a Belcebú: "Venezuela es una dictadura". Ni una palabra seria, eso sí, sobre la Justicia, ni sobre la amnistía, ni sobre la ocupación de las instituciones, incluso las de control.

Hay que tener muy reventado el cerebro para creerse a pie juntillas que los dos detenidos por el tirano Maduro para dar muestras de virilidad política ante las levísimas críticas de la ministra española, son espías del CNI. Como hay que tener muy desbaratada la conciencia para repetir como un idiota que Sánchez ha salvado la vida de ¿González Urrutia? ¿O mejor la que ha salvado es la del régimen despótico? Margarita, amor, ya que estás en racha cuenta lo que sabes sobre los familiares del presidente electo venezolano sometidos a la amenaza de los infames con la bendición armada de los Rodríguez, Delcy, Jorge y José Luis (Zapatero).

No se me olvide lo de la Navidad, que hay que tener licuados desde los hemisferios cerebrales hasta el cerebelo y el bulbo raquídeo para asistir al numerito pontifical de cambiar las fechas del nacimiento de Jesús. Bueno, recuérdese que Maduro ya hablaba con el pajarito, que era Hugo Chávez reencarnado. Se la ha aparecido varias veces desde 2013 a 2018. Y la izquierda patria, callada y tapeando en estas raciones absurdas de supersticiones y gilipolleces de estos chularcas y majaretas armados.

Aunque les parezca increíble a algunos pilares de la sabiduría, se encuentran todavía colecciones de libros que dicen formar parte de una biblioteca marxista. He topado con una que incluye uno, muy antipsiquiátrico y quasi ortodoxo, de un tal David G. Cooper, que, cito, reivindicaba "la locura como una propiedad social común que nos ha sido arrebatada, al igual que la realidad de nuestros sueños y nuestras muertes: tenemos que recuperar todo esto políticamente de forma que se convierta en creatividad y espontaneidad en una sociedad transformada".Lo escribió en 1979. A la revolución por la locura. Será eso.

Naturalmente, a continuación, consideraba absurdo "hablar de la "abolición" de la dictadura del proletariado". Faltaría más. Pues este Cooper, relacionado con R. D. Laing, Paul Goodman, Allen Ginsberg, Herbert Marcuse y Stokely Carmichael, de Los panteras negras estaba en contra de la masturbación intelectual y de la masturbación idiotizante, que no sé a qué se refieren, pero aclara que "de hecho lo que se produce es una diarrea intelectual y parece que debemos esperar hasta que la mierda llegue hasta las papilas gustativas de nuestra lengua."

Vean por último. Inmigrantes irregulares para el resto de España sí, pero para las repúblicas vasca y catalana del futuro, no, que es que padecen su identidad, su economía y sus lenguas maternas. Pues no sé si este Cooper estaría en contra de la mastecturbación de unas izquierdas escasamente turbadas por la estupidez que se ensaña con sus discursos. No lo creo porque, además de la anestesia moral, parecen gozar de la apoteosis de locuras que han extirpado lo poco que les quedaba de racionalidad y sensatez a cambio de un puñado de placenteros cargos o mordidas.

El sanchismo lo va a conseguir porque no hay oposición útil. ¿Y a dónde vamos a ir los que no estamos ni en estas izquierdas ni en estas derechas ineficaces sino frente a todo este disparate? ¿O es que no tenemos otro destino que una mastecturbación a lo cañí hasta ceder a la amputación de lo que nos quede de cerebro nacional a cambio de sobrevivir? Más que turbados ya estamos, eso sí.

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