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José García Domínguez

¿En vísperas de la Tercera Guerra Mundial?

Seis potencias nucleares, un par de ellas con capacidad individual suficiente como para hacer desaparecer del planeta cualquier rastro de vida, se encuentran en situación de guerra abierta.

Seis potencias nucleares, un par de ellas con capacidad individual suficiente como para hacer desaparecer del planeta cualquier rastro de vida, se encuentran en situación de guerra abierta.
Israel intercepta el ataque de Irán. | Europa Press

Mientras que aquí, en España, mantenemos a la opinión pública entretenida con el apasionante asunto de la batallita entre el tal Broncano y el otro gracioso, ese de El Hormiguero, seis potencias nucleares, un par de ellas con capacidad individual suficiente como para hacer desaparecer del planeta cualquier rastro de vida, se encuentran en situación de guerra abierta (la Federación Rusa e Israel) o en vísperas inminentes de intervenir con tropas o con sus arsenales misilísticos estratégicos en algún conflicto ya en marcha (Irán, el Reino Unido, Francia y los Estados Unidos). Si lo que se nos viene encima no va a ser la antesala de la Tercera Guerra Mundial, concédaseme que consistirá en algo bastante parecido.

Cuando Ortega, hace ya un siglo, hablaba de España como un país tibetano, se refería a cosas como esta. Un Estado miembro de la OTAN y que alberga dentro de un rincón usurpado de su territorio una enorme base militar gestionada por un ejército extranjero, el inglés por más señas, no puede desconocer lo que Londres anda planteando en relación a Ucrania. Porque si Starmer se decide, por fin, a atacar territorio de la Federación Rusa con misiles de largo alcance, Gibraltar se convertirá acto seguido en un objetivo prioritario del estado mayor ruso. Nos estamos tomando con una alegre frivolidad irresponsable cosas que son muy serias, tremendamente serias.

Y es que los ingleses sólo poseen bases militares importantes en las Malvinas, que caen demasiado lejos; en Chipre, un parque temático lleno de oligarcas y millonarios rusos amigos de Putin que no quieren pagar impuestos; y en el extremo sur de la Península Ibérica. Poca broma, pues. Por lo demás, constituye un secreto a voces que tanto Israel como Irán disponen de esos arsenales nucleares secretos. Y en España, por mucho que nos guste engañarnos al respecto, vivimos del aire. Una alarma general de guerra nuclear, consumada o no, se llevaría por delante, y en apenas horas, a la única industria nacional digna de tal nombre que todavía no hemos desmantelado: el turismo. Pero nosotros, pendientes de Broncano.

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