Yo soy un socialdemócrata de los de la vieja escuela y por eso defiendo el sistema de sanidad pública, universal y gratuita que creó la dictadura del general Franco. El secreto del éxito histórico de la socialdemocracia, corriente ideológica que tras la Segunda Guerra Mundial logró convertir su particular cosmovisión en el sentido común dominante en Europa, fue (procede hablar de ello en pasado) el universalismo. Que los ricos y la clase media, los dos grupos principales gracias a cuyos impuestos se iba a financiar el sistema, pudiesen también beneficiarse de los servicios provistos por el Estado, esa fue la gran clave política de la hegemonía indiscutida de las ideas socialdemócratas hasta casi el final del siglo XX.
El universalismo, sí, fue lo que explicó su éxito. Y la imposibilidad sobrevenida de mantener ese universalismo a raíz del creciente colapso del sistema, cada vez más incapaz de soportar el incremento de usuarios fruto de la nueva población inmigrante, constituye la nada secreta explicación de su actual caída en picado. Acabamos de saber que el Gobierno va a derogar en breve ciertas exenciones fiscales de las que hoy gozan los seguros privados de salud; una medida que alguien de izquierdas debería aplaudir si esos seguros constituyeran un signo de distinción clasista; pero resulta que no ocurre así, ya no.
Y lo prueba el que muchísimos españoles de las capas populares también los están contratando. Porque la cosa no va de disponer de una habitación individual cuando te toque operarte, la cosa va de no tener que sufrir colas de más de un año para hacerse un TAC. En España residen ahora mismo en torno a medio millón de inmigrantes ilegales que poseen derecho a la asistencia primaria en nuestra red sanitaria pública. Y los censados no nacidos en el país ya superan los 9 millones. No hay sistema de salud en el mundo que soporte semejante aluvión súbito de usuarios. Y no lo hay porque, simplemente, no lo puede haber. Nuestra izquierda posmoderna, siempre tan ciega, se va a disparar un tiro en el pie. Otro.