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Aldamazo

El aldamazo podría suponer, cuando lleguen las pruebas, el completo desnudo del Gobierno de Pedro Sánchez ante un caso de corrupción sistémica.

El aldamazo podría suponer, cuando lleguen las pruebas, el completo desnudo del Gobierno de Pedro Sánchez ante un caso de corrupción sistémica.
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La expresión "tirar de la manta" es un clásico de los titulares de la prensa española que no siempre responde a las expectativas del lector. O eran mantitas que apenas cubrían ya vergüenzas o son llanuras de pura lana virgen que ni se inmutan ante el tímido tirón de un infeliz.

El aldamazo que se ha sentido, violento como un vendaval ártico, en los ventanales de la Moncloa, parece escapar a estas categorías y podría suponer, cuando lleguen las pruebas, el completo desnudo del Gobierno de Pedro Sánchez ante un caso de corrupción sistémica. Un Estado mafioso expuesto a la luz pública.

Todo Estado tiene a su Señor Lobo, que empieza mediando y acaba medrando, y que resuelve apuros inmediatos sin que, aparentemente, se produzcan daños visibles. Con la decadencia de los partidos políticos, mutados en granjas de comisionistas y mediocres púberes con máster, la especie se ha ido inclinando hacia la parte más corrupta, la que se lleva el dinero y ni siquiera arregla el problema. Aunque el negocio es trasversal, abunda más en el PSOE.

De sobra son conocidas las cañerías que gestionan los fontaneros, amparados en el anonimato y al filo de la legalidad pero más cerca que nadie de las cloacas, lugar al que terminan quedándose a vivir tantos mediadores en común chapoteo con mafias policiales, ministeriales, judiciales periodísticas y arrabaleras. Con el tiempo, esa red ha terminado convirtiéndose en una estructura paralela, y subterránea, del Estado. Allí las reglas son distintas y, de vez en cuando, por una carta marcada, una mirada inoportuna o un rostro desconocido deja de tocar el pianista y todos se lleven la mano al cinto.

Pero el caso es que a la hora de cantar o tirar de la manta suele quedar en poca cosa. No parece suceder lo mismo con la arrancada declaratoria de Víctor de Aldama, único eslabón de la gran cadena corrupta que estaba en prisión por un caso, el del fraude del IVA en los hidrocarburos, que para el común de los mortales no tocaría directamente al matrimonio Sánchez-Gómez, aunque si le salpica. Como casi siempre, una cereza tira de otra. El comisionista dice que tiene todas las pruebas y que las irá presentando.

La película empieza con secuencias que ya hemos visto antes. A este "personaje" no le conozco de nada… quizá se hizo una foto conmigo como tantos otros… quiero conocerlo para darle las gracias por tanto favor.

Y esta misma evolución de la mentira en posible verdad está presente en toda la historia: Pedro no sabía que Delcy venía a España estando prohibido pero Pedro iba a cenar con Delcy y por eso envió a Ábalos a cerrar el aeropuerto para ella. ¿Y Koldo? Pues hasta hoy era el hombre para todo del ministro Ábalos pero resulta que, si Aldama estuviera diciendo la verdad, el aizkolari fue imposición del propio Sánchez, era el auténtico Señor Lobo del presidente. "¡Vaya inventada!", ha dicho Pedro sobre la rajada del amigo de Begoña. Esto se pone tan feo para el figurín como interesante para una serie de televisión.

Víctor de Aldama, en libertad a cambio de su colaboración con la Justicia, tiene la suficiente información como para hacer caer toda la carpa del sanchismo. Toda.

Desde Koldo hasta Begoña pasando por varios ministros, incluida la fugada Teresa Ribera, llegando a la Fiscalía de Dolores Delgado y ya veremos si no más. Que tanta información estando en el trullo es como ponerse perfume lo sabe cualquiera. Hasta lo sabrá el ministro Marlaska, que le concedió —¿sin conocerle? — la Medalla al Mérito de la Guardia Civil en el año 2022. A la Benemérita le molesta sobremanera esta condecoración, pero gracias a ella sabemos que Aldama no era, ni mucho menos, un desconocido para el Gobierno de Sánchez. Ya le quitarán la medalla cuando dimita el ministro y pase por el banquillo si es menester.

La pandilla de Aldama terminará saliendo en el álbum familiar de fotos. Allí aparecen posando ante el rescate público de Air Europa, junto a la entrañable Delcy sentada sobre sus maletas, apoyados en barriles de petróleo saudí y venezolano, deslumbrados por el brillo de los lingotes de oro en las playas de Dominicana o en Guinea, paraísos frecuentados por el campechano José Bono, exministro de Defensa y coleccionista compulsivo de documentos del CNI, que siempre sale de la habitación por una puerta trasera cuando se enciende la luz. Estar, está… pero se va enseguida.

Quedan por revelarse felices instantáneas en San Petersburgo, en pisos de lujo en Madrid, como Villa Delcy, o el gran posado familiar de fin de fiesta con ministros —Marlaska, Ribera, Torres, Montero, Calviño…— y exministros —Illa, Ábalos—, cargos de partido como Santos Cerdán, autoridades del Estado como "cariño" Armengol, todos ellos posando en mascarilla… amén de otros invitados que podrían ir desde el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, hasta el presidente del Constitucional, Cándido Conde Pumpido, si quisieran unirse a la fiesta. Y cómo olvidar a David, el hermano músico y viajero, bohemio de postín. ¡Qué gran familia!

Pero todo es mentira y nada es corrupción. Nunca lo fue. Ya sabemos en qué consiste la colaboración público-privada para este PSOE. Ya nos lo dijeron antaño con Filesa, Malesa y Time Export, con el BOE, con el AVE y luego, ya desproporcionadamente, en el garito andaluz de los ERE y las Faffe, con sus barras americanas y sus tarjetas de crédito desgastadas de tanto pasarse de la raya. Critican las privatizaciones pero están locos por privar, como cantaba el efímero Ramoncín, y sisar de las grandes operaciones amparadas por papá Estado hasta guardar billetes p'asar una vaca o cerrar un puticlub con pulserita de todo incluido.

Unas veces roban para el partido y otras para consumo propio pero siempre tienen a gala su socialismo, que no es poco. Aquí lo malo es que huela mal en el PP, eso sí que merece una moción de censura o lo que sea.

Víctor, sé fuerte

Cuando el presidente Sánchez da su palabra conviene ponerla ante un espejo para verla al revés. Cuando diga que no conoce a Aldama o que lo que dice es "categóricamente falso" recordemos que no podría conciliar el sueño — "junto con el 95% de los ciudadanos de este país" — si Podemos estuviera en el Gobierno, que jamás pactaría con Bildu — "si quiere se lo digo cinco veces o veinte" —, que los independentistas eran "xenófobos" como Torra, "el Le Pen español". Que traería a Puigdemont "de vuelta a España para que rinda cuentas ante la justicia española", que el golpe de octubre del 17 fue "un delito de rebelión", que es impensable que un político indulte a otro — "yo siento vergüenza de eso" —, que la amnistía es inimaginable y que Meloni es la peor ultraderecha... El espejo nos dijo también que su tesis y su libro son de otros. Desde el principio Pedro Sánchez fue mentira, una estafa con traje, un intruso. Le dejamos llegar y se quedó.

Víctor de Aldama tendrá que fundamentar sus acusaciones pero los desmentidos de Sánchez ya suenan afónicos y débiles como un estertor. Dice que la palabra de un preso no tiene credibilidad, pero él llegó al poder aupado en Luis Bárcenas y con el juez de Prada como mozo de cuadra.

Quizá todavía falta por salir un mensaje: "Víctor, sé fuerte". Dirá que es cosa de Pegasus.

P.S. Valencia sigue siendo la prioridad de todo español de bien. Que nadie se refugie en la corrupción ni en denunciarla para perder un minuto de trabajo.

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