Ya hemos señalado en más de una ocasión que Sánchez está dispuesto a seguir en la poltrona hasta 2027 aunque sea a costa de no poder sacar adelante sus iniciativas. Buen ejemplo de esa nihilista querencia a la poltrona aunque sea incluso al precio de no poder gobernar no los ha brindado el gobierno nuevamente este martes. Tras el acuerdo alcanzado por PP y Junts para suspender el impuesto a la producción eléctrica y para aplicar nuevos incentivos a la industria de la cogeneración energética —encomiable iniciativa que ha sido respaldada por Vox, PNV y, sorprendentemente, por Esquerra Republicana—, la mesa de la Comisión de Transición Ecológica y Reto Demográfico del Congreso, donde PSOE y Sumar cuentan con mayoría absoluta, ha decidido suspender sine die la reunión prevista para el próximo jueves en la que iba a votarse el pacto. Una maniobra para retrasar la tramitación parlamentaria de esta medida para tratar de ganar tiempo e intentar tumbarla.
Ya veremos cuánto tiempo va a tardar y de qué forma va a lograr el gobierno deshacer —si es que lo consigue— estos acuerdos en aras de poder satisfacer su ilimitada voracidad fiscal y la de sus socios comunistas, pero lo que es seguro es que esta falta de apoyos parlamentarios, que en circunstancias normales debería llevar a todo gobierno a convocar elecciones o cuanto menos a someterse a una cuestión de confianza, va a ser justificada con lo que Bolaños ya hace tiempo tuvo la desfachatez de denominar "paciencia legislativa".
Ahora bien. De lo que todos debemos ser conscientes es que una cosa es que partidos separatistas conservadores, como PNV y Junts, puedan coincidir puntualmente con PP y Vox en encomiables políticas fiscales —cosa que ojalá ocurriera en más ocasiones y en más ámbitos— y otra muy distinta caer en la ensoñación según la cual los de Junts y el PNV podrían pasar a respaldar a PP y Vox para desbancar el gobierno de Sánchez. A este respecto, el requerimiento de Puigdemont a Sánchez para que se someta a una cuestión de confianza, que nadie se llame a engaño, no es más que la forma con la que Junts quiere exprimir todavía más al nihilista de La Moncloa. Y es que, por mucho que el golpista de Puigdemont tenga la desfachatez de quejarse del nivel de cumplimiento de un Gobierno que por satisfacerle ha llegado incluso al extremo de promulgar una inconstitucional ley de amnistía, todos los separatistas saben que siempre tendrán más que ganar con Sánchez que con Feijóo.
Ciertamente, por mucho que se quiera cuestionar el grado de solidez de las convicciones de Feijóo, el actual presidente jamás tendrá las insuperables tragaderas de las que ha hecho gala Pedro Sánchez con tal de estar en la poltrona. Más aun si tenemos presente que una traición de Feijóo al ideario y a los votantes de su partido en aras de lograr la complicidad de Junts llevaría inmediatamente a Vox a no respaldar la envilecida investidura del presidente del PP.
Así las cosas, nada de malo tiene que PP y Vox puedan coincidir con formaciones separatistas en cosas que, como la supresión o reducción de impuestos, no supongan una traición a sus respectivos electorados. Pero sobre todo en lo que tienen que trabajar ambos partidos constitucionalistas es en pro de un acercamiento mutuo sin el cual no se podrá desbancar a Sánchez ni siquiera en 2027.