Los catalanes, que son gente errática y sin demasiado criterio contra lo que dicta la leyenda esa del seny, han pasado de enviar al Congreso a unos representantes muy viajados, que ponían idiomas, opinaban de ópera y lucían los trajes mejor cortados y planchados del Hemiciclo, sin solución de continuidad, a llenar la Carrera de San Jerónimo de horteras de bolera. Es el triunfo estético, sobre todo estético, del pilarraholismo. Y la Míriam Nogueras, portavoz de Juntos en Madrit, encarna en este momento la suprema representación pública de esa desacomplejada vindicación de la ordinariez y de lo chabacano en tanto que novísimas señas de identidad catalanas.
Que mueva el culo, ha ordenado la sucesora espiritual de Prat de la Riba y de Francesc Cambó al presidente del Gobierno. Y es que a la Míriam le urge, según parece, que se les devuelva a los catalanes cierta deuda por lo demás ignota. Lo de la célebre deuda con los catalanes resulta un asunto muy pesado, sobre todo muy pesado, que, como el Guadiana, cada poco vuelve a emerger a la superficie. Yo no sé qué será eso que les debemos a los catalanes, pero sí sé, en cambio, lo que Cataluña adeuda a Andalucía, entre otros territorios peninsulares. Porque aquí todo el mundo perora sobre el déficit fiscal, que de eso va la cantinela de la Míriam, pero nadie nombra jamás el déficit comercial.
Ocurre que Cataluña arrastra históricamente un déficit comercial, uno bien gordo, con el resto del mundo. Como estos artículos los quiero breves, lo resumiré en una frase: Cataluña quebraría, al no poder pagar sus deudas internacionales, si no fuera porque su superávit comercial con Andalucía (entre otras regiones de España) le permite obtener los recursos para financiarlas. Porque esto de los flujos económicos interterritoriales remite a una matriz analítica bastante más compleja de lo que supone la Míriam. Así, el déficit fiscal de Cataluña resulta ser la condición necesaria para la sostenibilidad de su propia balanza de pagos. Aunque no aspiro a que la Míriam aprenda Macroeconomía. Me conformaría solo con que aprendiera educación.