
Soy consciente de que, por el mero hecho de este título, el señor ministro de Cultura me declarará persona non grata, sin importar que sea más o menos taurino. Uso esta expresión porque considero que el torero es el profesional que, cuando estima que debe hacerlo mejor, se juega su vida, hasta el límite de lo intolerable para conseguirlo, dando así satisfacción personal a su dignidad profesional.
No me puedo comparar con ese arrojo del torero, aunque reconozco, que no consigo refugiarme en un "qué más da", para olvidar lo que me avergüenza de nuestra España, por las promesas incumplidas, y por ese recurso al "mañana", que me resisto a aceptar que sea un modo español sino, simplemente, de algunos españoles.
El Gobierno español solicitó de Bruselas una ampliación del plazo para presentar los Presupuestos, porque los tenían casi ultimados pero no todavía para su presentación. No sé si dijeron que "mañana" los tendrían, pero, en la mente de los morosos estaba implícito este término.
Mandaron a Bruselas lo que llamaron el Plan Fiscal Español, que era un a modo de prontuario-síntesis de lo que todavía no existía pero que, de ningún modo merecía el calificativo de "Plan"; menos aún de Reforma Fiscal. Bruselas, en un intento contemporizador, manifestó que lo enviado parecía creíble, pero que entraría en el detalle cuando tuviera los Presupuestos.
Fallo garrafal, ser contemporizador con quienes no merecen tal consideración. En ocasiones anteriores ya habían sido flexibles con las exigencias, por ejemplo, con el déficit excesivo; una flexibilidad que, naturalmente, no tuvo el efecto pretendido por Bruselas.
El problema real, al menos visto desde la grada, es que el señor presidente tiene muy difícil definir un Presupuesto que merezca tal denominación. Pues, el Presupuesto del Sector Público, es un plan de acción económica, siguiendo los objetivos que la Nación ha establecido como prioritarios para el año correspondiente: ¿Mayor inversión pública? ¿Estabilidad de precios? ¿Reducción del desempleo? ¿Amortizar deuda pública? ¿Reducir, al menos, el déficit? ...
El señor Sánchez, antes de hablar de Presupuestos, debe de tener muy claro qué es lo que quiere hacer España, y cuales son los instrumentos precisos para ello. También desde la grada se contempla que el corto plazo –inmediato en muchos casos– es lo que recibe el nombre de política en nuestro país.
Se dirá que el gobierno adolece de gran debilidad por la sumisión/dependencia a quienes apoyaron su investidura, y si así es, comprendo que es muy difícil hablar seriamente de Presupuestos del Sector Público, porque se exigiría una gran dosis de "vergüenza torera" que no existe, en la clase política. Recordemos que el torero podía terminar en la enfermería o quizá peor.
Sin embargo, el ministro de Economía presumía hace unos días, ante el Eurogrupo, de la fortaleza y ejemplo de España para el mundo, frente a las debilidades de Francia y Alemania, en un marasmo de inestabilidad política; esto también me avergüenza. Como produce sonrojo aparecer como insolventes ante el universo económico, por no cumplir los compromisos adquiridos con las empresas energéticas.
En fin, mucho toro, para cuadrilla tan mediocre.