Está visto que Sánchez tiene que mentir hasta para criticar al régimen franquista: no contento con tratar de vincularlo con el campo de exterminio de Auschwitz pese a haber sido responsable de salvar a más de 50.000 judíos del genocidio nacionalsocialista, el presidente del Gobierno no ha tenido empacho en negar el espectacular desarrollo económico experimentado por España bajo la dictadura, fundamentalmente a raíz de las políticas liberalizadoras emprendidas a finales de los años 50. No contento con ello, decimos, el presidente del gobierno social/-comunista, que se apoya en las únicas formaciones que se han alzado contra el régimen constitucional del 78 —proetarras y golpistas catalanes—, ha tenido la desfachatez de presentar al empresario norteamericano Elon Musk poco menos que como un fascista o un neonazi.
Sin querer que los españoles se percaten de que el auténtico riesgo para nuestra democracia no lo constituye ni un dictador muerto hace medio siglo ni un fascismo que no perdura en nuestro país salvo en las formaciones nacionalistas que brindan su apoyo a Sánchez, sino en su Ejecutivo social-comunista sumido en la corrupción y obsesionado por socavar la división de poderes y la libertad de prensa que caracterizan a las democracias liberales, el presidente del Gobierno utiliza los fastos de conmemoración de la muerte de Franco para tapar muchas de sus antidemocráticas vergüenzas, incluyendo su complicidad con un dictador no menos liberticida, mucho más empobrecedor y, sobretodo, mucho más vivo que Franco, como es el caudillo venezolano Nicolás Maduro.
A pesar del clima prebélico y las violentas amenazas que ha dirigido Nicolás Maduro contra la oposición democrática de su país a pocas horas del regreso de Edmundo González Urrutia, claro ganador de las elecciones del pasado verano, esta es la hora en la que ni Sánchez ni nadie de su Gobierno ha condenado el autoritarismo del caudillo venezolano ni ha reivindicado a González Urrutia como presidente electo de Venezuela. Y es que Sánchez prefiere lancear al espectro de dictadores muertos que enfrentarse a dictadores vivos como el que empobrece y esclaviza a los venezolanos.
En cualquier caso, este monumental ejercicio de propaganda que está llevado a cabo el Gobierno de Sánchez, el más antisemita de Europa y el único que gobierna en alianza con formaciones comunistas y con el poyo de formaciones separatistas, no acaba más que de empezar. Frente a esta cortina de humo, nada más oportuno que recordar a nuestro infausto presidente aquello del "dime de qué presumes y te diré de los que careces".